Vida de panda

Eva Aguilar |

22 diciembre, 2005

Terriblemente amenazados a causa de la invasión y destrucción de su hábitat, los pandas gigantes ocupan un lugar destacado en las listas de animales cuya supervivencia se encuentra amenazada. De allí que cada nuevo cachorro que sobrevive a su nacimiento es considerado un triunfo en el esfuerzo por salvar a estos embajadores de las especies en peligro de extinción.

La vida del panda gigante no rebosa precisamente de actividad. Comer y dormir constituyen el mayor entretenimiento de estos animales que alguna vez ocuparon extensos terrenos del centro de China, allá donde las lluvias son torrenciales y la neblina una cortina de perenne intimidad.

Peluches en blanco y negro, los pandas gigantes no son solo habitantes milenarios de los vastos territorios chinos, sino que además son parte de la cultura y la literatura oriental. Un buen día, sin embargo, esa misma cultura que los veneraba, se dio cuenta de que la especie se perdía y los esfuerzos se volcaron para salvarla. Se crearon reservas para proteger su hábitat y los zoológicos pusieron en marcha programas para fomentar la reproducción. Un esfuerzo al que se han unido países de todo el mundo.

Sin embargo, salvar al panda de la extinción no es un asunto fácil. Los pandas gigantes forman parte de ese grupo de animales de gran tamaño (entre los que se encuentran otros mamíferos y algunas aves) cuyo sistema y periodo de reproducción son cortos y poco eficientes. Las hembras del panda gigante solo ovulan una vez al año y su periodo fértil no pasa de los tres días. A ello hay que agregar que un gran porcentaje de los machos son estériles y tienen una fuerte tendencia a tornarse agresivos a la hora de aparearse. De lograr concebir, solo uno de los dos cachorros que suele tener la pareja sobrevive.

No es de extrañar entonces que el nacimiento de un cachorro de panda, no importa en que lugar del planeta ocurra, se convierta en un acontecimiento digno de celebración. Y de fiesta están precisamente en el Parque Zoológico Nacional de la Institución Smithsonian, en Washington, donde el 9 de julio nació Tai Shan, que quiere decir “montaña apacible”, probablemente el panda más promocionado y observado de los últimos meses.

El nuevo cachorro es hijo de dos estupendos adultos: Mei Xiang, la hembra, cuyo nombre significa “hermosa fragancia”, y Tian Tian, que quiere decir “más y más”. Ambos nacieron en el Centro de Investigación y Conservación del Panda Gigante en la reserva de Wolong, provincia de Sichuan (suroeste de China), y son la segunda pareja de pandas gigantes que acoge el Parque Zoológico Nacional del Smithsonian. Mei Xiang y Tian Tian viven en Washington en calidad de préstamo por un periodo de 10 años, como parte de un programa de reproducción, investigación y conservación de esta especie que llevan en conjunto Estados Unidos y China.

Tras un intento de apareamiento sin resultados positivos este año, el personal del Parque Zoológico decidió inseminar a Mei Xiang con el esperma de Tian Tian, antes de que terminara su periodo de ovulación. El grupo de veterinarios logró moverse tan rápido y con tanta efectividad, que cuatro meses después los resultados ya podían ser vistos por miles de internautas que entran a la página de Internet del zoológico para saber sobre el estado de salud de la nueva celebridad y observar el comportamiento de madre e hijo a través de la cámara instalada en la jaula que ambos comparten.

Tai Shan es examinado cada semana para determinar su peso y su tamaño. Además, se revisa el funcionamiento de sus pulmones y riñones, y se toman muestras de orina y materia fecal. No obstante, estos exámenes tienen un propósito que va más allá de determinar la salud del cachorro. También están relacionados con el papel que tienen los zoológicos en la investigación científica destinada a colaborar en la conservación de animales que se encuentran en peligro de desaparecer.

“No se trata de que el cachorro requiera atención especial por haber nacido en cautiverio; en realidad es que durante estos exámenes tenemos la oportunidad de obtener información que podría ayudar a conservar la especie en su estado salvaje”, explica Carlos Sánchez, veterinario del Parque Zoológico Nacional de la Institución Smithsonian, quien realiza periódicamente los exámenes médicos a Tai Shan. “Esta información, combinada con los datos sobre el crecimiento de cachorros de panda gigante obtenidos en otras instituciones, nos permite entender mejor el desarrollo y el comportamiento de la especie”.

De acuerdo con Sánchez, Tai Shan está sano y parece estar creciendo con normalidad. Estas son buenas noticias para un parque zoológico que ya había pasado por la misma experiencia con tristes resultados. En la década de 1980, Ling-Ling y Hsing-Hsing, la primera pareja de pandas gigantes que albergó el zoológico, tuvo cinco cachorros de los cuales ninguno sobrevivió más de cuatro días.

“Todos los nacimientos de cachorros de panda gigante son importantes”, dice Sánchez. “Pero debido a su historia, para el Zoológico Nacional de Washington este es realmente especial”.

La ciencia detrás de la conservación
Los científicos del Parque Zoológico de la Institución Smithsonian aprenden muchas cosas gracias a Mei Xiang y su pequeño cachorro. “Mei Xiang ha sido madre por primera vez y su comportamiento nos sorprende cada día. La experiencia de ver al cachorro crecer, y el ser capaces de registrar los datos sobre su comportamiento, nos proporciona gran cantidad de información que podemos compartir con otros investigadores en Estados Unidos y en China”, comenta el veterinario. “La información nueva sobre esta especie es abundante y es maravilloso poder obtenerla de primera mano”.

Efectivamente, es mucho lo que los científicos desconocen aun sobre los pandas gigantes, y es precisamente esa información la que podría ayudar a salvarlos. Tanto en Estados Unidos como en China los investigadores están concentrados en estudiar el punto más débil del panda gigante: su ineficiente sistema de reproducción. Se trabaja en el análisis del esperma de los machos con el propósito de conservar los genes más saludables y la diversidad genética de la especie. Además, se analizan las hormonas que intervienen en el proceso de reproducción de estos animales. Todo esto permitirá realizar inseminaciones artificiales exitosas como la que se le hizo a Mei Xiang este año.

Y es que si la naturaleza dotó al panda gigante de una única oportunidad al año para concebir su descendencia, la ciencia parece estar empeñada en darle el empujón que necesita para que esa oportunidad no falle.

Además de estudiar su vida reproductiva, los científicos investigan el hábitat actual del panda gigante (la mayor parte reservas de bosques fragmentados que a la larga no son una garantía de sostenibilidad), su nutrición e incluso se vigila la salud de los animales que viven en cautiverio con la aplicación de vacunas y cuidados médicos de prevención.

Los esfuerzos por mantener al panda gigante entre nosotros son admirables, pero hay tantas cosas que los investigadores desconocen sobre estos hermosos animales, que es difícil predecir si llegaremos a saberlas a tiempo para sacarlos de la lista de especies en grave peligro de extinción, de la que ellos, para bien o para mal, son su símbolo. El optimismo, sin embargo, es palpable en aquellos que trabajan de cerca en ese proceso de investigar para conservar.

“Los pandas gigantes todavía tienen un lugar en el mundo”, dice Peper Long, vocera del Parque Zoológico Nacional de Washington. “Una de las cosas más fascinantes de trabajar con los pandas gigantes es que son los embajadores más carismáticos de todos los animales que necesitan ayuda para sobrevivir. Sin embargo, como ocurre con todas las especies, necesitamos ser más conscientes de sus necesidades. No podemos enfocarnos únicamente en la reproducción, sino que debemos entender su hábitat, su comportamiento y su psicología. Ya hemos perdido demasiadas especies y entender cómo toda la naturaleza está íntimamente relacionada nos ayudará a continuar con la investigación en materia de conservación”.

Si ese es el camino a seguir, quizás el panda gigante vuelva a reinar millones de años más en los bosques de bambú, allá donde las lluvias son torrenciales y la neblina una cortina de perenne intimidad.

Créditos fotográficos:
Jessie Cohen, Parque Zoológico Nacional de la Institución Smithsonian.

Sabías que…
  • El nombre científico del panda gigante es Ailuropoda melanoleuca, término latino que significa “animal en blanco y negro con patas de gato”.
  • A diferencia de la mayor parte de los osos, los pandas gigantes no hibernan.
  • No se sabe a ciencia cierta cuántos años puede vivir un panda gigante en la naturaleza. En zoológicos de China individuos de esta especie han alcanzado los 35 años.
  • El 99% de la alimentación de los pandas gigantes consiste de bambú. En estado salvaje, también se alimentan de otras plantas y pequeños roedores.
  • La evolución le ha otorgado al panda gigante un miembro atrofiado conocido en lenguaje común como el “pulgar del panda”. Formado por un hueso llamado sesamoide radial y sin ser un dedo en todo el sentido anatómico, este pulgar le otorga al panda su extraordinaria habilidad para manipular el bambú a la hora de comerlo.
  • Los pandas gigantes han vivido en los bosques de bambú de China durante varios millones de años. Hoy en día el territorio que necesitan para sobrevivir se ha visto reducido considerablemente a causa de la agricultura, la deforestación y el desarrollo humano. De allí que el espacio ocupado por estos animales, que alguna vez habitaron también tierras bajas, esté limitado únicamente a las montañas.
  • Los osos panda gigantes se encuentran en la lista roja de especies en peligro de extinción de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN por sus siglas en inglés). Se calcula que quedan alrededor de 1600 individuos en estado salvaje, mientras que más de 160 viven en zoológicos y centros de reproducción.
  • A pesar de su tierna e inocente apariencia, los pandas gigantes pueden ser tan agresivos y peligrosos como cualquier especie de oso.

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