La franja de tierra que cambió el mundo y el museo que se construirá para celebrarlo

Mirie de la Guardia |

18 septiembre, 2003

Si bien esta historia se inicia hace unos 15 millones de años, el hecho decisivo que cambió el planeta ocurre hace apenas unos 3 millones de años. ¡Historia reciente si tomamos como base los 4.7 billones de añitos que tiene la tierra! Por aquel entonces, América del Norte y América del Sur estaban separadas por un estrecho de mar a través del cual fluía libremente la corriente ecuatorial del Atlántico con dirección al Pacífico. Pero todo estaba a punto de cambiar en forma dramática y para siempre.

Surge el Istmo de Panamá y la tierra no vuelve a ser la misma
Escuchar al Dr. Anthony Coates narrar los efectos del surgimiento del Istmo de Panamá es más emocionante que ver el mejor filme de Spielberg. Paleogeólogo, Director Ejecutivo del Smithsonian hasta su retiro, experto en América Tropical, co-fundador del “Panama Paleontology Project” y autor de innumerables libros y ensayos sobre el tema, Coates ha dedicado su vida a desentrañar la historia geológica de la formación del Istmo de Panamá y sus consecuencias.

Quince millones de años atrás comienza a formarse un archipiélago volcánico que luego evolucionara, en forma lenta pero certera, hasta convertirse en el Istmo de Panamá. Al construirse este puente natural entre las Américas, hace unos 3.5 millones de años, ocurre un intercambio biológico sin precedentes: animales y plantas separadas por millones de años se encuentran por vez primera y migran entre continentes, enriqueciendo y modificando la región.

Estos cambios geológicos tienen consecuencias aún más dramáticas porque, al surgir el Istmo, no sólo se tiende un puente entre continentes, sino una barrera entre los océanos. Si esta pequeña franja de tierra no hubiera desviado la corriente del Golfo de México, los puertos de Europa estarían congelados durante el invierno, el Mar Caribe no presentaría las características indispensables para la formación de los arrecifes coralinos (uno de los ecosistemas más diversos y productivos del mundo), no existirían las condiciones precisas para que nuestro país tuviera la vasta riqueza de peces, mariscos y aves marinas que tiene, y el clima mundial sería diferente.

Y aún hay más. Uno de los efectos más significativos del desvío de la corriente del Golfo de México por el surgimiento del Istmo fue el aumento de la humedad atmosférica que, al transformarse en nieve, dio lugar a los glaciares de la Edad de los Glaciares ocurrida en los últimos dos millones de años. La Edad de Hielo cambió definitivamente el clima del mundo entero y sus consecuencias no podían dejar de afectar a nuestros ancestros.

Los seres humanos, ¿podríamos deber nuestra existencia a Panamá?
Si le preguntas al Dr. Steven M. Stanley, geólogo, graduado en la Universidad de Princeton, Profesor de Paleobiología de Johns Hopkins University, ganador de innumerables honores y reconocido autor de obras de paleontología, paleología y evolución, te responderá inmediatamente que sí.

En su obra Children of the Ice Age: How a Global Catastrophe Allowed Humans to Evolve, el Dr. Stanley sostiene que la crisis ambiental de la Edad de Hielo, producida por el surgimiento del Istmo de Panamá, afectó la forma de vida de nuestros ancestros, causando la evolución de la especie Australopithecus al Homo. Según la teoría de Stanley, la desaparición de los bosques debido a las heladas, forzó al Australopithecus a descender de las copas de los árboles y asentarse en la tierra. O se adaptaba y evolucionaba, o perecía. Se adaptó, evolucionó -un cerebro más grande, la postura erecta- y surgió una nueva especie: el Homo, ancestro directo del hombre moderno.

Biodiversidad: consecuencia directa de ser puente y barrera
El término “biodiversidad”, acuñado por el Dr. Edward O. Wilson de Harvard University, literalmente significa “Conjunto de las especies vegetales y animales que viven en un espacio determinado.” Para su pequeño tamaño de apenas unos 75,577 km2, Panamá cuenta con un nivel de biodiversidad extraordinario.

  • Tiene más especies de aves, mamíferos, reptiles y plantas que los Estados Unidos y Canadá juntos.
  • En Panamá se encuentran aproximadamente 950 especies de pájaros (equivalente al 10% de TODAS las especies conocidas), 230 de mamíferos, 224 especies de reptiles, 164 de anfibios, 101 especies de peces de agua dulce (es decir, más que en ningún otro país de América Central) y 7,897 especies de plantas. Y estos son los números de especies conocidas hasta el momento.
  • ¡En nuestro país habitan también 10,000 tipos de escarabajos y 16,000 tipos de mariposas! En un estudio realizado en tan sólo 19 árboles, 80% de las 1,200 especies de escarabajos encontradas eran nuevas para los científicos.
  • En los 15 km2 de Isla de Barro Colorado se han encontrado -hasta el momento- 1,369 especies de plantas (más que en TODA Europa), 93 de mamíferos, 366 especies de pájaros, 90 especies de anfibios y reptiles y 300 especies de árboles, ¡más que en Estados Unidos, Canadá y México juntos!
  • Al tener costas en el Pacífico y en el Mar Caribe, Panamá cuenta con 4,000 hectáreas de arrecifes coralinos, ecosistema invaluable donde habitan, se alimentan y se protegen infinidad de especies.
  • Considerada como un «hotspot» de la biodiversidad, Panamá forma parte de dos de las 25 áreas mundiales reconocidas por la comunidad de Conservation International como hotspots. Estos «puntos calientes» abarcan apenas 1.4% de la superficie de la tierra, pero son el hogar de más del 60% de toda la flora y la fauna mundial, de allí su importancia en la conservación y el estudio de la biodiversidad y los ecosistemas.
  • Desde su nacimiento y por tradición, Panamá es también una encrucijada de gente, culturas e ideas. Si bien el indio, el blanco y el negro constituyen las raíces de uno de los más intensos mestizajes del continente americano, nuestra historia como país puente nos ha enriquecido con cinco pueblos indígenas y con la mezcla racial de gente de ascendencia española, de África, del Caribe, Europa, China, India, el Medio Oriente y América del Norte.

Museo Puente de Vida: punto de encuentro entre el arte y la ciencia
Una historia como la del Istmo de Panamá debe ser contada. No, más bien exige ser proclamada al mundo entero, porque si bien se trata de los antecedentes de la formación del Istmo de Panamá, sus consecuencias marcaron el desarrollo del planeta. Es nuestra historia, pero pertenece a todos los seres humanos y, como tal, debe ser celebrada por todos.

Los primeros en quedar boquiabiertos con la grandeza de Panamá seremos nosotros mismos, los panameños. Día a día vivimos en este paraíso, en este Istmo pequeño en tamaño, pero inmenso en su riqueza natural y cultural, sin darnos cuenta de lo que tenemos. Es por eso que un grupo de incansables y tenaces panameños se atreve a soñar, hace más de 5 años, con la posibilidad de construir un museo que celebrara nuestra historia natural, sus efectos en nuestra cultura y su importancia para todo el planeta. Un sitio que nos hiciera sentir orgullosos de lo que tenemos, de dónde venimos y de quiénes somos.

Pero una historia tan singular no merece ser contada como tantas otras. La suerte que nos caracteriza toca una vez más a nuestra puerta en las figuras de Frank Gehry y Bruce Mau. Reconocido como el arquitecto más importante del siglo XXI, el Picasso de la arquitectura, Frank Gehry ha reinventado la arquitectura y el diseño como sólo los genios pueden hacerlo. Ha recibido todos los premios y honores imaginables, pero son sus obras las que se levantan a proclamar su visión única y las que permanecerán más allá de su fama. Además, Frank Gehry tiene algo que no todos los arquitectos famosos tienen: su mujer, Berta Isabel Aguilera, es panameña y, de esta coincidencia prodigiosa, nos beneficiaremos todos.

En la Calzada de Amador, a la entrada del Canal de Panamá, comenzará a construirse el año próximo la primera obra de Frank Gehry en Latinoamérica: el Museo Puente de Vida, Museo de la Biodiversidad, un edificio de movimientos y colores tan extraordinario como el vuelo de una mariposa o el colorido de nuestra flora. Si bien el edificio en sí atraerá la atención del mundo entero, las exhibiciones que albergará, diseñadas por Bruce Mau –el gurú del diseño actual-, prometen desafiar todas las ideas que se tienen de un museo de historia natural.

Definir a Bruce Mau y a los miembros de Bruce Mau Design Inc. como diseñadores, sería aprisionarlos dentro de los confines de un término muy limitado; hacerlo no sólo sería injusto, sino equivocado. Visionarios, artistas, comunicadores, filósofos, escritores, transgresores y, sobre todo, dispuestos a aceptar retos, Mau y sus asociados han participado en proyectos tan variados como el diseño de libros, tiendas, imágenes corporativas, filmes, paisajismo, logos, revistas y exposiciones en museos, entre otros. Si alguien tiene la visión para traducir en imágenes y diseños impactantes la historia del surgimiento del Istmo y sus consecuencias y la extraordinaria biodiversidad que hay en Panamá, sin duda sería Bruce Mau, aseguró Gehry desde el inicio.

Una visión diferente para un museo diferente
Durante los últimos tres años y luego de intensas sesiones de intercambio de conocimientos con profesionales del ámbito científico, tecnológico y cultural de Panamá y del extranjero, y gracias al invaluable aporte de profesores y científicos del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI) y de la Universidad de Panamá, los miembros del estudio de Bruce Mau han diseñado y pulido el concepto de ocho exposiciones interactivas y completamente innovadoras. Panamá los ha cautivado y cada una de las galerías del museo refleja la pasión que sienten por el proyecto.

A diferencia de la mayoría de los museos de historia natural, Mau no ha concebido las exposiciones como centros de acopio de información, sino como modelos funcionales e interactivos que representen la grandeza de la historia del surgimiento del Istmo y sus consecuencias. Más que llenar al visitante de conocimientos, cada una de las galerías lo dejará maravillado, despertará su curiosidad de manera tal que, cuando salga, querrá continuar aprendiendo y descubriendo las extraordinarias riquezas que Panamá ofrece. Como bien afirma Mau, el verdadero museo es Panamá.

Nadie mejor que Kevin Sugden, arquitecto y biólogo canadiense, socio de Bruce Mau encargado del proyecto, para llevarnos de la mano a través de las galerías que formarán el cuerpo del museo. Su entusiasmo es contagioso y, cuando comienza a hablar de las maravillas que tendrá el museo, entendemos por qué. Iniciamos nuestra aventura a través de La rampa de vida, exposición y sendero con un espectacular mural de vidrio de colores de unos 14 metros de largo por 8 de alto donde aparecen imágenes de la vasta riqueza natural de nuestro país. Llegamos a Panamarama y quedamos inmersos en un espacio de tres plantas de alto, piso de vidrio y 14 pantallas de proyección que nos reciben con una presentación audiovisual de las maravillas de Panamá, la historia de su formación y lo que el Museo Puente de Vida ofrece.

Pasamos a La creación del puente sala que explica, en forma interactiva, los fenómenos geológicos que propiciaron la creación del Istmo a través de enormes esculturas rocosas de unos 14 metros de alto, compuestas por fósiles, artefactos, sedimentos y muestras que podrán ser examinados por el visitante. Dos mundos se encuentran es una representación dramática y artística del gran intercambio biótico resultante de la creación del puente. Caminaremos entre enormes esculturas de animales de diversas formas y tamaños, con aves volando sobre nuestras cabezas y paredes cubiertas por mosaicos que representan plantas e insectos partícipes de este intercambio.

Se desciende al atrio inferior, donde encontramos un espacio dedicado al Hombre en el Istmo, galería de llamativas columnas iluminadas con imágenes e información arqueológica, etnobotánica, mitológica, sociológica e histórica representando la fascinante historia del hombre panameño y de la interrelación de la cultura humana y los paisajes naturales del Istmo. Llegamos a la División de los océanos espacio extraordinario que, entre otras cosas, tendrá dos acuarios semicilíndricos de dos pisos de alto: uno con los peces y ambiente del Pacífico y el otro con los del Caribe, océanos divididos por nuestro Istmo como barrera terrestre. Ambos acuarios serán interactivos y buzos se sumergirán para hacer presentaciones en vivo a los visitantes.

La Sala de la interdependencia nos mostrará la importancia de mantener y respetar el balance y la relación entre los seres vivos. En esta representación, se colocará al hombre en el fondo de la pirámide de vida para demostrar que tan sólo somos una ínfima parte de esta cadena, pero de nosotros depende su protección, que también será nuestro futuro. Por último, llegamos a Panamá, centro de la red un espacio interactivo que invitará a los visitantes a explorar la relación entre Panamá y el mundo y a descubrir todo lo que Panamá tiene para ofrecer. Pantallas, computadoras, webcams que nos dejen ver en vivo las consecuencias de El efecto Panamá son tan sólo algunos de los atractivos de este espacio.

Esto es apenas un vistazo a lo que será el Museo Puente de Vida, sitio que abrirá sus puertas en el año 2006. Panamá Puente de Vida, Museo de la Biodiversidad: un punto de referencia para los amantes de la arquitectura y de las ciencias naturales, un sitio extraordinario rodeado de jardines botánicos colmados de la flora exuberante que nos rodea. Panamá tendrá una obra que será visitada y admirada por millones de extranjeros pero, mucho más que eso, contará con un sitio mágico que celebrará nuestro país, es decir, la historia del surgimiento de una pequeña franja de tierra que, desde hace unos cuantos millones de años, cambió la faz del planeta.

* La autora es propietaria de Allegro.
Fotografías cortesía de la Fundación Amador.

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