¿Qué hace la oración por nuestra mente?
Cada mañana salgo manejando por el Corredor Sur, de la casa al trabajo.Hace tiempo empecé a rezar mientras conducía en el tráfico, pues se me antojaba más productivo que escuchar el sancocho de noticias locales. Aun así, con todo y la radio apagada, mi mente divagaba de un lado a otro, y corría a pensar en preocupaciones o cosas por hacer.
Así que tomé prestado de mi mujer un collar de cuentas para mantener el ritmo de la oración. Cuando me lo pidió de vuelta, me compré un rosario. Nunca he sabido muy bien cómo “se debe” rezar (ni estoy seguro de querer aprender…), así que prácticamente hago un popurrí de padrenuestros, con algunas avemarías (que se cuelan solas sin permiso…), combinado con momentos para dar gracias y pedir a Dios por todo lo que se me pueda ocurrir.
Y noto que me hace bien. Me parece que me sintoniza para el día, me permite recordar lo realmente importante y me vuelve a mi centro. Me prepara para tener una actitud positiva y enfrentarme a mi trabajo recordando lo prioritario. De veras siento que me ayuda: “ecualiza” mi alma y “reinicia el disco duro” de mi mente.
Sé que no soy el único. Millones de personas usan la oración de manera regular en sus vidas, y las descripciones de lo que hace por ellas son similares en todas partes. La oración impacta el cuerpo y la mente. En los últimos años, varios libros y decenas de artículos de las más prestigiosas revistas de neurociencia relatan descubrimientos sobre el impacto de la oración en el cerebro.
Cientos de investigaciones concluyen lo mismo que he experimentado: que la oración, la meditación y la contemplación nos hacen bien. En el libro Cómo Dios cambia tu cerebro, el profesor Andrew Newberg relata decenas de investigaciones en las que él y su equipo de la Universidad de Pensilvania han estudiado el cerebro de personas mientras rezan. También ha escaneado el cerebro de monjas franciscanas mientras rezaban letanías; de devotos sijs que repiten rítmicamente naam jappo recordando el nombre de Dios; de pentecostales hablando en lenguas o de monjes budistas que meditan regularmente pensando en un objeto sagrado, y ha encontrado lo mismo: el cerebro parece remodelarse por la oración. Parece “agradecerla” funcionando mejor, recordando mejor los eventos del pasado reciente, bajando los niveles de las hormonas que producen estrés, mejorando la capacidad de atención, y aumentando los neurotransmisores que generan la sensación de serenidad y gozo.
Newberg, considerado padre de la nueva ciencia de la neuroteología, describe un estudio en el que trabajó con personas mayores que mostraban problemas de memoria. Se les tomaron imágenes de resonancia magnética a sus cerebros y luego se les enseñó una meditación básica, tipo mantra, y se les pidió que la practicaran por doce minutos, cada día por ocho semanas. Al final de las ocho semanas, se hizo otra imagen de sus cerebros y se encontró que las áreas del cerebro encargadas de la atención y la conciencia estaban más activas.Los participantes en el estudio consiguieron mejorar significativamente su memoria y expresaron que pensaban más claramente. Ante este hallazgo, Newberg pregunta: ¿Si esto es con solo ocho semanas, qué podemos esperar de las personas que oran o meditan diariamente por años?
Aparentemente, cuando oramos, rezamos o meditamos nuestros cerebros se renuevan y hasta se hacen más fuertes y grandes. También se ha encontrado que la corteza cerebral de las personas que meditan u oran con frecuencia es más gruesa que la de las que no lo hacen.
Algunas conclusiones que surgen de las investigaciones sobre la neuroteología son:
• La oración y las prácticas espirituales reducen el estrés y la ansiedad.
• Unos 15 minutos de oración y meditación al día parecen reducir, al menos en cierto grado, el proceso de envejecimiento y deterioro neuronal.
• Cualquier tipo de oración parece funcionar.
• Rezar y tener una actividad contemplativa conectándose con un Dios amoroso reduce los pensamientos y sentimientos negativos, puede favorecer el alivio de los síntomas de depresión, reduce los síntomas de ansiedad y mejora la sensación subjetiva de seguridad y compasión.
• La oración cambia para mejor la forma como vemos la realidad, típicamente, ayudándonos a mostrar una actitud más positiva y benévola frente a la vida.
Todo parece indicar que cualquier forma de rezar, meditar o practicar actividades contemplativas es muy beneficiosa para nuestra salud mental, emocional y hasta física. No en vano, yo mismo lo experimento cada día, en medio del embotellamiento matutino… Allí, mientras juego con las cuentas entre los dedos de mi mano izquierda, a veces pienso… ¡tanta investigación para comprobar algo que las abuelitas siempre habían sabido, desde el principio!