Boquete: el descanso del aventurero

Julieta de Diego de Fábrega |

18 diciembre, 2003

Generalmente, mencionar Boquete evoca flores, café, bajareque. Eso en la mente de los panameños, pero desde hace varios años Boquete es un nombre que se pronuncia en otras latitudes como un destino para la jubilación. Basta con hacer una búsqueda somera en el Internet para descubrir que el lugar está adquiriendo una excelente reputación a nivel internacional.

Desde su fundación, Boquete alojó gran número de extranjeros, quienes atraídos por su magnífico clima y por la fertilidad de la tierra, se iniciaron en las actividades de la agricultura, con especial énfasis en el café. Hoy en día, el número aumenta vertiginosamente gracias a las ventajas que los extranjeros encuentran en las leyes de incentivo para jubilados.

George Mobley luce como un hombre sencillo, alto, de cabello y barba blancos, caminar firme y hablar pausado, pero entusiasta. A primera vista, nada lo delata. Sin embargo, hay algo en su mirada que lo hace diferente. ¿Será quizás el hecho de que sus ojos están acostumbrados a ver más allá de lo obvio? ¿Será el entrenamiento que, como fotógrafo del National Geographic, recibió durante 33 años? Mobley es uno de tantos norteamericanos que planea pasar gran parte de su tiempo libre como jubilado en Boquete. Su esposa, Marilyn, parece estar de acuerdo con el plan.

Una vida diferente
Conversar con Mobley produce una emoción especial. No es todos los días que uno tiene la oportunidad de conocer a alguien que ha visitado más de 68 países, que fotografió el funeral de Sir Winston Churchil, que fue asignado para tomar la primera foto oficial del Senado de los Estados Unidos de América en sesión, que ha convivido con Lapps (pastores de renos) en la región ártica del norte de Escandinavia y que se pasa los veranos en una cabaña en el corazón del parque Nacional Wrangell – St. Elias, en Alaska, sólo por diversión.

No es fácil ser parte del cuerpo de fotógrafos de National Geographic -las ausencias de casa son largas y las asignaciones, muchas veces, difíciles y peligrosas- pero, definitivamente, es muy interesante. Podríamos pensar que fue la casualidad la causante de que un joven nacido en una pequeña granja en la frontera entre California y Oregón llegara a formar parte del staff de fotógrafos de tan prestigiosa revista, pero ese sería un enfoque demasiado simplista. Fue, sin lugar a dudas, su talento, lo que le abrió las puertas al mundo de la fotografía artístico- investigativa que caracteriza los ejemplares de National Geographic.

La National Geographic Society es producto del sueño de treinta y tres hombres visionarios que, en enero de 1888, se reunieron para organizar una sociedad sin fines de lucro que promoviera la difusión del conocimiento geográfico. Sólo se necesitaron 14 días luego de la primera reunión para incorporar la sociedad y nueve meses para editar el primer ejemplar de la revista, cuya portada amarillo vibrante es reconocida en cada rincón del globo terráqueo.

Mobley no sólo tomó fotos para National Geographic, gracias a su experiencia en periodismo también escribió artículos para la revista y participó en la edición de dos libros sobre Alaska, así como algunos otros, producidos por el departamento de publicaciones especiales de la revista.

¿Por qué Boquete?
George visita Panamá por primera vez en 1977 para tomar fotos del Canal que se utilizarían para ilustrar una pieza sobre los tratados en negociación. Habrían de transcurrir casi 12 años antes de que regresara a nuestro país. Lo que sería una corta visita a Boquete, se convirtió en una vacación de tres meses a partir de la cual George y Marilyn, su compañera desde hace 48 años, decidieron que Boquete era el lugar que estaban buscando para disfrutar de su jubilación.

Marilyn es una enfermera retirada. Confiesa haber heredado de su abuelo el amor por la naturaleza y, seguramente, también heredó el espíritu aventurero que le permitió adaptarse a la vida de su itinerante esposo. El apoyo de Marilyn fue determinante para el éxito profesional de George, pues a ella le tocaba la responsabilidad del hogar durante sus largas ausencias. Por otro lado, sienten que la oportunidad que les brindó National Geographic de viajar en familia, fue una experiencia extraordinaria y a todas luces didáctica, pues pudieron observar de cerca otros países, otras culturas y otras formas de vida.

Cuando les preguntamos qué es lo que más les gusta de Boquete, contestan casi al unísono: “La gente es de verdad”. “Además, la comunidad es lo suficientemente grande como para ofrecer una buena infraestructura”- añaden. Y es cierto, en Boquete hay variedad de restaurantes, hoteles y tiendas. El pueblo es bonito, se presta para ir a los lugares a pie y queda lo suficientemente cerca de David como para poder viajar a la capital de la provincia sin mayores dificultades.

Situada en las faldas del Volcán Barú, Boquete goza de un clima privilegiado con temperaturas que oscilan entre los 70° y 80° todo el año. Su exuberante vegetación sirve de refugio para gran variedad de aves, entre ellas los quetzales. Cada año, en enero, se realiza la Feria de las Flores y del Café y, en abril, concurren a Boquete los expositores de orquídeas. El visitante puede escoger entre hoteles, hostales, cabañas y pensiones para alojarse, dependiendo del presupuesto que tenga, con la garantía de que será bien atendido.

Los aficionados al eco-turismo encuentran muchas cosas que hacer, desde bajar rápidos hasta caminar por senderos de montaña, y los propietarios de fincas de café gustosamente organizan giras para los visitantes. Haciendo honor a su nombre del Valle de las Flores y de la Eterna Primavera, existen en Boquete innumerables puestos en los que se pueden adquirir plantas. El pueblo es encantador y su gente afable.

Aunque los Mobley confiesan que Suramérica también les encanta, consideran que Panamá es mucho más accesible para su familia -sus hijos, Tim y Tammy, y sus 4 nietos y 3 biznietos- que viven en los estados de Virginia y Georgia, en Estados Unidos, y para el montón de amigos que están en fila para visitarlos apenas terminen la casa que están construyendo. Este proyecto le deja poco tiempo a George para dedicarse a la fotografía pero, como el mismo dice, “no estoy listo para abandonarla”. Prevee que una vez instalado en su nuevo hogar, podrá capturar con su lente lo que Boquete tiene para ofrecer al mundo, pues tiene un contrato para enviar material al National Geographic Image Collection. George es de la opinión que el país tiene un gran potencial turístico, el cual aún necesita desarrollarse. Es importante que se haga con cuidado, para no distorsionar el estilo de vida local que es, en resumidas cuentas, lo que atrae al extranjero.

Seguramente, para George, adaptarse a la vida en Boquete no será nada parecido a convivir con los esquimales en el Ártico y la burocracia panameña será muy fácil de sobrellevar comparada con la de China o la de la antigua Unión Soviética. Ya sabemos que le gusta nuestra gente y sabemos, también, que seguramente sus imágenes de Panamá recorrerán el mundo, como una vez lo hizo él. Para los panameños deber ser muy gratificante saber que personas como George Mobley y su esposa, Marilyn, han escogido Panamá para disfrutar la jubilación que años de esfuerzo les permite.

Dicen que un buen fotógrafo es aquel que es capaz de ver la esencia del sujeto que retrata. Si eso es cierto, podemos concluir que Panamá no es solamente una zanja entre dos mares, ni un centro bancario internacional, es el lugar que el aventurero escogió para descansar.

Fotos propiedad de George F. Mobley.

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