Curiosidades históricas de Panamá

Carlos Guevara Mann |

16 agosto, 2019

Datos poco conocidos e interesantes de nuestra ciudad nos sorprenden mientras celebramos su quinto centenario.

Quinientos años atrás, Pedro Arias de Ávila, primer gobernador de Castilla del Oro, fundó nuestra capital. El nombre que le dio —Nuestra Señora de la Asunción de Panamá— refleja la costumbre de poner las fundaciones españolas bajo el cuidado de una persona divina o santa, según la tradición católica vigente en la madre patria. Como fue establecida el Día de la Asunción de Santa María —en el área que los indígenas llamaban “Panamá”— ambos elementos concurrieron al nombramiento de la ciudad.

Una larga historia citadina

Nuestra capital, el centro urbano más antiguo sobre la costa pacífica americana, ha tenido dos sedes.  Panamá la Vieja —hoy, sitio arqueológico— fue su ubicación original. Allí duró 152 años hasta el ataque del pirata Morgan (1671), luego de lo cual se reubicó en la pequeña península situada frente al cerro Ancón.

De acuerdo con los requisitos de la Corona española, la mudanza se formalizó el 21 de enero de 1673.  Este evento, importante en la evolución de la ciudad, no constituye, sin embargo, una fundación distinta a la original. Así lo aclaró el concejal Luis García de Paredes quien, tras conseguir la información correspondiente en el Archivo General de Indias de Sevilla, logró la aprobación del Acuerdo Municipal N°. 59 de 1953, que oficializa el 15 de agosto de 1519 como la fecha en que se estableció la capital.

 Panamá La Vieja

En su reciente conferencia sobre los antecedentes y trascendencia de la fundación de Panamá, realizada el 25 de julio en el Club Unión, el Dr. Alfredo Castillero Calvo sorprendió al público con un dato que pocos conocen: Coco del Mar fue la localización inicialmente escogida para la ciudad.  Poco después de 1519 —no sabemos por qué razón— se trasladó al área donde se encuentran las ruinas que conocemos.

Panamá La Vieja estaba abierta a la campiña circundante, lo que en 1671 facilitó la invasión de los piratas. Para su defensa solo contaba con el fuerte de la Natividad, cuyos restos pueden verse a pocos pasos del Centro de Visitantes. Además, en las Casas Reales —sobre la costa, cerca de la catedral— había un puesto de defensa.

A pesar de ser eslabón importante en la ruta entre España y Suramérica, el acceso al mar era difícil. Un litoral fangoso dificultaba el acercamiento de los barcos. La acumulación de limo pronto obstruyó el puerto de La Tasca, en la desembocadura del río Gallinero (río Abajo). Por eso, el embarcadero debió moverse a la isla de Perico, actualmente unida a tierra firme por la calzada de Amador (la vía popularmente conocida como Causeway).

Desde Perico se acercaban pasajeros y mercancías hasta la costa. Pero solo podían hacerlo con la marea alta, en botes pequeños que navegaban hasta Peña Prieta, donde hoy está situado el Club de Yates y Pesca, sobre la avenida Balboa.

La nueva Panamá

El sitio al que se mudó la capital en 1673 muy pronto se amuralló. La muralla tenía como propósito proteger al casco urbano contra un ataque como el que acometieron Morgan y sus huestes. Este ha sido, sin duda, el acontecimiento más traumático en los 500 años de la ciudad. Panamá La Vieja fue saqueada y quemada y sus habitantes sufrieron una gran mortandad.

Es por ello comprensible que el gobernador Antonio Fernández de Córdoba, a cargo de la reconstrucción, tomara medidas para asegurar a la nueva Panamá contra una repetición de aquella tragedia.  Para defender la capital se construyó un muro, que —igualmente— contribuiría a reforzar las divisiones sociales que caracterizaban a la dominación española.

Los de adentro … y los de afuera

Plaza de Francia, Casco Viejo

De la gruesa muralla que rodeaba a la nueva Panamá solo queda un fragmento a pocos metros de la plaza de Herrera —el baluarte de la Mano de Tigre— además de la fortaleza de Las Bóvedas, hoy un espacio monumental que contiene en su interior la plaza de Francia.  El recinto amurallado abarcaba el sector que conocemos como San Felipe, reservado a las familias destacadas. Fuera de la muralla estaba el arrabal de Santa Ana, alrededor de la iglesia del mismo nombre, donde vivía la clase trabajadora.

El muro alrededor de San Felipe, que subsistió hasta mediados del siglo 19, dio origen a las expresiones “los de adentro” y “los de afuera”. “Los de adentro” se refería a los privilegiados de San Felipe. “Los de afuera” aludía a los excluidos de ese lugar y, consecuentemente, de las comodidades que tenían las capas superiores.

En verdad, la separación de clases representada por el muro fue más un ideal que una realidad. Los grandes fuegos y la decadencia económica a partir del siglo 18 redujeron la diferenciación social prevista en el diseño de la nueva Panamá. Aun así, las frases “los de adentro” y “los de afuera” se mantuvieron vigentes en el léxico istmeño por mucho tiempo. Hoy, son una curiosidad histórica, lo mismo que la muralla, de la que quedan pocos rastros visibles.

El autor es politólogo e historiador y dirige la Maestría en Relaciones Internacionales en Florida State University, Panamá.

 

 

 

Fotos: Getty Images

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