Exposiciones de estreno: historias para redescubrir el mundo
Enamorarse de los océanos; descubrirse rodeado por una parte de la familia con la que no convivimos; deslumbrarse con un lugar del mundo al que ni siquiera hemos tenido que viajar; maravillarse con la delicada anatomía de las criaturas del planeta, y sentir una profunda admiración por el ingenio del hombre. Cualquier cosa puede ocurrir cuando entramos en esos espacios donde pedazos del mundo han sido recogido para ser mostrados.
En el último año y medio, cinco prestigiosos museos de Estados Unidos, Inglaterra y Alemania han abierto exhibiciones permanentes, unas completamente nuevas, otras ya existentes aunque remodeladas en su totalidad, pero cada una preparada para permitir al visitante interactuar con los elementos expuestos mientras recibe información. Son espacios que, al darle al visitante una muestra del mundo real, le permite sentirse parte de él e, incluso, responsable de su preservación.
La vida empezó en el agua
Hace dos años, los curadores del Museo Americano de Historia Natural (Nueva York) consideraron que la sala de los océanos, un espacio de encuentro con los habitantes del mar que un inmenso modelo de ballena azul custodiaba desde el techo, en realidad no contaba la historia de estas grandes masas de agua. Además, se había quedado desfasada.
Para poner en marcha un concepto más acorde con el conocimiento adquirido en las últimas décadas, la sala fue cerrada a principios del 2002 y reabierta el pasado 17 de mayo. La nueva «Milstein Hall of the Ocean Life» empieza por contar que ese ancestro común que tenemos todos los habitantes de la tierra se originó en el agua. De ello se encarga un gran árbol de la vida que recibe al visitante. Además, en la vasta información que ofrece la sala, uno también puede enterarse de que algunos productos del mar son potencialmente útiles para tratar enfermedades como el cáncer y la artritis.
Los dioramas conservan su lugar de siempre en la planta baja y la gran ballena azul sigue allí colgada, imponente. Nuevas son las ocho vitrinas que ocupan los arcos de la parte superior de la sala y que representan los diversos ecosistemas marinos: los estuarios, la plataforma continental, los arrecifes de coral, el manglar, los bosques de algas, el océano profundo, las regiones polares y el suelo marino. Además de contarnos, por ejemplo, que un arrecife de coral alberga más especies que un bosque tropical, se hace hincapié en la amenaza que sufre cada ecosistema a raíz de las actividades del hombre y por qué deben ser protegidos.
Conoce a tus parientes
¿En que se asemejan una jirafa, un tigre, un murciélago, un delfín y tu? La ciencia nos ha puesto a todos en la categoría de mamíferos, porque, básicamente, compartimos tres peculiaridades: al nacer, nuestras madres nos alimentan con leche que ellas mismas producen, tenemos pelo en nuestro cuerpo (ballenas y delfines incluidos) y dentro de nuestros oídos existen unos huesos muy especializados que nos ayudan a escuchar. Pero los mamíferos no hemos sido siempre los mismos. Millones de años de evolución nos han ayudado a adaptarnos a los diferentes entornos y climas en los que nos ha tocado vivir.
El pasado 15 de noviembre, el Museo Nacional de Historia Natural de Washington, regido por el Instituto Smithsonian, inauguró su nueva sala de mamíferos con el nombre de «Kenneth E. Behring Family Hall of Mammals«. La nueva exhibición, que recoge ejemplares de animales de la colección del museo, expone la vida de los mamíferos en estampas que cuentan historias específicas acerca de su evolución y su adaptación al medio. En la sala está permitido tocar el cráneo de una especie de oso ya extinta que habitó en Africa, o los restos fósiles de uno de los primeros carnívoros.
Pero, quizás, la pieza más curiosa de toda la sala sea «Morgie», una escultura de bronce de un Morganucodon oehleri, una pequeña criatura de sólo nueve centímetros pulgadas de largo, que vivió entre las patas de los dinosaurios hace 210 millones de años y que es considerado como uno de los primeros mamíferos que habitaron la tierra. Quizás te guste conocerlo. Después de todo, llevas parte de su ADN: «Morgie» es el más lejano de tus parientes.
Un centro de alto vuelo
Apenas un mes después de haber abierto la sala de los mamíferos en el Museo Nacional de Historia Natural, el Instituto Smithsonian volvía a cortar otra cinta inaugural, pero esta vez la de la primera fase del Centro Steven F. Udvar-Hazy, las nuevas instalaciones del Museo Nacional del Aire y el Espacio.
Localizado en el Aeropuerto Internacional de Dulles, en Washington D.C, el Centro Udvar-Hazy es un inmenso hangar de tres niveles de exhibición, dos de ellos formados por aparatos de aviación suspendidos en el aire y colocados en la forma exacta en la que maniobrarían si estuvieran en el aire. Unos pasillos suspendidos sobre el suelo permiten al visitante acercarse nariz con nariz a estos aparatos.
Cohetes, satélites, planeadores, helicópteros, aviones ultra livianos, aviones comerciales y hasta motores, se muestran al público por primera vez. Por el momento son 82 aeronaves, 61 de los artefactos más grandes que el hombre ha utilizado en sus viajes al espacio y mil aparatos pequeños los que están en exhibición. Entre ellos se destacan el Stratoliner 307, el primer avión comercial presurizado; el Blackbird SR-71, el avión más rápido que jamás se haya construido; el tristemente célebre B-29 Enola Gay, desde el que se lanzó la primera bomba atómica sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945; y el Concorde, el único avión supersónico de pasajeros, que estuvo en servicio durante 27 años hasta que Air France lo retiró en mayo de 2003.
El legado de Darwin
Durante nueve meses, 20 curadores y 10 asistentes del Museo de Historia Natural de Londres mudaron, uno por uno, los 450 mil frascos en los que se preservan 22 millones de especimenes animales que el museo ha recogido en los últimos 200 años. Entre ir y venir, el personal del museo caminó mil kilómetros en total, para trasladar estas muestras preservadas en alcohol a su nuevo hogar: el Centro Darwin, inaugurado en septiembre de 2002. El propósito de este espacio es brindar a los visitantes la posibilidad de admirar, por primera vez, los especimenes que los investigadores del museo y de otros muchos países utilizan para estudiar, por ejemplo, la calidad del aire, la causa de algunas enfermedades y el mantenimiento del delicado balance de los ecosistemas.
En la primera fase del Centro Darwin –en el 2008 se develarán los 28 millones de insectos y seis millones de plantas que pertenecen a los departamentos de entomología y botánica del museo- están expuestos un pez espada y un dragón de Kokomo, dos de los especimenes más grandes que guarda el centro. También se encuentran allí algunos de los peces y lagartos que Charles Darwin recolectó durante su viaje de circunnavegación hace 173 años. Al legado de Darwin se suman las colecciones de otros naturalistas famosos como Sir Hans Sloane, precusor del propio museo. Es de interés, también, que en el Centro Darwin los visitantes pueden hacer visitas guiadas a los laboratorios y hablar con los científicos.
Viaje a Oceanía
Fundado en 1896, el Museo Übersee de la ciudad alemana de Bremen, ha basado sus exposiciones en la relación que existe entre el ser humano, su entorno natural y el comercio. Entrado el siglo XXI, el museo ha puesto en marcha una remodelación total de sus exhibiciones. La primera cara de esta nueva fase la ha dado la exposición permanente «Oceanía, la vida en el Pacífico Sur«, que presenta por primera vez, y desde el pasado 29 de noviembre, la interrelación que existe entre la gente, el comercio y la naturaleza de las islas de este continente, compuesto en su mayor parte por agua.
La exhibición invita al visitante a realizar un viaje en tercera dimensión a través de un mapa, en el que se descubre la historia cultural, natural y comercial de las islas. Y, al salir de ellas, está permitido navegar por el mar azul donde es posible encontrarse con monstruos producto de la imaginación, como una serpiente marina. La exhibición muestra también arrecifes de coral y volcanes de sulfuro, así como las artesanías típicas de la región. Y aunque los caminos a recorrer dentro de esta pequeña Oceanía parecen estar marcados, el visitante es libre de escoger el recorrido que más le guste, según lo guíe su curiosidad.
Conmover a sus visitantes y despertar su deseo de saber más es, en definitiva, el objetivo de todo museo. Si su próximo destino es Nueva York, Washington, Londres o Bremen, quizás quiera darse una vuelta por alguno de los que aquí presentamos y ver sus recién estrenadas exposiciones.
¿Sabía usted que..? |
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Fotos cortesía del Museo Americano de Historia Natural (Nueva York), Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsonian (Washington, D.C.), Museo Nacional del Aire y el Espacio del Instituto Smithsonian (Washington, D.C.), Museo de Historia Natural (Londres) y Museo Übersee de Bremen (Alemania).