Un oasis de paz

Esther M. Arjona |

26 diciembre, 2012

Una residencia en las montañas ofrece a sus habitantes un espacio de ocio y tranquilidad en los días de descanso fuera de la ciudad.

Los ojos se llenan de las miles de tonalidades de verde que abundan en la comunidad. Un camino nos lleva hasta la entrada principal de la residencia. A través de la puerta, de hierro, con elementos en vidrio transparente, se luce un hermoso patio interior cuyos protagonistas principales son helechos y orquídeas. El pasillo de entrada, cubierto con paredes de vidrio a los lados, deja ver unos espejos de agua que se posa serena sobre piedras características de la región. Estas piedras las encontraremos recubriendo algunas paredes tanto internas como externas.

Darlene Pierpoint, diseñadora de interiores quien tuvo a cargo el proyecto, mira con asombro lo rápido que han crecido las plantas en el exterior. Según ella, los espacios lucen más llenos, más completos. «Tengo dos meses de no venir y todas las plantas estaban chiquitas, míralas ahora», dice.

Los propietarios de esta residencia llevan una vida profesional plena y buscaban en esta propiedad «un lugar de descanso, paz, reflexión, un espacio donde se pueda leer mucho, disfrutar del silencio» y pasarla bien, ya sea a solas, o en compañía de su numerosa familia.

Áreas sociales

En la cocina, la calidez de los ladrillos y la madera contrasta con el acero inoxidable, presente en los electrodomésticos.

Las formas clásicas y simetrías del recibidor terminan en un patio interno con cielo abierto en el cual se lucen plantas en un entorno húmedo, plantas que bajo la sombra de otras más grandes resaltan un interesante color azulado. Forman parte del conjunto unas columnas traídas desde Costa Rica que contienen diferentes tipos de helechos y bromelias, especies que al crecer más deberán dar un aspecto selvático pero ordenado al entorno.

«Los propietarios querían un estilo provenzal, a ellos les encanta cocinar, lo hacen para relajarse»

El espacio, cuadrado, está rodeado por pasillos. En uno de ellos se encuentran dos esculturas elaboradas con herraduras, provenientes de Nuevo México y que datan de 1820. En otro espacio, una tina de baño antigua, proveniente de Bélgica y que alberga plantas de gran follaje, se convierte en un punto focal del patio interno que desemboca en tres espacios: el comedor principal a un lado, el estudio al otro y en el fondo, la terraza.

Pasamos primero al comedor, en el que destaca una mesa de madera sólida, hecha de un solo árbol y traída de Timor Oriental, que alberga diez puestos. «Se necesitaron ocho hombres para moverla», recordó Pierpoint. Al fondo, una hermosa obra de gran formato del cubano William Hernández es custodiada por dos credencias con sobre de mármol y jarrones de cristal sujetos a la pared por un armazón de hierro. Del techo, alto y con vistosas vigas de madera, cuelga una lámpara que semeja una colección de velas encendidas que genera una acogedora iluminación indirecta. La vista al jardín desde la ventana es enmarcada por unas espesas cortinas de terciopelo. Se trata de una habitación plena de detalles, texturas y color.

La mesa del comedor principal fue traída de Timor Oriental y su sobre es de una sola pieza de madera. Una lámpara que asemeja velas encendidas ofrece iluminación indirecta. Al fondo, una obra del pintor cubano William Hernández

A la cocina se accede a través del comedor o de la terraza. Se trata de un espacio amplio, con paredes de ladrillos artesanales confeccionados en el área y muebles aéreos de madera. «Los propietarios querían un estilo provenzal, a ellos les encanta cocinar, lo hacen para relajarse», dice Pierpoint, «ellos dieron muchos detalles sobre cómo querían la cocina». Entre estos detalles, es que deseaban tener vista al jardín, para que el lugar estuviese integrado con las actividades en el exterior. En los muebles aéreos y tablillas se lucen objetos que han sido coleccionados por largo tiempo: antiguas botellas de medicamentos, cestas de diversas formas y tamaños, botellas con sifón y coloridas losas. La calidez de los colores de la madera y los ladrillos contrasta con el brillo del acero inoxidable de todos los electrodomésticos: refrigerador y nevera, estufa con campana, horno y microondas y cava. Unas elegantes lámparas tipo industrial sirven de transición. Completan el conjunto una isla de trabajo y un desayunador de cuatro puestos.

Pasamos al fondo, a la terraza, un área grande pero dividida en varios ambientes: un comedor de diez puestos, en una atmósfera bastante más informal, sillones dispuestos para mantener conversaciones, leer y no perder detalle de la vista del jardín y el área de la piscina. Destacan una mesa redonda plegable, y en uno de los extremos un mueble con un voluminoso bloque de madera, procedente de Inglaterra y que se utiliza como bufete.

Un escritorio de trabajo le brinda carácter al estudio. No faltan fotografías familiares.

Al lado derecho del patio interno se encuentra el estudio, con muebles oscuros y un completo centro de entretenimiento con una pantalla de gran tamaño, una mesa de juego para los aficionados a las cartas, un escritorio de trabajo y un cómodo sillón Ralph Lauren. También hallamos un par de piezas curiosas como un banquillo para ordeñar, baúles y objetos decorativos como un inodoro antiguo. El trabajo en madera fue diseñado y coordinado por Vicky de Dahlgren y las alfombras fueron traídas de Estambul. Un amplio ventanal permite ver el pasillo que da a las habitaciones de la residencia y el pasillo, a su vez, permite una vista parcial del jardín, por lo que el estudio no pierde esa interacción con la naturaleza que mantienen los otros espacios. Se conservan, como en otras áreas, las vigas de madera en el cielo raso.

TRANSICIÓN HACIA EL ÁREA PRIVADA

La simplicidad del pasillo aporta cierta frescura. En él destacan un banco, casi tan largo como el espacio en el que se encuentra y, del otro lado, rústicas ruedas de carreta. El camino conduce al área de transición entre espacios públicos y las habitaciones. Allí ha sido ubicada una serie de íconos religiosos que la propietaria ha estado coleccionando a través de los años. Crucifijos, imágenes de santos, vírgenes y otras piezas comparten un espacio iluminado por velas.

LAS RECÁMARAS

«Al establecer el concepto del diseño, a cada espacio le dimos un nombre y a la propietaria le gustó tanto la idea que mantuvo los nombres al lado de la puerta de cada habitación», dice Pierpoint al señalar el primer nombre, «Oasis».

Así se denominó la habitación principal, en la cual se buscó una sensación de paz utilizando colores neutrales como beige, arena y caqui en la mayoría de sus elementos.

 

La residencia posee una magnífica piscina que complementa la vida social de sus propietarios, que por su protagonismo en el área exterior se adiciona a la perfección al bar y a la barbacoa adyacente.

 

 

«Travelers» es el nombre que se le dio a la recámara destinada a la madre de la propietaria. Gran parte del mobiliario es de madera y los elementos decorativos son piezas relacionadas con viajes.

Justo al lado de la puerta de esta habitación se encuentra la escalera que da a la planta alta donde se encuentran el resto de las habitaciones. En el descanso de la escalera, una larga ventana vertical le ofrece protagonismo a un árbol ubicado en el patio. La escalera lleva a una sala común que da acceso a las habitaciones.

«The Queen´s room», como lo dice su nombre, debía ser un espacio majestuoso, digno de la realeza. Para lograr este efecto, se utilizó como base el color blanco y detalles contrastantes en un rojo muy vivo.

«Provence» cuenta con un ambiente muy francés, la iluminación natural que brindan las puertas corredizas que dan a un pequeño balcón son capaces de trasladar al huésped a esta región mediterránea.

«Manhattan», la habitación de la hija de la propietaria, cuenta con una decoración basada completamente en los colores blanco y negro, sobre todo en rayas y formas geométricas.

 

 

Todos los rincones están dotados de obras de arte y adornos que le dan carácter y mucho ambiente a la residencia. Observamos una obra del pintor cubano Quisbel Lezcano Blanco, dos cabezas hechas en piedra para poner flores y una llamativa mesa rústica.

 

LA PISCINA

La propiedad es completada con la piscina y un área de bar y barbacoa equipada con todos los implementos necesarios para disfrutar de una deliciosa velada y un pequeño spa que también funciona como habitación del hijo de la propietaria. Adorna el área una escultura del maestro Guillermo Trujillo y, al fondo, un jardín con un pequeño estanque.

Los jardines fueron diseñados por la especialista costarricense en paisajes Ana María Pinto, quien se hizo cargo de todo el paisajismo del jardín, de los interiores y exteriores, incluyendo el diseño de la piscina, hoguera y terrazas, pisos externos y decoraciones.

La misión de la paisajista fue «crear un jardín tropical, exuberante, con una combinación de espacios amplios y otros íntimos que invitan al visitante a explorar y caminar». Para ello, debió superar el reto de trabajar en ambiente de montaña, con «mucha agua en los suelos, pero con un clima que ayuda al rápido crecimiento de las plantas, especialmente durante el invierno».

Según Pinto, «trabajar con plantas nunca es un proceso estático, siempre hay que estar revaluando el diseño, dependiendo del comportamiento de las mismas y cómo se han adaptado al sitio», por eso con el tiempo, tanto en el patio interno como en el jardín entero se logrará apreciar mejor el diseño.

A la fecha, se observan buenos resultados con una variada colección de plantas: bromelias, tabacones, helechos arborescentes, y de otras especies, todas nativas de los bosques de Panamá, acompañadas de plantas menos comunes como ciertas especies de bambúes y algunas heliconias traídas de Costa Rica, con la intención de crear una colección más única. Todo, con el más limpio aire de las montañas.
¿Qué más se puede pedir?

Escultura de Guillermo Trujillo, una pieza clave en la decoración del jardín.

Fotos: Silvia Grunhüt, Space 67
Darlene Pierpoint es propietaria de Design Works Studio
Ana María Pinto es socia de Vida, estudio de paisajismo.

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