“Atacando” el ataque al corazón

Dr. Sergio Solís |

22 diciembre, 2005

Si bien aquellos depósitos de placas que producen una obstrucción mayor del 70% en las arterias coronarias requieren de algún procedimiento invasivo para eliminar la obstrucción, el tratamiento de la enfermedad coronaria debe ser enfocado tanto a prevenir que se acumulen los depósitos de grasa, como a impedir la formación del coágulo trágico que conduce al ataque al corazón. Ahora existe una innovadora forma de hacerlo.

La vida es hermosa, especialmente en estos tiempos en que la tecnología nos permite desarrollar más eficientemente nuestro potencial productivo, ampliar nuestros intereses, disfrutar de los resultados de nuestros esfuerzos y ser testigos de nuestro legado. No poder alcanzar nuestros objetivos porque nuestra vida ha sido truncada abrupta y tempranamente por enfermedad o muerte es, realmente, una tragedia.

En la actualidad, la principal amenaza a la que nos enfrentamos es la enfermedad coronaria, que produce el ataque al corazón. Enfermedad coronaria es el término que utilizamos para referirnos a los depósitos de grasa en las arterias que nutren al corazón. Estos depósitos de grasa (o placas ateroscleróticas) empiezan a acumularse desde nuestra niñez, lentamente, hasta que en algún momento llegan a ocluir totalmente la arteria, impidiendo el flujo de nutrientes, dando como resultado el ataque al corazón (infarto del miocardio).

Cuando estos depósitos de grasa obstruyen más del 70% de la arteria, se manifiestan como dolor de pecho o dificultad para respirar en el esfuerzo. Mientras la arteria no esté totalmente ocluida, el corazón se mantiene vivo y su función va declinando a medida que la obstrucción se hace más grave.

Hay diferentes métodos para detectar una obstrucción coronaria, algunos de ellos invasivos y otros no. Aparte de explicar cómo funciona cada uno de ellos, enfatizaremos los principales aspectos de una novedosa forma no invasiva de diagnosticar irregularidades en las arterias para prevenir y “atacar” los ataques al corazón antes de que éstos ocurran.

Dentro de los métodos no invasivos más comúnmente utilizados para detectar una obstrucción coronaria encontramos las pruebas de esfuerzo. Su objetivo es provocar que el corazón manifieste que el flujo de sangre no es suficiente para suplir sus requerimientos en la actividad física, lo que sugiere la presencia de una obstrucción significativa de las arterias coronarias (más del 70%). El esfuerzo que se le impone al corazón se logra mediante la actividad física (en la caminadora eléctrica o bicicleta) o mediante fármacos intravenosos.

En las pruebas de esfuerzo la manera de detectar que existe insuficiencia en el flujo coronario se logra mediante un electrocardiograma, que mide los impulsos eléctricos del corazón en la prueba de esfuerzo convencional; el ultrasonido, que detecta anormalidades en la contracción del corazón durante una ecocardiografía de esfuerzo; o mediante moléculas radioactivas, que identifican anormalidades en el flujo de sangre durante las pruebas de medicina nuclear (sestamibi, talio). Para que se manifieste la insuficiencia en el aporte de flujo sanguíneo es necesario que el depósito de grasa produzca una obstrucción mayor del 70% de la arteria.

La mitad del los casos de ataque al corazón ocurren en arterias con estos grados de obstrucción. Sin embargo, en la otra mitad de los casos de ataque al corazón, el depósito de grasa obstruye 50% o menos de la arteria, cuando de forma súbita, inesperada y rápida produce un coágulo (que llamaremos coágulo trágico) que lleva esa obstrucción del 50% a una de 100% (oclusión total) de la arteria en segundos.

Como inicialmente ese depósito de grasa obstruía tan sólo 50% o menos de la arteria, no es posible identificarla mediante las pruebas de esfuerzo. Esta es la razón por la que es posible que usted haya escuchado de algún paciente, desconcertado al haber sufrido un ataque al corazón, a pesar de haber pasado exitosamente una prueba de esfuerzo.

No todos los depósitos de grasa tienen la misma capacidad de producir un coágulo que lleve a una oclusión total de la arteria. Aquellos depósitos con una composición alta en grasa y baja en tejido fibroso son los que mayor capacidad poseen. Este tipo de depósito de grasa los llamamos placas blandas y constituyen el peor enemigo de la cardiología.

Son de todos ampliamente conocidos los factores de riesgo que conducen a la formación de estos depósitos de grasa: el colesterol, tabaco, diabetes, hipertensión arterial, historia familiar; y de sus contribuyentes, la obesidad y la inactividad física. El aumento de estos factores favorece la formación de placas blandas y su capacidad de formar el coágulo trágico.

Como señalamos, nuestra capacidad de identificar placas blandas a través de las pruebas de esfuerzo es limitada, ya que las mismas sólo son útiles para los casos en que las placas obstruyen 70% o más de la arteria. En este caso, se tendría que recurrir a un tratamiento invasivo para su corrección, a través de la angioplastía y stent (procedimiento que desobstruye la arteria a través de una malla de metal) o de una cirugía de bypass (cirugía de corazón abierto).

Para identificar cualquier obstrucción, por más pequeña que sea, actualmente contamos con tres opciones: el cateterismo cardíaco, la imagen de resonancia magnética (MRI) y la recién estrenada tomografía computada (CAT Scan) del corazón.

El cateterismo cardíaco es un procedimiento invasivo por medio del cual un cateter es insertado en una arteria de la pierna y dirigido lentamente hacia el corazón. Una vez allí, es posible visualizar las placas blandas con instrumentos o técnicas para ver las arterias por dentro: la angioscopía coronaria y el ultrasonido intravascular.

La imagen de resonancia magnética (MRI) es un procedimiento no invasivo que permite obtener imágenes tridimensionales del corazón. Aunque su uso tiene ventajas específicas como la ausencia del uso de radiación y de yodo, fundamental en algunos pacientes, las imágenes obtenidas no enseñan en forma consistente las arterias coronarias. Para realizar este examen los pacientes deben permanecer por 4 ó 5 horas dentro de una máquina, sosteniendo la respiración por más de 30 segundos intercaladamente para obtener cada imagen.

La tomografía computada (CAT Scan) del corazón es la novedad en el mundo de la medicina moderna. La impresionante evolución tecnológica que ha tenido esta técnica en los últimos años nos permite, en forma no invasiva, visualizar cualquier tipo de obstrucción en las arterias coronarias, identificar las placas blandas y, posiblemente, el riesgo que enfrentamos de sufrir un ataque al corazón.

Por décadas la tomografía computada (CAT Scan) ha sido utilizada para obtener imágenes de estructuras corporales como el cerebro, pulmones, órganos intraabdominales y pélvicos. Sin embargo, la resolución temporal no permitía obtener imágenes de estructuras en movimiento como es el corazón latiente. Recientemente se desarrolló una tecnología que permite adquirir imágenes muy rápidamente y con ello visualizar las arterias coronarias muy claramente. Esta tecnología de CAT Scan de 64 cortes modulados por EKG permite obtener imágenes en cualquier persona, de forma no invasiva. Como es tomografía computada (a diferencia de la resonancia magnética), no existen contraindicaciones en personas con marcapasos y no hay problemas de claustrofobia.

Este método utiliza radiación, similar a la utilizada en los procedimientos invasivos como el cateterismo, y un medio de contraste de yodo, por lo que las personas alérgicas a esta sustancia deben ser premedicadas para evitar una reacción. Para realizar una tomografía computada (CAT Scan) del corazón el paciente deberá ser premedicado una hora antes del procedimiento para bajar su frecuencia cardíaca. Luego de esto, el examen para obtener las imágenes toma aproximadamente 10 minutos.

A diferencia de las otras técnicas no invasivas con las que contamos en cardiología, las cuales identifican obstrucciones graves, el CAT multicorte (64) permite visualizar cualquier grado de obstrucción (leves, moderadas y graves). Esto nos permite aplicar tratamientos oportunos con el propósito de evitar que las obstrucciones progresen y resulten en infarto del miocardio o en tratamientos invasivos.

El corazón es un órgano maravilloso que debemos cuidar. La mejor manera de hacerlo es mediante una dieta adecuada y el ejercicio físico. Además, contamos con la ayuda de potentes medicamentos para mantener los factores de riesgo bajo control, algunos de los cuales actúan directamente sobre las placas blandas, disminuyendo su capacidad de formación del coágulo trágico.

La vida es hermosa. Existen tantas razones para vivir bien y vivir más. Ahora es posible identificar más claramente a nuestro enemigo, la enfermedad coronaria, y tenemos las armas necesarias para derrotarlo antes de que empiecen sus amenazas.

El Dr. Sergio Solís es cardiólogo intervencionista con una especialización en medicina vascular. Recientemente completó un entrenamiento y certificación en angiografía coronaria por tomografía computada en Forsyth Medical Center, North Carolina, Estados Unidos.

Métodos para detectar problemas del corazón

No invasivos:

Prueba de esfuerzo Electrocardiograma
  Ecocardiografía (ultrasonido)
  Moléculas radioactivas
   
Imagen de resonancia magnética (MRI)
   
Tomografía computada (CAT Scan)

Invasivos:

Cateterismo Angiografía
  Angioscopía
  Ultrasonido

 

Tratamiento para problemas del corazón

Con obstrucción menor del 70% en arterias coronarias
Dieta, ejercicios, no fumar y medicamentos óptimos

Con obstrucción mayor del 70% en arterias coronarias
Angioplastia y Stent
Cirugía de Bypass

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