Un tesoro por explotar

Gladys Navarro de Gerbaud |

22 junio, 2006

La antigua base aérea de Howard se está transformando. La riqueza que tenemos allí es inmensa y existen planes para que su desarrollo tenga efectos positivos en la economía del país.

Al transitar por sus calles, rodeadas de grandes árboles centenarios y vastas extensiones verdes, recuerdos del impecable ordenamiento y planeamiento norteamericano venían a mi mente, mientras reflexionaba sobre lo maravilloso que debió de ser vivir en un lugar así. Podía imaginar a las miles de familias norteamericanas acantonadas en nuestro país, disfrutando de una ciudad especial y estratégicamente diseñada para ellas. Aquí llegaban y hacían de la base de Howard, el bastión del poder aéreo de Estados Unidos en Centroamérica y Suramérica, su hogar.

Hasta el momento de su reversión a Panamá, el 1ero de mayo de 1999, la base aérea de Howard fue la instalación militar estadounidense más importante para Latinoamérica y el Caribe. Desde este centro antidrogas se dirigían la mayoría de las operaciones aéreas del área, se detectaba, monitoreaba y llevaba a cabo una intensiva labor de inteligencia y comunicaciones para combatir el narcotráfico, y se realizaban misiones militares y humanitarias, ejercicios conjuntos y operaciones de búsqueda y rescate.

Cuando se inició la construcción de Howard, en 1939, todo lo que existía en los alrededores, a 500 yardas del Océano Pacífico, era selva. Tres años más tarde y en plena Segunda Guerra Mundial, cuando se inauguró, la historia había cambiado. Con 2,005 hectáreas o el equivalente a los corregimientos de Bella Vista, Betania, San Francisco, San Felipe y Santa Ana juntos, Howard –la más valiosa de todas las bases norteamericanas en nuestro país– era una maravilla escénica que contaba con todo tipo de facilidades.

Su aeropuerto, desde ese entonces, ya era uno de los mejores del área. Con capacidad para el aterrizaje de aviones tipo jet y air bus, la pista de 2,591 metros de largo por 46 metros de ancho era la más grande que tenía Estados Unidos fuera de su territorio. Además de ser un aeropuerto totalmente equipado, el planeamiento militar estadounidense incluyó la construcción de enormes hangares y edificios para carga, una terminal para la atención de pasajeros, un helipuerto, una extensa área de 10 hectáreas para estacionamiento de aviones, una planta de energía y generación eléctrica, así como un completo sistema de abastecimiento de combustible.

Desde 1942, los miles de norteamericanos que vinieron a nuestro país para vivir en la base aérea de Howard encontraron, entre otros, un complejo hospitalario de primera, dotado de clínicas, salas de operaciones y cuartos de cuidado intensivo con espacio para 20 camas. Tenían a su disposición, además, 5 edificios tipo hotel, con 76 habitaciones, y 726 unidades residenciales, de tipo unifamiliar, dúplex o edificios de 2 y de 4 apartamentos. Pero eso no era todo. Los residentes de Howard podían vivir placenteramente, en comunidad, gracias a la existencia de excelentes facilidades: iglesia, supermercado, gasolinera, jardín de niños y escuela primaria, gimnasio, teatro con 1,200 butacas, bolera con 10 canchas, piscina tipo olímpica, facilidades de equitación, campos deportivos y canchas de tenis. Sus labores diarias las realizaban en 40 edificios comerciales, industriales y de oficinas, muchos de ellos con áreas de más de 15,000 metros cuadrados. No se podía pedir más.

Más de 60 años después, visitar la base aérea de Howard, con sus magnos edificios blancos de techos de terracota, nos transporta a otra época y nos lleva a reflexionar acerca del tesoro que tenemos en nuestras manos. Y es que esta infraestructura, que diversos asesores económicos han avaluado por el orden de los 400 millones de dólares, ahora nos pertenece y debemos velar por su éxito como una iniciativa fructífera para el país.

¿Qué pasará con Howard? ¿Qué se está haciendo? ¿Cómo se utilizará? Existen planes específicos para desarrollar su potencial. Con la asesoría de la Corporación Financiera Internacional, entidad del Banco Mundial, ya se está desarrollando en Howard un Área Económica Especial, un lugar al cual compañías de todo el mundo podrán venir a establecerse para realizar negocios con ventajas definidas.

La idea es que el Área Económica Especial Panamá-Pacífico, como se ha denominado, sea uno de los centros de negocios más exitosos en las Américas y que compita con las más importantes áreas económicas a nivel mundial, como las de Shanon, en Irlanda, Aqaba, en Jordania, y Subic Bay, una antigua base de Estados Unidos en Filipinas.

Para esto, se ha establecido una estructura adecuada para atraer estos negocios. Se creó una ley especial para poder brindar incentivos fiscales, laborales, migratorios y aduaneros al área, además de establecerse una ventanilla única para el procesamiento de todas las actividades administrativas y reglamentarias que los futuros inversionistas requieran.

Un ejemplo específico de estos incentivos es el establecimiento de una zona libre de impuestos para ciertas actividades como: los servicios off shore, los ingresos que surjan de ventas entre compañías establecidas en el área, actividades relacionadas con la aviación y con la fabricación de aparatos electrónicos livianos, actividades de logística, call centers y transmisión de datos vía Internet. Otro ejemplo de los incentivos es que las empresas establecidas en el Área Económica Especial Panamá-Pacífico pagarán por lo que su personal trabaja, no importa en qué momento se haga, pues tendrán flexibilidad laboral con respecto a turnos, sobretiempo, vacaciones, días feriados, contratación y despidos. Adicionalmente, toda el área será un recinto aduanero, por lo que las empresas podrán agregar valor al producto sin tener que pagar impuestos ni realizar trámites aduaneros. En otras palabras, podrán importar materia prima, transformarla y exportarla sin tributar.

Pero los incentivos creados son sólo parte del paquete que se busca promover entre las empresas extranjeras que deseen tener presencia en nuestro país. Panamá y su nueva Área Económica Especial Panamá-Pacífico, la primera en la región, ofrecerá a los inversionistas mucho más. Y es que las 2,005 hectáreas que contienen infraestructura lista para usarse y terreno libre para realizar construcciones a la medida de las necesidades del inversionista se sumarán a un intangible de gran valor: el alto grado de avance tecnológico y de comunicaciones ya existente en nuestro país. Los cinco cables de fibra óptica submarinos más importantes del mundo llegan a Panamá, logrando que el país cuente con la mejor conectividad de América Latina. Esto, unido al liderazgo en servicios y una calificada fuerza laboral, nos coloca en una posición privilegiada para atraer inversiones extranjeras.

Pero, ¿cuáles serán los beneficios para el país? ¿Qué se logrará con esta iniciativa? Los encargados de hacer que el proyecto despegue, un equipo de panameños integrantes de la Agencia del Área Económica Especial Panamá Pacífico (AEP), consideran que uno de los principales beneficios será la generación de empleos. Las proyecciones indican que el Área Económica Especial Panamá-Pacífico creará 25,000 nuevos empleos en los próximos 20 años. Esto no se sale de proporciones cuando ya la empresa Dell Computer Corp., al establecer un Call Center en el área, ha logrado crear 2,200 plazas de trabajo en tres años, prestando servicios a todos los mercados en el continente americano, excepto Brasil. La atracción de inversión internacional al país también será sumamente beneficiosa, así como la diversificación de la economía nacional mediante nuevas industrias de información, comunicación y tecnología que se podrán establecer en el área.

¿Cómo se hará? ¿Quién se encargará de promocionar y desarrollar el área? Mediante un proceso de licitación, la AEP está seleccionando un Desarrollador Maestro, un socio privado del Gobierno Nacional que se encargará de realizar las inversiones y promoción necesarias para que el Área Económica Especial Panamá-Pacífico sea exitosa. Su papel será de facilitador, sin que el gobierno se desligue de las actividades que allí se realicen. Se espera que la experiencia del Desarrollador Maestro en este tipo de actividades le permita desarrollar eficientemente la antigua base de Howard, invirtiendo más de 600 millones en los próximos 20 años para adecuarla a las exigencias de los mercados internacionales. Y es que sólo 250, de las 2,005 hectáreas existentes, han sido habilitadas. Habrá que hacer nuevas residencias, nuevos edificios, una nueva infraestructura… será casi como crear una nueva ciudad. Sólo para la construcción de residencias, se ha destinado un área 75 hectáreas mayor que el área residencial de Costa del Este, lo que nos da una idea de la magnitud del proyecto.

Pero eso no es todo. Debido a las grandes posibilidades que presenta el aeropuerto como tal, su desarrollo está siendo manejado como un proyecto independiente. Esto quiere decir que el mismo se dará en concesión a una empresa diferente al Desarrollador Maestro, aún cuando el área Económica Especial Panamá-Pacífico pueda hacer uso de sus facilidades y beneficiarse de las mismas. El objetivo es hacer del antiguo aeropuerto de Howard un centro de mantenimiento, reparación y reconversión de aviones, un negocio muy viable dada la infraestructura con la que se cuenta, el estatus de categoría 7 dentro de la aviación mundial –que permite el aterrizaje de la mayoría de los aviones– y la excelente posición geográfica que tiene Panamá.

Al momento, se ha llegado a un acuerdo con la mayor empresa independiente –no dueña de una aerolínea– especializada en la reparación de aviones, Singapure Technologies Aerospace, o ST Aerospace. Esta usaría los 4 hangares existentes, de 10,000 mts2 cada uno, y construiría 3 nuevos, de 14,400 mts2 cada uno, con una inversión de $15 millones en cada hangar. Con la infraestructura actual, ST Aerospace tendría la capacidad para trabajar hasta 12 aviones simultáneamente, una clara ventaja competitiva.

Definitivamente, cuando los últimos norteamericanos abandonaron la base aérea de Howard, en noviembre de 1999, se despidieron de una de las áreas más bellas y eficientemente construidas del país. Nos dejaron un tesoro como pocos, con insustituibles áreas verdes y lineamientos urbanos que es imprescindible preservar y sabio emular. Este es nuestro momento, nos toca a los panameños aprovechar las oportunidades existentes y hacer que un área con el potencial de Howard sea un éxito rotundo y otro ejemplo de que, cuando queremos, podemos lograr lo que nos proponemos.

Fotos: cortesía de la AEP.

 

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