Como un baño de agua tibia para el cerebro
¿Recuerdas lo que sientes cuando un amigo o un pariente querido te da un fuerte abrazo? Hummm… ¡qué rico! Es una sensación cálida que nos viene de adentro, nos invade el cuerpo… Respiramos profundo y nos tranquilizamos en un segundo Quizás no lo sepas, pero ha sido un «baño de oxitocina» que tu cerebro ha producido y distribuido por todo tu cuerpo.
La oxitocina es una hormona natural de nuestro cuerpo que se produce en el cerebro, estimula la sensación de confianza y reduce las emociones de miedo y ansiedad. Nos inunda, de los pies a la cabeza y reduce las emociones de miedo y ansiedad. Nos inunda, de los pies a la cabeza, cuando estamos cerca de una persona que amamos y valoramos. Tanto es así que el solo hecho de evocar la memoria de la persona que amamos basta para la liberación de oxitocina.
Se le ha dado en llamar la «hormona del amor o del abrazo» porque está vinculada al proceso de enamoramiento en la pareja. La oxitocina se produce bien profundo en el centro del cerebro, en un lugar llamado hipotálamo, y rápidamente se distribuye por el torrente sanguíneo. El hipotálamo libera esta hormona en respuesta a cosas como: sensaciones de tranquilidad, calidez, contacto físico con otra persona y el movimiento rítmico cuando danzamos. También se libera mucha durante el parte y al dar el pecho, lo que facilita la producción de leche y ayuda a establecer una relación estrecha entre la madre y su hijo, así como durante la actividad sexual y el orgasmo. Se diría que las parejas comprometidas y fieles tienen una «despensa» llena de oxitocina.
La oxitocina es el eslabón neuroquímico que a través de una sonrisa o de una suave tacto genera la sensación de seguridad y calma que nos permite estar abiertos frente a las demás personas. Es la hormona que nos permite sentir confianza y estar dispuestos a explorar cosas nuevas. Es por eso que el estrechar la mano, o mejor aún, el intercambiar un abrazo u observar una sonrisa franca en la persona que tenemos enfrente «baja las defensas». Y es que, a veces, simplemente sentimos que necesitamos un abrazo.
Como Juan Mann, estudiante australiano quien en el aeropuerto, de regreso a su natal Sydney desde la universidad en Londres, observó que los pasajeros eran recibidos con un abrazo por familiares y amigos, y que no había nadie para dárselo a él. Al día siguiente escribió un cartelón con la frase que se convertiría en símbolo de un fenómeno social en varios países: «ABRAZOS GRATIS». Poco a poco la gente se fue atreviendo a darle y recibir de él un «abrazo gratis». El movimiento se ha expandido alrededor del mundo para fomentar la importancia de estimular la confianza entre las personas.
El «contacto físico significativo», como lo llama Gary Smalley, es una fuente de bendición en la familia. Nuestros hijos necesitan nuestro abrazo. Nuestra pareja que la tomemos de la mano. Nuestra madre que acariciemos su cabello. Uno de los motivos por los cuales las parejas se desnutren emocionalmente es porque se olvidan de tocarse. A todos nos consuela que nos tomen de la mano cuando estamos tristes o nerviosos… Ahora sabemos que ese contacto libera oxitocina en nuestro cerebro, bloqueando momentáneamente la producción del cortisol, la hormona del estrés. Entendiendo esto quizás estemos más dispuestos a abrazar a nuestros familiares y estimular -en ellos y en nosotros- la producción de oxitocina. Atrévete:
- Enamórate y reenamórate de tu pareja.
- No te prives de dar ese abrazo a tu hijo, tu madre, tu padre o tu amiga.
- Reaprende a tocarte con tu pareja, disfruta del milagro del contacto físico.
- Acaricia a tu mascota.
- Baila, danza, mueve el esqueleto y sonríe.
Es bueno recordar siempre cuánto bien nos hace a todos abrigarnos el corazón con la calidez de un fuerte abrazo