¡Hay que luchar y vivir un día a la vez!

Gladys Navarro de Gerbaud |

23 marzo, 2008
Rita de de Obarrio, María Antonia de Cardoze y Marcia Riba de Valdés tienen mucho en común: las tres decidieron luchar contra el cáncer de ovario y ayudar a quienes atraviesan esta difícil enfermedad.

 

Son mujeres que se han unido por una misma causa: la lucha contra el cáncer de ovario. Ellas representan a las miles de mujeres panameñas que cada día se arman de valor, revelando un obstinado deseo de educar, prevenir, luchar y vivir…

Cuando el doctor le dio la noticia no lo podía creer. Siempre había gozado de excelente salud, llevando un estilo de vida sumamente sano. Allí, sentada en el consultorio junto a su compañero de más de tres décadas de matrimonio, a sus 55 años de edad Marcia Riba de Valdés afrontaba el reto más difícil de toda su existencia. Era un hecho, tenía cáncer de ovario pero, aunque era evidente, no era sencillo de asimilar. Doce años antes, Rita de de Obarrio vivió una experiencia similar. Tenía 62 años y, sin molestia alguna, durante su revisión periódica fue diagnosticada con la misma enfermedad. Y es que, como bien promulga María Antonia de Cardoze, quien estuvo al lado de su madre, Jo Heilbron, mientras por casi tres años esta última libró una dura batalla contra el cáncer de ovario, todas las mujeres debemos educarnos, cuidarnos y luchar contra este mal que cada año toca la puerta de innumerables familias alrededor del mundo.

Marcia, Rita y María Antonia representan lo que miles de otras mujeres panameñas han atravesado. Marcia tiene casi dos años de vivir “un día a la vez”, agradeciendo a Dios una segunda oportunidad que no planea desperdiciar. Rita superó la enfermedad y, desde el primer día, decidió aceptarla y desafiarla de frente. María Antonia experimentó el difícil e indeseable camino recorrido por su madre. No lograron ganar la batalla, pero el gran valor y determinación que Jo Heilbron demostró sirvió de inspiración para que María Antonia iniciara una campaña que busca educar y ayudar a cada panameña que tenga que librarla, para que pueda hacerlo adecuadamente.

Sentarme a conversar con cada una de ellas fue un verdadero placer, principalmente por el espíritu positivo y luchador que transmiten. No es un tema agradable, pero las enseñanzas y consejos que buscan transmitir son, aparte de útiles, sumamente auténticos y sabios.

La unión hace la fuerza. Cada mujer que apoya y ayuda a otra a sobrellevar esta difícil enfermedad le brinda esperanza y positivismo para seguir adelante.

 

Enseñanzas, vivencias, esperanza…

Es un hecho y sigue pasando: en la mayoría de los casos los síntomas del cáncer de ovario son confundidos con otros trastornos gastrointestinales menos serios y la visita al doctor se dilata. Por eso es tan importante estar pendientes de los cambios en nuestro organismo. Esto le ocurrió a Marcia, quien luego de dos meses de estar experimentando varias de estas irregularidades decidió visitar a un gastroenterólogo. “El cuerpo te avisa. Tú lo conoces y él te da signos. Hay que hacerles caso. Me sentía cansada y, pese a estar comiendo menos, la ropa no me quedaba por la inflamación abdominal”, nos contó. Pero ese retraso no disminuyó su ahínco por vivir y recuperar el tiempo perdido. Menos de una semana después de haber sido diagnosticada, a Marcia le fue removido exitosamente un tumor de cuatro libras. A partir de ese momento, empezó una dura lucha que a diario libra con el mejor de los ánimos y el apoyo incondicional de su familia y amigos. “Son lecciones de la vida”, reflexiona, “algunas personas tienen problemas con un hijo, otros sufren de diabetes, otros han sobrevivido un accidente… a mí me tocó esta lección y Dios me ha dado suficiente fortaleza para seguir adelante”. Y es que, para Marcia, “no hay mal que por bien no venga”. El cáncer ha replanteado sus prioridades, la ha llevado a disfrutar mucho más de la vida y a hacer de cada instante el mejor posible. “Lo más importante es tener una actitud de lucha y saber que no estás sola”.

Jo Heilbron mostró entereza y fortaleza hasta el final. Su espíritu no claudicó ante la enfermedad, como se puede apreciar en esta foto, tomada tan solo dos meses antes de partir.

Esto lo aprendió bien María Antonia de Cardoze quien fue, como muchos, testigo y parte del estrés que una enfermedad como el cáncer pone en la familia. Su testimonio es claro: lo más importante es acompañar y apoyar a quien atraviesa por algo tan devastador e inexplicable. “Si a un familiar tuyo le sucede algo así, siéntate a investigar y aprender, únete con los demás miembros de la familia para juntos apoyar en las decisiones que se deberán tomar, resuélvele los problemas pequeños del día a día, está presente para que pueda hablar y desahogarse, acompáñala a las quimioterapias, transmítele positivismo y fortaleza para luchar contra la enfermedad. Todo lo que hagas ciertamente la ayudará a salir adelante y sobrellevar una carga para la cual nadie está preparado”, nos contó emocionada. Tras cuatro años de haber despedido a su madre, María Antonia siente que su partida no fue en vano y que la semilla que sembró en ella y en sus hermanos sigue germinando a través de iniciativas como la de la cinta verde azulada, creada para alertar a más mujeres panameñas sobre los signos y peligros de esta enfermedad.

Para Rita de de Obarrio, quien superó la batalla hace más de una década, lo más importante es aceptar la enfermedad para poder pelearla de frente. Hay que armarse de valor y afrontar cada nuevo reto. “Dare to be bald –atrévete a ser calva– fue un lema que podría resumir mi actitud ante el cáncer. Era un reto no dejarme vencer”, afirma convencida. Aparte de los tratamientos médicos y el positivismo, su familia y la fe en que “hay alguien arriba” que la quiere mucho resultaron fundamentales. “Dos de mis hijas aprendieron a inyectarme, para evitar el trauma de una enfermera, y tanto ellas como mi esposo y los demás me animaban y hacían mi día a día más fácil. Era un trabajo de equipo. Por mi parte, conversaba con Dios y hasta donde podía seguía mi vida normal. La mayor enseñanza que obtuve de mi lucha contra el cáncer fue que es una prueba que no solamente podemos, sino debemos vencer, y eso es lo que cada mujer debe hacer”, enfatizó.

La cinta verde azulada es el símbolo de la campaña avalada por FundAyuda para promover la educación sobre el cáncer de ovario entre la población panameña.

Me ayudó…

·  “El libro I Can COPE: Staying Healthy with Cancer, escrito por Judi Johnson y Linda L. Klein”. Rita de de Obarrio

·  “El buen humor de mi esposo. Definitivamente hay que afrontar esta enfermedad con mucho positivismo”. Marcia Riba de Valdés

·  “Lo que más ayudó a nuestra madre fue el gran apoyo que tuvo siempre de su esposo y de todos sus hijos, y su fe y fortaleza”. María Antonia de Cardoze

 

Ciertamente el cáncer de ovario es una lucha de mujeres, pero también de cada uno de los esposos, padres e hijos para quienes la vida de “ella” es lo más importante que existe. Como bien comentó Marcia al final de la entrevista, con gran sabiduría y humildad: “No hay que buscar un porqué. Imagínate que éste es un proceso en el que te están podando, espiritualmente, y luego de superarlo tu espíritu se va a hacer más fuerte. Solamente hay que concentrarte y buscar lo positivo, pues todo es superable… aun cuando sabes que tienes cáncer”.

He aquí lo que toda mujer debería tener presente para vivir plenamente y luchar contra el cáncer de ovario:

  • Hechos. Todas las mujeres corren el riesgo de padecerlo. Una prueba de Papanicolau no detecta el cáncer de ovario.
  • Factores de riesgo. La predisposición genética; los antecedentes personales o familiares de cáncer de mama, de ovario o de colon; ser mayor de edad y la infertilidad no deseada son algunos de los factores comunes que suponen un mayor riesgo para toda mujer.
  • Escuche su cuerpo. Aunque el cáncer de ovario usualmente no muestra ninguna señal o síntomas obvios, sí existen una serie de incomodidades que pueden alertarle y ayudarle a diagnosticarlo tempranamente, aumentando sus posibilidades de supervivencia. Si siente algo “raro” o diferente en su cuerpo, dude e investigue de inmediato: 1. Molestia o dolor pélvico o abdominal 2. Malestares gastrointestinales vagos, pero persistentes, tales como gases, náuseas e indigestión 3. Frecuencia y/o urgencia urinaria, en ausencia de una infección 4. Aumento o pérdida de peso inexplicables 5. Inflamación pélvica y/o abdominal, distensión y/o sensación de llenura 6. Fatiga inusual y constante 7. Cambios inexplicables en los hábitos de evacuación intestinal 8. Sangrado anormal de la vagina.
  • Acuda al doctor. Si los síntomas persisten por más de dos semanas, pídale a su médico que le realice un examen combinado pélvico/rectal, un examen de sangre CA-125 y un ultrasonido transvaginal.
  • Inicie el tratamiento cuanto antes. Una vez diagnosticado, ¡empiece la lucha de inmediato! Aunque se usan diferentes tratamientos y combinaciones de procedimientos, dependiendo de la etapa de la enfermedad y de la edad y salud de la paciente, la cirugía es el tratamiento utilizado en la mayoría de los casos y es preferible que sea realizada por un cirujano oncólogo. Usualmente, los ovarios, el cuello del útero, el útero y las trompas de Falopio son extraídos. Luego de la cirugía, se recurre a quimioterapia o al uso de drogas para matar las células cancerosas que puedan haber quedado en el cuerpo.

 

 

La cirugía se utiliza en la mayoría de los casos para tratar el cáncer de ovario. Mientras antes se diagnostica y combate la enfermedad mejor.

Fotos:
Fotos páginas 26, 28 y 32: Tito Herrera
Foto página 30: © Paván y Maxime

Foto página 34: © Robert Llewellyn / zefa / Corbis

Quizás te puede interesar