Viviendo con artrosis

Dra. Ana Melissa Anzola |

14 septiembre, 2018

¿Qué es la artrosis?

La artrosis u osteoartritis (por su nombre en inglés) es una enfermedad degenerativa de las articulaciones y es una de las más comunes en el mundo, afectando a casi el 10% de la población. Se puede ver tanto en animales como en seres humanos e, incluso, se ha visto en huesos de dinosaurios. Es más común en las articulaciones que cargan peso o tienen mucho uso, como rodillas, columna o manos, pero puede verse en cualquier articulación del cuerpo y suele afectar a varias a la vez.

Entre los dos extremos de hueso que forman una articulación, existe una capa protectora y resbaladiza de cartílago junto a un líquido espeso. Estos cumplen funciones de proteger, amortiguar y disminuir la fricción entre los huesos,  permitiendo que nos podamos mover.

Cuando esta capa se pierde o “desgasta”, los huesos chocan entre ellos aumentando la fricción y deformándose, causando dolor y rigidez al movernos.

¿Es lo mismo que artritis?

No es lo mismo. La artritis, artrosis, gota y muchas otras enfermedades de las articulaciones se han llamado “artritis” por siglos, ya que era muy difícil ver la diferencia entre una enfermedad y otra. Es desde el siglo XX en adelante que sabemos que son enfermedades distintas y cada una tiene su propio nombre y tratamiento. Sin embargo, sigue existiendo mucha confusión entre los términos.

La artritis, como su nombre indica, es una inflamación de la articulación. En este caso algo externo (ya sea una infección o el mismo sistema inmune de la persona) ataca e inflama el cartílago y las membranas de la articulación, impidiendo que haga su función y produciendo dolor.

La artrosis no inflama directamente el cartílago, sino que lentamente lo destruye. Puede tener inflamación como consecuencia del roce permanente de hueso con hueso, pero no es la causa del problema. La artrosis suele empeorar con los movimientos y mejora al descansar; mientras que la artritis duele en todo momento e, incluso, empeora al no movernos.

¿Quién tendrá artrosis y qué puede causarla?

Siempre se ha pensado que la artrosis es una enfermedad de la vejez. Esto se debe a que mientras más edad se tenga, más difícil es para el cartílago repararse. Sin embargo, puede iniciar desde la mediana edad.

Todos los sobreesfuerzos de la articulación aumentan el riesgo de padecer artrosis. Una causa común es el sobrepeso, que obliga a las articulaciones a cargar más de lo debido y las desgasta más rápido. También las malas posturas pueden poner más peso en una articulación que en la otra, empeorando el desgaste en la que carga más peso.

Aunque no es una enfermedad hereditaria, sí tiene un componente genético. Es decir, se hereda el riesgo a padecer la enfermedad y serán los demás factores los que determinen si se llega a presentar o no.

Es por esto que la prevención de la artrosis se logra, principalmente, manteniendo un peso corporal adecuado para evitar el desgaste de las articulaciones. En menor medida, evitando el sobreuso con deportes de contacto o impacto, manteniendo buenas posturas y teniendo una vida activa.

¿Cómo sé si tengo artrosis?

Lo principal para detectar la artrosis son los síntomas. Es típico tener dolor, rigidez y dificultad para realizar movimientos.

En ocasiones puede presentar inflamación y enrojecimiento de las articulaciones afectadas, lo que se conoce como “brotes”. También es común el empeoramiento del dolor con los cambios de temperatura, ya que las articulaciones dañadas son sensibles a cambios de presión atmosférica.

En la mayoría de los casos, una evaluación y radiografías de regiones afectadas son suficientes para el diagnóstico. En ocasiones se pueden solicitar tomografías o una resonancia magnética para evaluar mejor las estructuras, pero no suele ser necesario.

¿Qué puedo hacer si tengo artrosis?

Aunque es una enfermedad que no tiene cura, existen muchas maneras de manejarla y enlentecer su progreso. Una de las medidas básicas es el control de peso mediante dietas, preferiblemente supervisadas por un médico o nutricionista.

Otra herramienta útil es el uso intercalado de calor y frío. El calor (puede ser con manta eléctrica, parafina caliente o bolsas de agua caliente) ayuda a disminuir el dolor en las articulaciones, aunque en los episodios de mayor inflamación, el frío da mejores resultados.

El ejercicio ayuda a fortalecer la musculatura y mejorar la flexibilidad, lo que nos permite movernos con más facilidad. Se recomiendan los ejercicios que no pongan mucho peso en las articulaciones, como la natación o bicicleta estática y evitar los de impacto, como correr. En los momentos de inflamación es recomendable el reposo y luego retomar el ejercicio cuando la inflamación haya disminuido.

De igual manera, si el dolor incapacita mucho, se podrían iniciar ejercicios supervisados por un rehabilitador.

La medicación se usa para controlar el dolor, ya que no existe alguna que “regrese” la articulación a su estado previo. Tenemos a nuestra disposición desde medicación oral hasta geles, pero cuáles utilizar dependerá de los síntomas y deberán ser supervisados por un médico. En algunas ocasiones, si la deformidad de los huesos es muy severa, se pueden considerar cirugías con prótesis, sobre todo en rodillas; pero cada caso deberá ser evaluado para ofrecer el mejor tratamiento.

Aunque puede que tengamos que realizar muchas de las medidas descritas, lo más importante para aliviar los síntomas es mantener una actitud positiva y disposición para seguir realizando una vida normal. La artrosis, por sí misma, no hace peligrar la vida y se puede mejorar el dolor en la medida en que mantengamos un peso corporal ideal y realicemos un estilo de vida activo.

Fotos: Getty Images 

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