¿Qué se puede hacer con los adolescentes?

Ángela Marulanda |

25 diciembre, 2009

La adolescencia es una etapa llena de sueños y ambiciones, así como de angustia y temores para los hijos y para sus padres.  Y lo es más en la actualidad porque los niños crecen en un mundo que ha cambiado en forma radical.  Ellos ya no viven en un medio urbano rodeado de parientes y amigos, sino en el ciberespacio a merced de una cultura sobresaturada de sexo y violencia.  Sus familias ya no son uniones estables regidas por tradiciones y normas inflexibles, sino familias emocionales que los individuos construyen y vuelven a construir cuando y como se les da la gana.  La vida sexual ya no es un tema tabú y pecaminoso, sino una forma de divertirse y expresarse que poco tiene que ver con el amor.  Sus padres ya no son figuras superiores que imponen su parecer y exigen reverencia, sino individuos que quieren ser sus “amigos” y hacen lo posible por ganárselos para poder controlarlos.

Así, los jóvenes hoy no sólo son más listos y poderosos que las generaciones anteriores, sino que se sienten más solos y perdidos que nunca.  Por ello, urge dejar de temerle a la adolescencia para comenzar a entenderla de una manera distinta a como se ha venido haciendo.  Con sus comportamientos, a menudo insólitos, los adolescentes nos están diciendo todo lo que necesitamos saber sobre ellos… y también sobre nosotros.  Por ejemplo, ¿la forma como los jóvenes se involucran sexualmente unos con otros sin ningún compromiso no será una evidencia de la trivialidad con que los adultos asumimos la sexualidad?  ¿La manera en que crece su admiración por las celebridades y decrece su respeto por nosotros, no será el resultado de vernos tan perdidos como ellos cuando lo que esperan de nosotros es madurez y seguridad?  ¿El descontrol con que consumen trago o drogas para divertirse y escapar de sus angustias, no será producto de vernos abusar del alcohol para olvidarnos de las nuestras?  ¿Y la obsesión de las niñas con su cuerpo, poniendo en riesgo su salud, no será un reflejo de nuestro desmedido interés por tener una figura perfecta?

A pesar de que los adolescentes tienen hoy una visión diferente del mundo, que hace que su interpretación de la vida sea distinta a la nuestra, nos necesitan más que nunca.  En la adolescencia ya no podemos dominar a los hijos a la fuerza, pero sí influir mucho en ellos.  Así, es imperativo que los padres miremos qué estamos haciendo con nuestra vida para ver cómo estamos guiando la suya.  Esto nos obliga, entre otras cosas, a entender el proceso que están viviendo y lo que podemos esperar de ellos; a saber lo que necesitan de nosotros para crecer mental y moralmente sanos.  Y a ser toda una autoridad en los temas en los que ellos son más vulnerables –drogas y sexo–.

Recordemos que lo que nos dará el poder para ser los guías de nuestros hijos en su paso por la adolescencia no será nuestra capacidad de intimidarlos o de “comprarles” su obediencia, sino la admiración que les inspire nuestra sabiduría y solidez moral, porque sólo así seremos para ellos figuras dignas de escuchar y emular.

En septiembre, la autora visitó nuestro país gracias a la Fundación Hazme Brillar, grupo que promueve el respeto a los derechos de los niños y adolescentes con necesidades educativas especiales (trastornos de atención, conducta y aprendizaje), asociadas o no a una discapacidad, a través de la capacitación, sensibilización y apoyo a estudiantes, padres de familia y educadores.

www.angelamarulanda.com

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