Una pasión sobre ruedas

Jackie Souter |

22 diciembre, 2005

Luego de recorrer casi todo el país en moto, decidieron hacer lo mismo en España. Ahora nos cuentan los pormenores de una experiencia que jamás olvidarán y lo que esta afición significa para muchos.

A primera vista nada los delata. En saco y corbata, parecen hombres de negocios comunes y corrientes preocupados con los problemas diarios de sus respectivas oficinas. Sin embargo, sólo basta con mencionar la palabra “moto” para darse cuenta que, detrás de la fachada, se esconde algo más. Inmediatamente salen a relucir almas aventureras, libres y amantes de la adrenalina, que se arriesgan para hacer lo que les encanta: montar motos.

“Esto me da ganas de vivir”, dice Ricardo Paredes, un ingeniero propietario de una moto, cuando habla sobre su hobby. Para él, sus paseos en moto son el antídoto perfecto para el estrés y una gran oportunidad de compartir con los amigos. Igual que Paredes, Emanuel Lyons, Peter Vallarino y Roberto Boyd, quienes tienen un club de motociclistas llamado “Halcones Limayones”, se van de paseo por lo menos una vez al mes en sus motos. “Lo bonito es pasar un rato agradable con tus amigos, un rato de esparcimiento sano. Además, conoces y aprecias tu país”, asegura Lyons.

Los cuatro montaban motos desde que eran jóvenes, en El Valle de Antón, aunque siempre usaban motos de montaña. Hace cinco años se fueron interesando por las motos de lujo –especiales para las calles– y, poco a poco, todos quedaron involucrados en esta afición. “Yo me rompí la clavícula y una muñeca, y cada vez empecé a montar menos motos de montaña. De ahí empecé a mirar las motos de calle y pensé: qué rico irme a El Valle en moto”, nos comenta Boyd. Ahora todos se van a El Valle en dos ruedas.

Pero las motos los han llevado mucho más allá. En sus paseos han ido a Veraguas, Chiriquí y Bocas del Toro, entre otras regiones del país, y han cruzado la frontera hasta llegar a Guatemala. Pero nada –y todos concuerdan en esto– se compara con el viaje que hicieron en septiembre a España. Los cuatro, junto a tres puertorriqueños, se pasaron ocho días viajando en moto por el noroeste de este precioso país.

De pueblo en pueblo
El viaje comenzó en Madrid, subiendo por el norte y bajando nuevamente por la frontera con Portugal, hasta terminar de nuevo en la capital española. Aparte de que no les llovió ni un solo día, quedaron impresionados con la belleza del lugar. “Las vistas fueron fantásticas, especialmente en la cordillera o los picos de Europa. Las calles estaban impecables, no había un solo hueco y la gente sabía conducir”, explica Lyons, agregando que lo que ellos buscan al salir de Panamá es obtener “calidad de calle”: asfalto liso con curvas moderadas en las que se pueda correr libremente.

El tramo era relajado. Montaban un par de horas, paraban a comerse unas tapas, montaban dos horas más y paraban a almorzar. Luego, en la tarde, montaban un rato más y al anochecer “turisteaban”. Para cada día había una persona encargada, quien se ocupada de la ruta, el tiempo y las actividades que había que hacer al llegar al pueblo donde dormirían.

Lo más atractivo en este tipo de viajes es la oportunidad de parar en pueblitos metidos, que pocos turistas conocen. Y es que este hobby permite a sus aficionados llegar a lugares de difícil acceso en carro y ver de cerca regiones que de otra forma quizás jamás podrían visitar. “Siempre agarramos las calles secundarias, las que nosotros llamamos tripas de mono”, explica Boyd, “con el propósito de apreciar bien la geografía de cada lugar y poder viajar con calma”.

Las motos las alquilaron allá. ¿Lo más divertido? Cada uno llevaba un auricular y, mientras viajaban, se podían comunicar. “Hacíamos bromas, comentábamos y teníamos pregones”, dice Vallarino. Cuentan que fueron bien recibidos en cada pueblo, ya que despertaban interés en la gente, que veía llegar siete motos con siete extranjeros.

Sin embargo, no todo es broma. Siempre había que estar alerta y enfocado en la calle. Las motos pesaban alrededor de 600 libras y podían ir a altas velocidades. Por suerte, ninguno tuvo percances y regresaron sanos y salvos.

Una afición que crece
A pesar de ser peligroso, montar motos es un deporte que cada vez atrae a más aficionados. “Siento que el hobby ha crecido lento, pero ha crecido”, asegura Lyons. Un vistazo en Internet nos lleva a encontrar decenas de sitios web con información sobre la última tecnología en motociclismo, rutas, viajes, y gente de todas partes del mundo compartiendo sus experiencias.

En Panamá, la afición por las motos tiene muchos adeptos. La Asociación Panameña de Motociclismo, creada a principios de los años ´80, ha crecido hasta tener más de 70 miembros. Y en la APM hay gente de hasta 80 años. Según cuenta Lyons, miembro de la asociación, los amantes del deporte no se cansan y, a pesar de la edad, viajan largas distancias en sus motos. Por otro lado, Paredes nos comenta que el club de motociclistas de BMW, al cual pertenece, cada vez recluta más miembros, fomentando este deporte en el país.

¿Y qué es lo que hace a este pasatiempo tan especial entre quienes lo practican? Primordialmente, que produce diversas experiencias placenteras, la más importante quizás el sentimiento de adrenalina que conlleva. Los que montan motos, a pesar de tener personalidades diferentes, tienen una cosa en común: todos disfrutan la aventura y el sentimiento de libertad que les da este deporte.

Muchos, además, disfrutan del mantenimiento de las motos. Los aficionados buscan siempre la mejor tecnología para sus motos y siempre están pendientes de “lo último” que sale al mercado. Son como niños con juguetes nuevos. “Cada vez que la tecnología cambia alrededor de mi moto, yo la quiero cambiar porque hace la diferencia”, asegura Paredes, quien además ha construido un garaje en su casa, especialmente para su moto.

Y como cualquier hobby, el que lo practica disfruta de un característico sentimiento de comunidad y compañerismo. En estos grupos de motociclistas, uno de los mayores placeres es poder reunirse para compartir su amor por las motos y sus experiencias con ellas.

¿Y el peligro? Al parecer, por lo menos para los aficionados a las motos, no es una gran preocupación. Sus esposas los apoyan, pero les dicen que tengan cuidado y se los encomiendan a todos los santos. Ellos, por su parte, se preparan para el reto de la mejor forma posible y lo disfrutan enormemente: con una energía contagiosa, se visten con trajes y zapatos especiales de pie a cabeza, usan cascos, lentes, guantes y todo tipo de gadgets apropiados para la ocasión. Y esto se aplica a todos los motociclistas, de diferentes grupos, clubes y hasta de distintas nacionalidades.

Y es que, montar moto, es un hobby diferente, “como ningún otro”. Según los “Halcones Limayones”, ellos nunca se cansarán de lo que hacen. Seguirán haciendo sus paseos a El Valle y a otras regiones del país, pero entre tanto ya han empezado a planear su próxima aventura, esta vez al sur de España.

Fotos cortesía de los entrevistados.

Más sobre esta afición…

·  La práctica de hacer turismo en moto se inició en Europa, donde las calles se prestan para ello.

·  Existen cientos de empresas a nivel internacional dedicadas a organizar viajes en motos.

·  En Panamá, hay varios clubes de motociclismo, incluyendo el Club de Harley Davidson, el Club de BMW y la Asociación Panameña de Motociclismo.

·  La mayoría de las motos de lujo tienen asientos ergonómicos, característica importante. especialmente para viajes largos.

·  Las condiciones físicas que se requieren para montar motos son mínimas.

Datos interesantes del viaje…
·  Recorrían alrededor de 350 kilómetros al día.

·  Llevaban trajes especiales que los protegieron contra accidentes, insectos y frío.

·  El timón de las motos tenía calentadores para mantener las manos a una temperatura adecuada.

·  Nunca los paró un policía.

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