Eternamente enamorados
Un libro, escrito por un ama de casa, inició una de las más imponentes modas de nuestro tiempo. Twilight es un fenómeno que no ha escapado fronteras, edades ni medios para propagarse.
Los actores estadounidenses Taylor Lautner y Kristen Stewart, y el británico Robert Pattinson, han causado sensación gracias a su participación en las películas Twilight y New Moon, una saga a todas luces exitosa.
En nada se parece al conde Drácula. De Edward Cullen, el vampiro de ojos azules y six-pack perfecto que protagoniza las películas de la saga Twilight, es fácil enamorarse. O si no, pregúntenle a las millones de fanáticas que han demostrado, una vez más, que la pasión adolescente no solo mueve montañas sino millones.
Han comprado libros –más de 70 millones de copias alrededor del mundo–, se han parado en fila para el cine –Twilight recaudó $384 millones en taquilla a nivel mundial– y han comprado más de medio millón de artículos en eBay, desde anillos y collares, hasta afiches y camisetas.
Llámenle fenómeno, franquicia, fanatismo extremo… Lo que comenzó como una novela de vampiros escrita por una autora novata ahora tiene sus propias muñecas Barbie, juegos de mesa, aplicaciones de iPhone, contratos con Wall-Mart y Burger King, y bandas sonoras que han arrasado con las listas Billboard.
Nadie se lo esperaba, mucho menos Stephenie Meyer, un ama de casa con tres hijos, quien se sentó un día a narrar un sueño conmovedor, y tres meses más tarde tenía en sus manos el manuscrito de Twilight, y un par de meses después un contrato con la editorial Little, Brown. Fue un best seller inmediato y, como era de esperarse, al poco tiempo Hollywood vino a tocarle la puerta.
Claro, no es la primera vez que el mundo se obsesiona con un vampiro. El novelista irlandés Bram Stoker publicó Drácula en 1897. Con su inmensa imaginación, Stoker nos enseñó mucho de lo que hoy sabemos sobre los vampiros humanos: que viven eternamente, que tienen poderes supernaturales, que no duermen de noche, que el ajo los debilita y que le chupan la sangre a las doncellas. Muchas de estas características reaparecen en otros libros de vampiros, como el famoso Lestat, el personaje creado por la escritora Anne Rice en la década de los ochenta para protagonizar sus Crónicas de Vampiros. Los que no leyeron los libros de Rice seguro recuerdan a Lestat en la película Interview with the Vampire, encarnado por Tom Cruise (otro vampiro guapo).
Además de tener su propio género literario, los vampiros han sido un popular tema para series de televisión. Dark Shadows era una telenovela de los sesenta en la que figuraban zombies, brujas, fantasmas y otras criaturas de la noche, pero en la que el vampiro Barnabas Collins era la verdadera estrella.
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En 1997, millones de televidentes adolescentes se identificaron con la vampiresa de Buffy the Vampire Slayer, una exitosa serie protagonizada por Sarah Michelle Gellar, que estuvo en el aire hasta el 2003. Y hoy, gracias en gran parte a Twilight y a series de televisión como Vampire Diariesy True Blood, nuestra obsesión por este género está en pleno furor.
¿Por qué nos atrae la combinación de colmillos, cuellos y sangre? Por un lado, dicen que a las mujeres les gustan los chicos malos. Solitarios, misteriosos, peligrosos y fuertes, quizás es por eso que los vampiros nos resultan tan irresistibles.
Para entender mejor el fenómeno, volvamos la mirada hacia el crepúsculo: con un presupuesto de apenas 37 millones, la directora Catherine Hardwicke logró que Twilight se convirtiera en una de las cintas más rentables de los últimos tiempos. A la hora del reparto, cuando escogió al joven actor Robert Pattinson para interpretar al vampiro Edward, muchos la cuestionaron. Por su físico, estaba lejos de llamar la atención: flacuchento y pálido, en las películas de Harry Potter pasaba desapercibido como un personaje secundario. Pero Hardwicke dio en el tino. Todo lo que necesitaba Pattinson era un pequeño make-over: afiches con su rostro ahora adornan las habitaciones de millones de adolescentes alrededor del mundo.
Kristen Stewart asumió el papel de Bella, la adolescente humana que de él se enamora, y juntos tuvieron tanta química que hasta se ganaron un MTV Movie Award por “mejor beso”. En fin, de la noche a la mañana dejaron de ser actores “x” para transformarse en ídolos pop. Y la saga sólo comenzaba…
Después de Twilight, venía New Moon(el segundo de los cuatro libros), que se estrenó en noviembre de 2009 rompiendo el récord de taquilla doméstica en Estados Unidos, como la tercera cinta en recaudar más de 140 millones en su primer fin de semana (solo The Dark Knighty Spider-Man 3 le llevan la delantera). Con un elenco que parece sacado del catálogo de Abercrombie & Fitch, el director Chris Weiz, quien ya tenía experiencia con adolescentes en American Pie, reemplazó a Hardwicke como director.
En New Moon Pattinson se ausenta durante la mayor parte de la película y en su lugar –y para dicha de las fanáticas– llega Taylor Lautner. Lautner interpreta a Jacob, un hombre lobo con bíceps de acero que defiende a Bella del mal, pero no logra robarle un beso. ¿Quién dijo tensión sexual?
Así es: el sexo vende, aunque no sea sexo. Para muchos, la poderosa combinación de anhelo y abstinencia es lo que explica el atractivo de Twilight. En una era en la que perder la virginidad es casi más trivial que perder tu Blackberry, decirle no al sexo es un concepto casi novedoso. Es lo opuesto del “destape” de los años sesenta. Parece que en el siglo XXI “taparse” dice más. Ahora, que Meyer escriba sobre personajes que practican la abstinencia sexual no es para nada raro. La autora es mormona y admite ser estricta en sus creencias (no se toma un trago y no ve películas para mayores de 18 años). “Los padres de familia saben que estos libros no son sexuales sino románticos”, explica Meyer en una entrevista con el Wall Street Journal.
Otra explicación para la Twilight-manía está en la tecnología. Hoy en día se lee poco, al menos que se trate de la lectura de mensajes de texto. Y Meyer, bautizada la nueva J.K. Rowling por la revista Time (entre otras), ha sabido sacarle el máximo provecho a internet. A finales de 2009, el sitio web oficial de la serie (thetwilightsaga.com) contaba con casi 300 mil miembros. Su página personal (stepheniemeyer.com) la actualiza constantemente e interactúa con sus lectores respondiendo preguntas tan específicas que a los no fanáticos pueden parecerles absurdas (cómo era el vestido que lució Bella en su fiesta de graduación, por ejemplo).
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Claro que la mejor herramienta de mercadeo de Twilight son sus propios fans. En Amazon, las reseñas compartidas por los lectores suman a casi 5000, muchísimo más que ningún otro libro en la lista de best sellers. Por otro lado, sitios web creados por fanáticos, como los de Twilighters.org le siguen la pista a cada migaja de información sobre el tema. En TwilightLexicon.com, por ejemplo, hay un inventario tan completo del universo Twilight que encuentras hasta una lista de los carros que manejan los personajes. Y no todos son obra de colegiales; hasta las mamás fanáticas han desarrollado su propio punto de encuentro en línea, en Twilightmoms.com.
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La saga continúa: después de New Moon viene Eclipse, que se estrenará el próximo mes de junio, y en donde veremos a Bella decidir si es a Edward o a Jacob a quien ama. Con la publicación de esta tercera parte de la saga, Meyer logró quitarle el primer puesto a J.K. Rowling –recién lanzado el último Harry Potter– en muchas de las listas de los libros más vendidos en Estados Unidos.
El rodaje de Breaking Dawn, la cuarta y última parte de la serie, aún estaba por definirse a principios de este año. Fanáticos sedientos de información navegan y navegan internet en busca de noticias, aunque sean sólo rumores. ¿Quién será el director? ¿Tendrá una o dos partes? ¿Veremos a Bella y a Edward culminar su pasión? Los fanáticos tendrán que esperar, una vez más. Y mientras esperan, seguirán comprando anillos, collares, camisetas y afiches…
Fotos:
© Franck Robichon / epa / Corbis
© Ingo Wagner / dpa / Corbis
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