Lo atractivo de lo inhóspito

Vanesa Restrepo de Rinkel |

11 noviembre, 2016

¿Quién dijo que para que un destino turístico sea considerado digno de visitar debe encontrarse en un lugar acogedor, fértil y agradable? Aunque parezca un poco descabellado, existen lugares en el mundo que se destacan precisamente por poseer características contrarias a las anteriores, maravillándonos y dejando una imborrable huella en nuestra memoria.

Probablemente a muchos no nos llame la atención ir a destinos inhóspitos en donde las temperaturas sean extremas, el sol inclemente, las alturas sofocantes y la infraestructura turística limitada, pero como entre gustos y colores no discuten los doctores, En Exclusiva los invitar a echar un vistazo a una pequeña pero interesante muestra a través de un rápido recorrido por los cinco continentes.  Quizá se animen a pegarse una escapadita…

El abrazo de las dunas

Podemos empezar por nuestro continente, más exactamente por el estado de Maranhão, al noreste de Brasil, el cual guarda en su extensa costa una rareza natural que podría dejar hasta al más experimentado viajero boquiabierto. Contrario a muchos desiertos, entre los meses de diciembre a mayo este se encuentra bendecido por generosas lluvias de 900 mm en promedio anual, dando vida a miles de hermosas lagunas de aguas dulces que son abrazadas por un mar de 155 mil hectáreas de dunas de hasta 40 metros de alto, tocadas por el azul del cielo y acariciadas suavemente por los rayos del sol que las tiñe de naranja.

Así se podría definir al mágico Parque Natural de Lençóis Maranhenses que el turismo masivo aún no ha descubierto, quizá porque llegar hasta él no es tarea fácil o porque su infraestructura turística es casi inexistente. No hay carreteras de acceso, solo el río Preguiças al que hay que cruzar desde Barreirinhas, un pequeño y tranquilo municipio, hasta sentir las primeras arenas.

Estando allí se pueden hacer pequeños paseos a pie o de larga distancia en un carro 4×4, siempre con bloqueador y botellas de agua a la mano, ya que el despiadado sol no da tregua y dentro del parque no hay en donde comprar el preciado líquido en kilómetros a la redonda. La mayoría de los tours operan entre junio y septiembre cuando finalizan los meses de lluvia y las lagunas están llenas. Otra forma de admirar esta maravilla de la naturaleza es tomando un vuelo panorámico.

Cuna religiosa

De la costa Atlántica pasamos a un pequeño rincón de África en donde se encuentra un “segundo Jerusalén” recién descubierto, ya que hace tan solo unos 50 años este pequeño pueblo etíope salió de su aislamiento para descrestarnos con sus tesoros cristianos.

Siete jóvenes etíopes vestidas con su atuendo tradicional cantan juntas frente a una de las once iglesias monolíticas ubicadas bajo el nivel de la tierra.

Siete jóvenes etíopes vestidas con su atuendo tradicional cantan juntas frente a una de las once iglesias monolíticas ubicadas bajo el nivel de la tierra.

Lalibela, ubicada al norte de Etiopía, ha sido por más de ocho siglos un centro de peregrinaje, construido a semejanza de la Tierra Santa en Israel, en donde sus locales aún celebran ritos y costumbres cristianas como en los tiempos de Jesucristo.

En el siglo IV, mientras el Medio Oriente y el norte de África eran atacados por los musulmanes, incluyendo a Jerusalén, muchos seguidores de la fe fueron a refugiarse de las guerras y la persecución a este pacífico país en donde el cristianismo llegó para quedarse, convirtiéndose en su religión dominante, y en donde Lalibela se convirtió en su ciudad más sagrada.

 

La más representativa de todas las iglesias talladas en roca volcánica es la Biete Ghiorgis, o iglesia de San Jorge, cuya forma de cruz tiene 15 metros de altura.

La más representativa de todas las iglesias talladas en roca volcánica es la Biete Ghiorgis, o iglesia de San Jorge, cuya forma de cruz tiene 15 metros de altura.

Ocho siglos más tarde, la historia cuenta que su emperador, el rey Gebre Mesquel Lalibela, tuvo un sueño en donde Dios le ordenó construir una segunda Jerusalén a través de once iglesias monolíticas talladas en roca volcánica, ubicadas bajo el nivel de la tierra y conectadas por medio de laberintos, túneles, pasadizos y un río llamado Jordán.

Al divisarlas solo se pueden ver sus techos y para entrar en ellas se debe ir bajo tierra. La más representativa de todas es la Biete Ghiorgis (Iglesia de San Jorge) tallada en forma de cruz con 15 metros de altura. Hace 10 años ni siquiera se podía llegar en carro y menos en avión. Hoy en día, cuenta con un pequeño aeropuerto y una carretera asfaltada.

 

Ruta espectral

Viajando al este de Europa, subimos a los Cárpatos desafiando los 90 kilómetros de la serpenteante carretera Transfăgărășan, una de las más altas y bellas del Viejo Continente, ubicada entre Transilvania, conocida por sus legendarios cuentos de vampiros y la región de Valaquia.

La carretera Transfăgărășan es una de las más altas y bellas del Viejo Continente. Se encuentra ubicada en Rumania, específicamente entre Transilvania y la región de Valaquia, e impresiona por su forma ondulada y poco común.

La carretera Transfăgărășan es una de las más altas y bellas del Viejo Continente. Se encuentra ubicada en Rumania, específicamente entre Transilvania y la región de Valaquia, e impresiona por su forma ondulada y poco común.

De no ser por una decisión político-militar, esta megaconstrucción tal vez no existiría. A finales de los sesenta, la Unión Soviética invadió Checoslovaquia. Temiendo una movida igual hacia Rumania, el aquel entonces presidente Nicolás Ceaușescu quiso asegurar el rápido acceso de sus tropas a través de las indomables montañas rumanas.

Sus temperaturas extremas la mayor parte del año (cerrada de octubre a junio por hielo y nieve), sus constantes amenazas de derrumbe, su poca visibilidad, sus desafiantes túneles y sus estrechas curvas, hacen que hasta el más perito de los conductores guarde una compostura de 40 Km por hora al volante.

Para darles una idea, imagínense manejando hasta una altura de 2,134 metros, cruzando 884 metros de un túnel sin iluminación artificial alguna, pasando precarios puentes y esquivando huecos y rocas en una ruta con pocos hostales y sitios de descanso. Por esto, no es de extrañar que la mayoría de los viajeros no se atrevan a visitarla.

Sin embargo, estos inminentes peligros parecen desvanecerse al dar paso a un enigmático paisaje enmarcado por espesos bosques, gélidas lagunas y permanente niebla, una escena medieval en su máxima expresión. Así que para quienes les gusta un poco el misterio y deseen vivir una experiencia única, Transfăgărășan no puede faltar en su lista de destinos.

 

Un sueño zarista

Con 9,288 kilómetros, el Transiberiano es la ruta ferroviaria más larga del mundo. Esta increíble obra logra unir tres países y va desde Moscú hasta Vladivostok, cerca del mar de Japón.

Con 9,288 kilómetros, el Transiberiano es la ruta ferroviaria más larga del mundo. Esta increíble obra logra unir tres países y va desde Moscú hasta Vladivostok, cerca del mar de Japón.

Hace más de un siglo el sueño zarista de tener una salida al Pacífico desde Moscú se hizo realidad con la construcción del Transiberiano, la vía férrea más larga del mundo que no solo une un país, sino tres, cruzando los Urales, recorriendo parte de Mongolia y llegando al norte de China.

En esta megaobra de 9,288 kilómetros, también conocida como Rossia y que va desde Moscú hasta Vladivostok, cerca del mar de Japón, el viajero atraviesa ocho zonas horarias y, dependiendo de la velocidad en que vaya el tren, el recorrido puede tomar hasta diez días.

Por las ventanillas se pueden apreciar pueblos y ciudades rusas como Ekaterimburgo, así como admirar la belleza del imponente lago Baikal, en Siberia, el más profundo y uno de los más grandes de agua dulce del mundo, aparte de contemplar los extensos pastos de Mongolia y visitar Ulán Bator, su capital.

De esta megaobra de ingeniería nacieron dos bifurcaciones. El Trasmanchuriano, en 1904, con 9,000 kilómetros y seis días de ruta, y el Transmongoliano, en 1961, con 7,621 kilómetros y cinco días de camino. Los rieles del primero llegan hasta Társkaya, al este del lago Baikal, para luego atravesar el territorio chino de Manchuria y dirigirse a Beijing, mientras que el último ramal llega a Ulán Ude, desde donde sigue a Ulán Bator, para también finalizar en Beijing.

Mientras que para muchos turistas estos ferrocarriles representan una aventura de bucólicos paisajes y nuevas culturas, para los locales es el medio habitual de transporte para encontrarse con sus familias del interior de la región.

Tocando el cielo

El Palacio Potala o Palacio Blanco es la residencia del Dalai Lama en el Tíbet, China.

El Palacio Potala o Palacio Blanco es la residencia del Dalai Lama en el Tíbet, China.

Para visitar el hogar del Dalai Lama se deben cumplir dos reglas a cabalidad. #1: ir en grupo a través de una agencia de viajes china que lo respalde y que le dé el Tibet Permit (permiso de entrada al Tíbet), el cual se debe tramitar con un mes de antelación. #2: tomar mucha agua para hidratar el cerebro. La altura de esta región los hará sentirse mareados y con dolor de cabeza el primer día, ya que se encuentra a una altitud de 4,900 metros. Unas pastillas para la altura no estarían de más y sobra decir que este destino está vetado para hipertensos.

El Tíbet, territorio autónomo al noreste del Himalaya, es un importante lugar de peregrinaje donde los monjes budistas meditan y viven de manera modesta y espiritual.

El Tíbet, territorio autónomo al noreste del Himalaya, es un importante lugar de peregrinaje donde los monjes budistas meditan y viven de manera modesta y espiritual.

Sentado plácidamente en una extensa meseta al oeste de China, el Tíbet es, sin embargo, un territorio autónomo al noreste del Himalaya. Su situación política es muy cambiante e impredecible y muchas veces su frontera se encuentra cerrada. Por esto, el viajero debe informarse bien antes de viajar.

Este refugio espiritual se caracteriza por su estilo de vida pacífico y modesto. De hecho, el Palacio Potala o Palacio Blanco, residencia del Dalai Lama, ubicado a 3,650 metros de altura, es de las pocas estructuras imponentes que encontrarán en estas frías y lejanas tierras junto al Monasterio de Samye, lugar de peregrinaje tibetano y templo budista más antiguo del Tíbet.

La infraestructura turística es muy precaria. El escaso alojamiento que ofrece Lhasa, su capital, no alcanza siquiera las dos estrellas y los restaurantes, por lo general, dejan mucho que desear. Pero es que el viajero que decide venir al Tíbet sabe que debe sacrificar sus comodidades materiales por la exclusividad de poder tocar el cielo a través de celestiales paisajes montañosos y místicos lagos como los sagrados Namtso, el Yamdrok y el Manasarovar, los más famosos de la región.

Camaleón de piedra

Finalizando este recorrido bajamos a Australia para darnos cita con uno de sus más destacados íconos. Para visitarlo, se necesita tomar un avión por poco más de tres horas desde Sídney o manejar 1,431 kilómetros desde Darwin hacia el sur, ya que se encuentra en un remoto lugar del territorio federal denominado Territorio del Norte.

Uluru o Ayers Rock es un enorme monolito de 10 kilómetros de circunferencia, 350 metros de alto y 2.5 kilómetros bajo tierra, que surge imponentemente en medio de la vasta planicie semidesértica del Parque Nacional Uluru-Kata Tjuta, como un soldado gigante que vigila sigilosamente su territorio.

Uluru o Ayers Rock es un enorme monolito de 10 kilómetros de circunferencia y 350 metros de alto ubicado en Australia, cuya característica más llamativa la constituye el cambio de color de su superficie.

Uluru o Ayers Rock es un enorme monolito de 10 kilómetros de circunferencia y 350 metros de alto ubicado en Australia, cuya característica más llamativa la constituye el cambio de color de su superficie.

Su nombre, Uluru, fue puesto por los anangu, un pueblo aborigen australiano para quienes esta gran roca es una montaña sagrada. Sin embargo, en 1873 y tras alcanzar su cima, el explorador británico William Gosse la bautizaría Ayers Rock en honor a sir Henry Ayers, primer ministro británico de Australia, llevándola a tener dos nombres oficiales en la actualidad.

Pero la mayor atracción de este gigantesco peñón no radica en su tamaño ni majestuosidad sino en su característica camaleónica producida por la inclinación de los rayos solares invitando a contemplar un sutil baile de azules, naranjas, rojos y marrones dependiendo de la hora del día.

El momento más popular es el ocaso cuando la piedra se torna roja brillante, mientras que en invierno, con tan solo unas cuantas lluvias, el monolito toma una tonalidad gris plateada.

Su distante ubicación, escasa vegetación y altas temperaturas durante el verano (hasta 46 grados centígrados) la pueden convertir en un destino bastante exigente para el turista. No obstante, medio millón de personas la visitan anualmente.

Estos destinos son un buen comienzo para aquellos viajeros que deseen tentar su espíritu aventurero y disfrutar de unas vacaciones más allá de lo tradicional, pringadas de unas cuantas gotas de riesgo e incomodidad, pero también de adrenalina y entusiasmo.

El mundo es demasiado grande como para encasillarse en los mismos lugares. Hay muchos por visitar y sería una verdadera lástima no hacer el esfuerzo por conocerlos. Solo se requiere un poco de valor. ¡Vale la pena!

Fotos:
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