Así se mide la generosidad

Eva Aguilar |

15 diciembre, 2017

 Por: Eva Aguilar

La generosidad, la tendencia a prestar ayuda a los demás y a dar las cosas propias sin esperar nada a cambio, es una práctica que se promueve en la mayoría de las naciones del mundo. Gracias al altruismo y a la filantropía se construyen sociedades civiles fuertes, capaces de defenderse de los poderes políticos, de resolver los problemas que las afectan, y de dar voz y visibilidad a los más débiles. De la generosidad de los individuos dependen los grupos benéficos organizados y, gracias a ella, las comunidades pueden trabajar de manera coherente a favor de sus miembros.

¿Puede medirse la generosidad? Aparentemente sí. Cada año, y desde el 2010, Charities Aid Foundation (CAF), una organización internacional registrada en el Reino Unido y cuyo objetivo es incentivar a la sociedad a donar dinero y tiempo de una forma eficiente, presenta un informe que ordena a los países de acuerdo a la mayor o menor proclividad de sus ciudadanos a la generosidad. Para ello, CAF utiliza información generada por la empresa Gallup mediante una iniciativa de investigación que desde el 2005, y durante un periodo de 100 años, pretende “medir la voluntad de cada persona en la Tierra”.

En el 2016 la encuesta de Gallup cubrió 139 países, que representan al 95% de la población mundial (unos 5,2 mil millones de personas). En la mayoría de los países, mil cuestionarios que cubren diferentes aspectos de la vida diaria fueron respondidos por una muestra representativa de individuos viviendo a lo largo y ancho de cada territorio.

Para presentar su propio informe anual, CAF extrae de la encuesta de Gallup realizada el año anterior, tres preguntas relacionadas con la disposición de los individuos a donar tiempo y dinero, y otorga a cada país un puntaje que obtiene del promedio de respuestas positivas. Estas preguntas son: en el último mes usted… ¿ha ayudado a un desconocido que se encontraba en una situación de necesidad?, ¿ha donado dinero a una organización de caridad?, ¿ha dado su tiempo voluntariamente a una organización?

Es importante hacer énfasis en que, si bien los resultados de la encuesta están presentados por países, estos reflejan las acciones de la población civil y no de los gobiernos. Porque, aunque existe la tendencia a pensar que los primeros lugares del índice de CAF estarían siempre ocupados por los países más desarrollados (como ocurrió en los primeros informes), los resultados presentados en el documento más reciente contradicen dicha creencia. De las 139 naciones que cubre el índice publicado por CAF el pasado mes de septiembre, Birmania ocupa el primer lugar como el país más generoso −hazaña que logra por cuarto año consecutivo−; mientras que Indonesia y Kenia ocupan, respectivamente, el segundo y tercer lugar que en el índice de 2016 ocuparon Estados Unidos y Australia.

“[El índice] echa por tierra puntos de vista tradicionales sobre la relación entre la riqueza y la generosidad, y confirma lo que todos sabemos perfectamente: que el acto de donar proviene del espíritu y la motivación personal y nada tiene que ver con los recursos”, señala John Low, presidente ejecutivo de CAF, en la introducción del CAF World Giving Index 2017 (Índice Mundial de Donación 2017).

Este año, sin embargo, el informe muestra una tendencia general al declive en el puntaje de cada país. Dado que este depende del promedio de tres comportamientos interrelacionados pero distintos (ayudar a un desconocido, donar dinero y realizar trabajo voluntario), cuando uno de ellos incrementa o decae, el puntaje general del país responde de la misma manera. Así, aunque Birmania presenta un declive en su puntuación general porque menos personas indicaron haber ayudado a un desconocido y menos personas dijeron haber donado su tiempo, el país se mantiene en el primer lugar del índice porque el 91% de los ciudadanos entrevistados donaron dinero a una causa noble. En este sentido el país asiático es prácticamente imbatible porque la gran mayoría de sus habitantes son budistas theravada, la rama más antigua del budismo, cuyos seguidores donan dinero con frecuencia para mantener a aquellos que eligen llevar una vida monástica.

“Pensamos que [el declive en el puntaje] podría deberse a que la encuesta se llevó a cabo en enero y febrero, fechas que, según sabemos por otras investigaciones, no son el momento álgido de las donaciones”, respondió CAF a una consulta enviada por esta revista. “Cualquier número de factores puede haber influido en el declive de este año y necesitamos mirar este resultado en un contexto más amplio de cinco años”.

En cuanto a la inclinación de sus ciudadanos a la generosidad, Panamá sigue este año la tendencia mundial. Después de haber estado en el puesto 33 del índice publicado en el 2016, hoy ocupa el lugar 57. Según el último índice de CAF, el 58% de los panameños entrevistados dijo haber ayudado a un desconocido, un 26% dijo haber donado dinero a una organización de caridad y el 21% dijo haber dedicado su tiempo a trabajo voluntario.

En los ocho años que CAF lleva publicando su índice de donaciones, Panamá ha mantenido un porcentaje prácticamente estable en las tres áreas consultadas, con excepción de la ayuda ofrecida a un desconocido, aspecto en el que el país ha visto un incremento de respuestas positivas en los últimos dos años y que, según los números, parece ser el fuerte de sus ciudadanos. Los panameños, por otra parte, parecen menos inclinados a donar su tiempo.

“La cifra de voluntariado que muestra CAF coincide con las cifras de la Primera Encuesta Nacional de Voluntariado que llevamos a cabo en el 2012”, señala Carolina Freire, presidenta de la Fundación Voluntarios de Panamá.

Freire, quien también representa al sector en el Consejo Nacional de Voluntariado que preside el Ministerio de Desarrollo Social de Panamá, explica que, frente a la perspectiva de donar su tiempo, los panameños alegan tener dificultades para conciliar sus responsabilidades laborales, académicas y personales, mientras que otros prefieren donar dinero, “o no saben por donde empezar”.

Pero eso está cambiando. Aparte del desarrollo de plataformas informativas por internet (ver recuadro) en las cuales los interesados pueden encontrar oportunidades de voluntariado, Freire señala que la intervención de la empresa privada y otras organizaciones ha sido fundamental para lograr que más ciudadanos donen su tiempo.

Motivaciones

Si bien el Índice Mundial de Donación de CAF no ofrece respuestas sobre los factores políticos y sociales que motivan una mayor o menor tendencia a la generosidad, la organización reconoce que las causas altruistas están íntimamente relacionadas con la cultura, las tradiciones religiosas y la historia particular de cada nación, como demuestra claramente el caso de Birmania. CAF sostiene la hipótesis de que el alto puntaje que el país asiático obtuvo en el índice del año pasado puede haber sido causado por el optimismo generado en el 2015 por la celebración de las primeras elecciones libres en los últimos 25 años, y reconoce que el lugar que ocupa Birmania en el índice contrasta con las serias acusaciones de “limpieza étnica” contra la minoría musulmana rohinyá a las que se enfrenta hoy el Ejército birmano.

En Panamá, la primera encuesta de voluntariado reveló que la mayor parte de la gente que dona su tiempo a organizaciones de caridad responde a motivaciones religiosas y que la mayor parte del trabajo voluntario que se realiza en el país es a través de actividades organizadas por centros en los que se practica la fe (iglesias, sinagogas, etc.). En segundo lugar, están los individuos que donan su tiempo motivados por el deseo de “ser solidarios” con otras personas y en tercer lugar se encuentran aquellos que “quieren hacer una diferencia en el mundo”.

“La mayoría de las personas se sienten motivadas por un genuino interés altruista de ayudar al prójimo desinteresadamente. Pero también hay otras motivaciones que son igualmente válidas como el deseo de hacer amigos o poner en práctica una habilidad o destreza”, señala Carolina Freire.

Pero, ¿cómo elegir a quién donar tiempo y dinero cuando los programas de ayuda a personas discapacitadas, los proyectos para salvar áreas naturales y especies en peligro de extinción y las iniciativas para atender a comunidades sin agua potable son apenas una gota de agua en el océano de causas nobles que claman por la atención de los ciudadanos?

Un estudio sobre la práctica de la filantropía en la empresa privada en Panamá, publicado el año pasado por la Red Integrarse de Centroamérica, muestra que a la hora de invertir recursos en causas que benefician a la sociedad civil, el donante necesita tener una conexión con la causa a la cual va a destinar su dinero o su tiempo.

Los resultados del Estudio línea de base sobre filantropía e inversión social –que en Panamá fue llevado a cabo por la asociación Sumarse, indican que la educación es el sector que la empresa privada del país elige como el principal beneficiario de sus proyectos de inversión social. El documento apunta que las empresas identifican la educación como el problema más grave al que se enfrenta Panamá y de allí su motivación para mejorarla. Las empresas encuestadas consideran que el recurso humano que se está integrando al sector laboral “no reúne necesariamente las calificaciones ni el perfil requeridos para ser competitivos en un mundo corporativo cada vez más complejo e interconectado”.

Manos a la obra

Los estudios que se realizan de manera global y local para tomar el pulso de los individuos y las instituciones con capacidad para donar tiempo y dinero a organizaciones de caridad son fuentes indispensables de información sobre los recursos disponibles para lograr sociedades civiles más sólidas. A partir de dicha información, CAF se atreve a predecir que para el año 2030 una creciente clase social media podría donar unos 350 mil millones de dólares al año a organizaciones de caridad en todo el mundo. En Panamá, solo las empresas que participaron en el estudio de filantropía invirtieron 29,5 millones de dólares anuales en el sector social en los últimos tres años.

“El mundo tiene una oportunidad histórica de cultivar la sociedad civil, y a través de ella, transformar la vida de millones de personas. El objetivo del Índice de Donación de CAF es simple: abrir el debate e incentivar a la gente, a los legisladores y a la sociedad civil a pensar en los motivos que impulsan las donaciones, y a poner en marcha políticas para el desarrollo de una cultura de generosidad en todo el mundo”, señala la organización.

Para Carolina Freire, promover una cultura en la que todos los ciudadanos donen tiempo y dinero a favor de causas comunes serviría para fortalecer el capital social, “que no es más que el tejido de confianza en la sociedad”.

“La cultura de voluntariado y filantropía solo puede aportar cosas positivas”, concluye Freire. “Panamá necesita de todos”.

Madera de voluntario

Hace cinco años, la organización Voluntarios de Panamá, en conjunto con la Fundación Sus Buenos Vecinos de Banco General y la organización United Way, lanzó la plataforma en línea Ponteenalgo.com, como fuente de información para promover la acción solidaria y las oportunidades de voluntariado en todo el país.

En los últimos tres años, Ponte en Algo ha recibido la visita de más de 70 mil personas que han buscado oportunidades de voluntariado en 140 organizaciones no gubernamentales dedicadas a la protección del medio ambiente, la promoción de la salud, el mejoramiento de la educación, la reducción de la pobreza y la protección de los animales, entre otras causas.

“Ponte en Algo ha sido una herramienta muy importante para poder conocer cuáles son las organizaciones que están necesitando voluntarios, así como de las tareas y horas de apoyo que requieren”, dice Jennyfer Hernández, especialista en Mercadeo y miembro del programa Voluntarios de Panamá.

Más información y una mejor organización de la oferta de voluntariado, así como el empuje que han dado las empresas al trabajo voluntario mediante sus estrategias de responsabilidad social, está sirviendo para que más individuos comprometan su tiempo y sus conocimientos en beneficio de personas necesitadas y de causas que contribuyen al bien común.

Iván Lasso, coordinador de soporte técnico en el Banco General y quien lleva varios años involucrado en el programa de voluntariado corporativo Vecinos en Acción, dedica por lo menos dos horas a la semana y ha participado en actividades solidarias en apoyo al Hospital del Niño, Nutre Hogar y con la organización Techo en la construcción de casas.

Aparte de la ayuda que el trabajo voluntario presta a personas necesitadas, Lasso opina que también se trata de dar un ejemplo a las generaciones más jóvenes. “Me gusta participar en eventos de ayuda y comprometer a mis hijos en ello”, dice. “Considero que las escuelas y las áreas apartadas, donde viven los precaristas, son los sectores de la sociedad panameña que más necesitan la atención de los voluntarios”.

En Vecinos en Acción participan 3 mil 500 empleados de Banco General, que representan al 70% de su personal.

Irina Espinosa, supervisora del Departamento de Logística de Banco General, y activa voluntaria de Vecinos en Acción, se inclina por la niñez en edad de formación y los jóvenes con condiciones especiales y discapacidad que aspiran a entrar en el mercado laboral.

Espinosa, quien empezó su trabajo de voluntariado con las Olimpiadas Especiales en el 2001 y procura donar por lo menos una hora de su tiempo al día, cuenta que “observar a chicos con condiciones especiales que alcanzaban sus metas con poco apoyo de la comunidad” le sirvió de motivación para perseverar en su labor y buscar más apoyo.

“Cada uno de nosotros tiene el poder de impulsar un cambio positivo en la sociedad”, dice Jennyfer Hernández. “Lo importante es comenzar, lortante es comenzar, ya sedad idades solidarias. a entidad. iones no gubernamentales. Las ;arrtas realizando pequeñas acciones solidarias, donando nuestros talentos a alguna organización o lo más valioso que tenemos: nuestro tiempo”.

Fotos: Getty Images

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