Las bondades del Darién

Vanesa Restrepo de Rinkel |

12 abril, 2019

Darién, la provincia que aún sigue siendo un misterio para la mayoría de los panameños, nos permite echar un vistazo a su mágico interior y nos invita a no olvidarlo.

Denso, boscoso, pero sobre todo enigmático. Así imagino al Darién panameño. Una tierra de todos y de nadie, en donde su naturaleza es encantadoramente esquiva y rebelde. Una que, desde mi ideología urbana, me maravilla al saber que la mano del hombre no se impone, sino que se entrega respetuosamente a su abundante riqueza para que juntos cosechen hermosos tesoros.

Dueño de los ríos más largos y anchos del país, así como de tierras fértiles bañadas por deslumbrantes playas y atardeceres que dejan sin aliento a quienes tienen la suerte de presenciarlos, la tierra en donde Vasco Núñez de Balboa hizo su primer asentamiento, enamora a quien verdaderamente comprende las bondades de su naturaleza y de su gente, quienes pese a vivir remotamente representan el origen panameño.

Calor humano

Beatriz Schmitt acompañada por líderes de la comunidad

En el recóndito Darién emergen poblaciones pequeñas y pueblos grandes a lo largo de los ríos, desconocidos para muchos, pero que siguen latiendo y que trabajan por salir adelante. Así me lo cuenta Beatriz Schmitt, una española que quedó cautivada por la alucinante naturaleza del Darién y por sus locales cuando llegó por primera vez hace más de 20 años y que hoy sigue trabajando en pro de esta provincia. “Ver el mar y la selva que le cae al mar, en la costa de Jaqué, llegando a Colombia, es uno de lo paisajes más impresionantes que hay y toda esa costa darienita del Pacífico con sus acantilados llenos de selva cayendo sobre el mar, es realmente bellísimo. Luego tienes todas esas poblaciones, en donde aún encuentras mucho sabor local y muy poca influencia de la ciudad de Panamá. Tienen un desarrollo autóctono tanto los afros en los pueblos costeros como los afrodarienitas con sus costumbres, su comida tradicional, su forma de pescar y de ver la vida, aunados a los indígenas emberá, los indígenas kunas y una gente joven estupenda”, cuenta.

Segundo Sugasti, biólogo darienita

A estas afirmaciones se les une Segundo Sugasti, un biólogo darienita de pura cepa, quien en 2013 dirigió el programa de radio Darién en positivo y quien hasta hoy se dedica a organizar excursiones en la selva para diplomáticos, políticos, celebridades internacionales y equipos de rodaje de canales de televisión como Nat Geo y Discovery Channel.

Esta actividad la compagina con sus labores sociales en la provincia, trabajando diariamente para presentar una imagen positiva de su tierra natal, una que para él no solo brinda una riqueza infinita en biodiversidad, sino en su pasado histórico y en las tradiciones de sus diferentes grupos étnicos como los emberá, wounaan, ngäbe, afro y colonos.

Y pese a que la comunicación entre sus dispersas poblaciones es complicada –muchos de nosotros estaríamos desorientados– para el darienita es una forma de mantenerse estrechamente conectado con sus ríos y bosques.

“En Darién hay que ingeniárselas en el aspecto logístico que varía en el Darién carretera, Darién de los ríos y Darién de la costa. En uno, tienes facilidades de comunicación cuando lo desees; en otro, dependes de la marea y en el otro, existen los pueblos originarios indígenas y afrodescendientes. También tienes a estos grupos conviviendo con los colonos. Cada cual con su cultura”, explica Sugasti.

Esta relación cultural y ambiental propia de los locales se palpa en cada uno de ellos, quienes desean que la imagen que tengamos del Darién sea una buena. Según Schmitt, tenemos la idea errada de que Darién es inseguro. Tal vez por las noticias negativas que se publican de él, en donde hablan de su narcotráfico y la tala de árboles, pero Schmitt da fe de que el Darién es seguro.

“Darién tiene muchísima presencia policial y eso te puede dar la misma sensación de inseguridad. En todas las comunidades está el servicio nacional de fronteras y tiene varios retenes. El área de la carretera es segura, muchísimos pueblos son seguros, la gente es superamable. Solamente algunas poblaciones cercanas a la frontera han tenido hechos aislados y hay comunidades remotas en donde ha habido narcotráfico”, explica.

Pueblos pujantes

De hecho, Darién debería representar turismo, sustento y, lo más importante, vida. “Desde el punto de vista de biodiversidad y demás temas ambientales, el Darién es el puente entre Centro y Suramérica en términos de bosques. Trae toda la carga y banco genético y todas las interconexiones entre las especies”, asegura Schmitt.

Asimismo, cuenta que es de donde viene la mayor parte de los plátanos que comemos. “Todos los que llegan a nuestros supermercados son cultivados de forma orgánica por los indígenas”.

Y si hablamos de mobiliario, la mayoría de la madera que tenemos en casa, como los muebles de caoba, vienen también de Darién, así como las artesanías, hechas manualmente por los kunas y los emberás, cerca del río Chagres.

Schmitt trabaja de la mano de la sociedad civil, organizaciones locales, asociaciones y cooperativas de las mujeres y es testimonio de sus liderazgos a través del Programa de Pequeñas Donaciones (PPD), un proyecto del Fondo de Medio Ambiente Mundial (FMAM) implementado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y ejecutado por la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS), que se enfoca tanto en las comunidades vulnerables como en las mujeres e indígenas, especialmente en zonas rurales ubicadas cerca de áreas protegidas o con altos grados de biodiversidad y de valor étnico cultural.

“Los proyectos son en conservación de bosques. Estamos ayudando a muchachos para que puedan hacer turismo, a conservar las fuentes de agua, al manejo de la basura, al tema del reciclaje en La Palma (capital de la provincia del Darién). También estamos enseñando a la gente a hacer mapas sobre sus bosques para que los puedan proteger de la tala y, además, apoyamos y financiamos a los grupos locales a trabajar sus propios emprendimientos”, apunta.

Otra organización que trabaja en pro del Darién es el Fondo Darién, creado como resultado de un acuerdo de Canje de Deuda por Naturaleza entre Estados Unidos y Panamá hace 15 años. Sus proyectos buscan facilitar la conservación, protección, restauración y uso sostenible y manejo de los bosques tropicales del Parque Nacional Darién y su zona de amortiguamiento.

Según un artículo escrito por Roxanne Cabral, jefa de misión interina de la Embajada de los Estados Unidos, publicado por La Prensa el pasado 15 de marzo, “los resultados del Fondo Darién reflejan una armonía que empodera a las mujeres, fortalece la economía, refuerza la seguridad del país y previene la deforestación”.

En él, Cabral comenta cómo los darienitas han aprendido a crecer sin comprometer el medio ambiente. Sus ganaderos, por ejemplo, han implementado prácticas para el aumento de su ganado y negocio sin tener que talar, contaminar ríos o quemar el bosque. A ellos les siguen los agricultores, agrónomos y biólogos, quienes se esfuerzan por mantener un sano equilibrio entre su trabajo y su entorno. Todos tienen claro que el hombre no puede progresar sin el medio ambiente y que al Darién hay que conservarlo por el bien de todos.

Un refugio para todos

¿Quién se hubiera imaginado que Darién es el hogar de uno de los más hermosos y completos campamentos de ecoturismo del país y que alguien de la ciudad se hubiera arriesgado a crear instalaciones en este lugar considerado “inhóspito” para la mayoría de los panameños? Propiedad de Raúl Arias de Para, Canopy Camp recibe a todos aquellos que quieran saborear la selva darienita.

Siguiendo los pasos de su abuelo paterno, don Tomás Arias Ávila, quien compró las Minas de Cana en Darién, y de su padre, don Tomás Arias R., quien lo acompañaba en sus visitas a la mina, Raúl le apostó a esta tierra a la que, contrario a muchos, siempre ha considerado un lugar conocido y parte importante de la historia de su familia inmediata.

“En efecto, esas visitas tuvieron una influencia importante en la vida de mi papá, pues años después llamó a su finca en El Valle de Antón, Finca Escucharruido, en alusión a una de las estaciones del tren llamada Escucharruido que iba de las Minas de Cana al puerto de Boca de Cupé, en Darién, transportando el oro”, recuerda Raúl.

Por esto, el haber hecho una gran inversión en Darién hace siete años –ocho habitaciones estilo tienda de campaña en decks, equipadas con electricidad, paneles solares, baños y cuartos privados, literalmente ubicadas en medio de los bosques protegidos de la reserva hidrológica de Filo del Tallo– nunca le pareció algo descabellado como pensaron algunos en su momento.

Así, motivado por amigos británicos amantes de las aves, Raúl decidió lanzarse al agua y hacer realidad su sueño de poder compartir los encantos de la selva darienita (que incluye una gran variedad de aves, mariposas, reptiles y mamíferos) en el Canopy Camp, ubicado en la población de Sansón II, a cuatro horas y media de la ciudad de Panamá.

Y es allí y para asombro de muchos, en el corazón del Darién, adonde cada año llegan visitantes del mundo entero a hacer birdwatching, trekking y realizar paseos en piragua por los ríos Chucunaque y Tuira, con destino a poblaciones indígenas emberá que les permiten conocer sobre su cultura y costumbres.

Además de Canopy Camp, hay otras opciones para quienes desean explorar Darién. Un punto de partida desde donde se puede iniciar un recorrido por esta provincia es Puerto Lara, cerca de la carretera. Allí se encuentran tour operadores que pueden llevar a los turistas a conocer pueblos autóctonos y a disfrutar un buen pescado, mientras se hospedan en hostales que ellos mismos recomiendan.

Más allá de las adversidades

La esperanza a la que se aferran los darienitas trasciende sus bosques. Ella lleva el llamado de un pueblo que no quiere seguir sintiéndose olvidado y abandonado. “Lo que más se necesita es que a Darién llegue no solo la presencia gubernamental sino la sociedad. La gente no lo conoce, entonces es la provincia olvidada. Ellos dicen que son la provincia olvidada. Si miras los planes gubernamentales, la inversión para el Darién es siempre la más pequeña. Incluso ni siquiera salen en las encuestas. A veces, cuando hacen encuestas de productos sale: ´Excepto Darién y comarcas´. Eso quiere decir que ni siquiera son importantes desde el punto de vista del consumo”, considera Schmitt.

Sugasti especifica que en Darién se necesita planificación en el uso de la tierra, en los servicios públicos, en la conservación del patrimonio histórico y de sus bosques.

Sin embargo, es importante recalcar que pese a la poca inversión estatal, a la imagen de inseguridad que tiene la sociedad panameña sobre el Darién, a la desconexión que existe entre sus comunidades y con el resto del país, se encuentran liderazgos y gente orgullosa y trabajadora que, más allá de las adversidades, están esperando a que el resto del país voltee a verlos.

“Más personas deberían ir a conocer los ríos del Darién, ir a pasear el fin de semana allá, apreciar lo bueno que tiene y ver al Darién como un lugar positivo, divertido y seguro”, puntualiza Schmitt.

 

 

Fotos de aves: Rafael Lau – Cortesía de The Canopy Family
Foto del Canopy Camp: Kim Carroll – Cortesía de The Canopy Family
Foto de observadores de aves: Cortesía de The Canopy Family
Foto de águila arpía: Uwe Speck – Cortesía de The Canopy Family
Foto de atardecer: Michelle Szejner– Cortesía de PPD
Foto de casas de Darién:  Evelyn Soto – Cortesía de PPD
Foto de Segundo Sugasti:  Rick Morales – Cortesía de PPD
Fotos de Beatriz Schmitt:  Yolanda Vicente – Cortesía de PPD

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