Ante una nueva era: el agua

Gladys Navarro de Gerbaud |

24 septiembre, 2008

¿Será el petróleo del futuro? ¿La joya que todos los países desearán obtener y conservar? Posiblemente, pero lo más importante es que la valoremos y cuidemos ¡desde ya!

Aunque el 70% de la superficie del mundo está cubierta por agua, solamente un 2.5% de la misma es dulce y, al final, menos del 1% está disponible para nuestro consumo.

Todos y cada uno de los más de seis mil quinientos millones de habitantes del planeta necesitamos tomar un promedio de entre uno y dos litros de agua al día para poder vivir. Esto, sin contar la cantidad que requerimos usar para el resto de nuestras actividades. Pero, ¿por qué preocuparse? Después de todo, el 70% de la superficie del mundo está cubierta por agua y muchos países, incluyendo el nuestro, se vanaglorian de la gran cantidad que está a nuestra disposición, considerándola un bien inagotable. Hay quienes, incluso, no escatiman en limpiar las aceras con “manguerazos” de agua potable o utilizar los ríos como basureros privados.

Ojalá la ecuación fuese tan sencilla pero, definitivamente, la opinión de los expertos no podría ser más diferente. Cada uno de los que consultamos, para obtener un vistazo actual de la realidad del agua, lo reiteraron: Emilio Sempris, director general del Centro del Agua del Trópico Húmedo para América Latina y El Caribe (CATHALAC); Alejandro Balaguer, director de la Fundación Albatros Media; Carlos Vargas y Práxedes Castro, gerentes ejecutivos de las divisiones de Ambiente y Agua de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP); Juan Antonio Ducruet, director ejecutivo del IDAAN; y Robert Stallard, científico especialista en hidrología del Smithsonian Tropical Research Institute (STRI), entre otros. He aquí sus conclusiones…

La Antártica contiene el 90% del hielo del planeta y pierde unos 152 kilómetros cúbicos al año. Su derretimiento, entre otras cosas, pone en peligro el suministro de agua de muchas ciudades.

No hay agua pa´ tanta gente
Mientras la población mundial sigue creciendo, pronosticándose que supere los ocho mil millones de habitantes en dos décadas, la disponibilidad del agua va en descenso, primero porque las fuentes cada día se deterioran más –debido a una falta de cultura generalizada y la consecuente contaminación que sufren las reservas hídricas, lagos, ríos y acuíferos– y, segundo, porque se espera que el cambio climático global produzca variaciones significativas en nuestro planeta.

De acuerdo con Stallard, de STRI, “uno de los temas más discutidos sobre el calentamiento global son los deshielos de la Antártica. Esta región, que contiene el 90% del hielo del planeta, pierde unos 152 kilómetros cúbicos al año, lo que supone una subida del nivel del mar de unos 0.4 milímetros”. Su derretimiento amenaza el suministro de agua, especialmente en las ciudades costeras que se abastecen de agua subterránea y acuíferos de agua dulce, ya que la intrusión de agua salada convertiría esos yacimientos en aguas salobres no aptas para el consumo humano; una noticia no muy agradable para millones de personas y por lo que, al día de hoy, países industrializados y poderosos como Japón y Holanda ya han levantado barreras para prevenir que el océano invada sus tierras.

Y es que la abundancia de agua en la Tierra no garantiza su carácter de consumo. Según Sempris, de CATHALAC, “solamente el 2.5% del agua del planeta es dulce, mientras que el restante 97.5% es agua salada. Casi el 70% de esa agua dulce está congelada en los glaciares, y la mayor parte del resto se presenta como humedad en el suelo, o yace en profundas capas acuíferas subterráneas. Así, la realidad es que menos del 1% de los recursos de agua dulce del mundo están disponibles para nuestro consumo y, al final, uno de cada cinco habitantes de nuestro planeta no tiene acceso al agua potable”.

La deforestación, la degradación del suelo y la erosión, como consecuencia de la mano del hombre, deben ser evitadas. El desierto de Sarigua, localizado en la provincia de Herrera, es un ejemplo fehaciente del deterioro medioambiental.

El petróleo de mañana
Con los índices ya expuestos –más gente y menos agua disponible– se espera que, para el año 2025, dos tercios de la población mundial viva en países con escasez moderada o severa de agua. ¿Significa, esto, que el agua de hoy será el petróleo de mañana? ¿Que podría haber conflictos por su obtención? Quizás un ejemplo, comentado por Carlos Vargas y Práxedes Castro, de la ACP, sirva para entenderlo mejor. “Vayamos hoy al supermercado y compremos un galón de agua: ¿cuánto nos cuesta? La tecnología para transformar agua salada o aguas residuales en agua potable ya existe y se invierten millones de dólares en el proceso. Existe esa opción o, como último recurso, la importación de agua potable: Kuwait exporta petróleo a Brasil, pero Brasil obtiene mayores divisas por su exportación de agua dulce a Kuwait. Esto no ocasiona ningún problema mientras los países con escasez cuenten con los recursos necesarios para las inversiones requeridas o para importar agua dulce. El problema se iniciaría en el momento en que no exista el capital económico suficiente y haya la necesidad apremiante por el líquido de la vida y el desarrollo”.

Y ya hay varios rincones del planeta donde la situación es alarmante. Según el director de CATHALAC, los 538 millones de habitantes de la parte norte de China viven en una región con intenso estrés de agua. Más aún, hoy unos 700 millones de personas de 43 países viven por debajo del umbral de estrés de agua –1,700 metros cúbicos por persona– y, en el año 2025, esta cifra alcanzará los 3,000 millones, a medida que se intensifique el escenario en África, China e India.

¿Y cuál es la situación de Panamá?
Definitivamente, Panamá es rica en recursos hídricos. Nuestro país goza de una precipitación promedio en todo el territorio de 3,000 mm –3,000 litros de agua por metro cuadrado–. Contamos con 52 cuencas hidrográficas y alrededor de 500 ríos, con los mayores recursos de agua en la vertiente del Pacífico (principalmente en la provincia de Chiriquí). Con excepción del área del Arco Seco (parte de Veraguas, península de Azuero y el suroeste de la provincia de Coclé), donde hay escasez del recurso y severas competencias por el uso del agua, podemos decir que nuestro país ha sido bendecido.

La cuenca del Canal suministra alrededor del 70% del agua potable en nuestro país. Esta área, de más de 330,000 hectáreas, es nuestra tacita de oro en cuanto a recursos hídricos se refiere.

Y estos niveles de precipitación y abundancia de agua tienen consecuencias directas en nuestra economía. El 60% de la energía eléctrica generada en el país proviene de la generación hidráulica y la demanda de agua para esta actividad alcanza los 7,250 millones de metros cúbicos (m3) al año, concentrándose en las provincias de Panamá (Bayano) y Chiriquí (La Estrella, Los Valles y Fortuna). Por otro lado, el Canal de Panamá, el mayor impulsor de nuestra pujante economía, utiliza, en promedio, 2,403 millones de m3 por año para la navegación interoceánica, con un prorrateo aproximado de 153,000 m3 de agua dulce por cada esclusaje.

Según datos suministrados por la ACP, el Segundo Informe Mundial de la Situación de los Recursos Hídricos sitúa a Panamá en un nivel privilegiado en cantidad de agua natural per cápita, aproximadamente el número 22 a nivel mundial, incluyendo países y lugares con cubiertas de hielo como Canadá, Islandia y Groenlandia. En Centroamérica, sólo Belice tiene mayores recursos hídricos per cápita que Panamá.

Sin embargo, cantidad no es lo mismo que calidad. Al evaluar el caso panameño referente a la calidad –léase contaminación– del agua natural, la situación cambia. El reto de detener el deterioro de los ríos y lagos panameños es esencial. Según CATHALAC, la actividad económica y social del país, concentrada en las cuencas del Pacífico con 86% de la población, ha resultado en la deforestación y la degradación del suelo, la aceleración de la erosión, la sedimentación y la contaminación de los cursos de agua. Sabemos que la principal fuente de contaminación del recurso hídrico es el vertido de las aguas servidas domésticas, sin tratamiento previo, a los cauces superficiales de los ríos y quebradas. Pero eso adquiere mayor significado cuando estudios de la Universidad de Panamá y la Universidad Tecnológica de Panamá, referentes a la calidad del agua en los principales ríos de los distritos de Panamá, La Chorrera, San Miguelito y Arraiján, demuestran que éstos presentan elevadas concentraciones de materia orgánica y alta carga bacteriana.

El Canal es, realmente, un mega administrador de agua, pues maneja casi 5,000 millones de metros cúbicos anuales, magnitud apreciable en esta toma de la represa de Gatún.

Producción de agua potable en el país
Cada vaso de agua potable que sale de un grifo y llega a las manos de los panameños pasa por alguna de las cincuenta plantas potabilizadoras que maneja el IDAAN o por las dos que maneja la ACP. Según el ingeniero Ducruet, director del IDAAN, la institución suministra una producción de 288.77 millones de galones por día (MGD), que benefician a una población de 2,072,351 de usuarios, y se tiene prevista la ampliación y mejoramiento de las plantas existentes, sin descartar la posibilidad de construir nuevas. La perforación de pozos profundos para obtener agua subterránea es otra valiosa opción. “En muchos casos”, comentó Ducruet, “los pozos son la mejor solución, ya que esta agua tiene una buena calidad, al contar con filtros naturales, y provee respuestas mucho más rápidas debido al menor costo de la inversión”.

El resto de la producción de agua potable del país se lleva a cabo en las plantas de Miraflores y Monte Esperanza, siendo de 48 y 32 MGD respectivamente, y proporciona agua potable a aproximadamente 200,000 personas con la primera (área del Canal, Balboa, Chorrillo, Ancón, Casco Viejo y alrededores) y 60,000 con la segunda (ciudad de Colón y alrededores). Una nueva planta en construcción, “La Mendoza”, inicialmente producirá 40 MGD para unos 200,000 residentes de La Chorrera y sus alrededores.

Cabe señalar que alrededor del 70% del agua potable distribuida en el país tiene como fuente la cuenca del Canal, un área de más de 330,000 hectáreas que suministra agua potable para el consumo humano, el funcionamiento del Canal y la generación hidroeléctrica. De hecho, el 95% del agua potable producida por la ACP se distribuye en las ciudades de Panamá, La Chorrera y Colón.

El futuro del agua en el mundo
Todo apunta a que, si no tomamos conciencia y manejamos adecuadamente nuestros recursos hídricos, surgirán problemas como la proliferación de enfermedades por la falta de agua potable o por su contaminación, y la imposibilidad de garantizar el abasto a futuro debido al agotamiento de las fuentes. Además, se prevé que con el cambio climático, se dé una disminución de hasta 20% en las precipitaciones, lo que exacerbará los procesos de sequías y desertización a nivel mundial.

Buenas noticias
Dentro de este complicado esquema existe, todavía, una esperanza: estamos tomando conciencia. Según Alejandro Balaguer, de la Fundación Albatros Media, “América Latina es un mundo acuático y podría seguir siéndolo si se conservan sanas las fuentes hídricas que propician la biodiversidad. La clave está en llevar adelante una política de gestión hídrica integral, clara y equitativa”.

Cada vaso de agua potable que sale de un grifo y llega a las manos de los panameños pasa por alguna de las cincuenta plantas potabilizadoras que maneja el IDAAN o por las dos que maneja la ACP. El mayor consumo de agua potable se da en las provincias de Panamá, Chiriquí y Colón.

Afortunadamente, hay ejemplos de un cambio en la mentalidad. Nuestros vecinos, Costa Rica y Colombia, están haciendo lo suyo. En Costa Rica, existe el “pago por servicios ambientales”, por el cual la conservación de los bosques tiene un valor tangible para sus propietarios. Cuando el equivalente a once campos de fútbol se arrasan cada minuto, esto tiene un tremendo significado. En Colombia, existe una fábrica natural de agua pura que nace en el Parque Nacional Chingaza y alimenta a alrededor de ocho millones de personas. La Empresa de Acueductos de Bogotá compró a los ganaderos más de 40,000 hectáreas de tierras para garantizar la sostenibilidad del recurso hídrico.

En Panamá, se ha estado trabajando en una serie de iniciativas que deben tender a la conservación y protección del recurso hídrico, entre ellas la Ley 44 de Cuencas, del año 2002, y la elaboración del Plan Nacional de Gestión Integrada de Recursos Hídricos (PNGIRH), un proceso que promueve el desarrollo y la gestión coordinados del agua, la tierra y los recursos relacionados, y que nuestro país ha sido el tercero en desarrollar, después de Brasil y México, dentro del área de América Latina y el Caribe. Adicionalmente, se está discutiendo en la Asamblea Nacional un Anteproyecto de Ley de Gestión Integrada de Recursos Hídricos y un Anteproyecto de Pago por Servicios Ambientales. Asimismo, el Proyecto de Saneamiento de la Bahía redundará en la restauración de los ríos de la ciudad capital.

Una responsabilidad compartida
El agua es un bien invaluable que tenemos que cuidar. ¡Hagamos algo! Incorporemos en nuestra vida cotidiana estas diez recomendaciones de CATHALAC para conservar el agua:

  • No tire basura en los ríos, pues de ellos sale el agua que tomamos
  • Revise sus grifos y plomería por goteos (una gota por segundo representa 2,700 galones al año)
  • No deje el agua correr mientras se baña, cepilla los dientes, rasura o afeita
  • Bañe sus mascotas o lave su carro en un área que requiera agua
  • No barra ni “mangueree” el piso con agua potable
  • Redirija el agua proveniente de los aires acondicionados para regar los jardines
  • Coloque botellas plásticas llenas de arena o piedritas en el tanque del inodoro, para ahorrar agua por desplazamiento
  • Instale inodoros eficientes o adecue los existentes con mecanismos que conserven el agua
  • Aplique sistemas de riego por goteo donde sea posible
  • Recoja agua de lluvia y dele uso.

Fotos:
Fundación Albatros Media
Autoridad del Canal de Panamá

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