Sueños de cada día

Carlos A. Leiro P. |

25 junio, 2009

“…que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son” Pedro Calderón de la Barca

A colores o en blanco y negro… Sobre el pasado, el presente o el futuro. Los hay aterradores o encantadores. Algunos son eróticos; otros parecen premonitorios. Algunos invitan al reencuentro y, otros, a la separación. Unos son coherentes y otros son como un revoltijo de escenas sin sentido. Sean como sean, los sueños son parte de la vida del ser humano.

A lo largo de los siglos, el interés por los sueños ha prevalecido: las visiones cabalísticas dan pie a una cultura popular: “¿Qué número es soñar con tijeras…? le preguntaban a la billetera sentada a la entrada del Café Minimax. O…“Ayer soñé con mi papá… estaba como si nada…”, me contaba un amigo hace poco. O más aún: “Tuve un sueño en el que se me caían los dientes”, me comentaba mi sobrina Marianela el otro día y quería saber si yo era “experto en analizar sueños”.

¿Cómo funcionan los sueños? Todos soñamos, pero no siempre recordamos lo soñado. La cantidad de horas de sueño varía de persona a persona, pero probablemente menos de seis y más de doce horas al día pueden representar un problema. El sueño también tiene fases: empezamos por un sueño ligero, seguido por etapas de creciente bloqueo de la capacidad de recibir los estímulos y mayor profundidad. En los últimos lapsos es donde tenemos los sueños típicos, representados como imágenes o sonidos, o como narraciones y vivencias.

¿Son peligrosos los trastornos del sueño? Depende. Por ejemplo, las pesadillas, esos sueños perturbadores y sumamente reales que nos estremecen y hacen salir bruscamente de una fase profunda, generalmente no lo son, siempre y cuando no sean constantes. Las causan la falta de sueño, las preocupaciones, el comer antes de acostarse o el efecto de ciertas medicinas. A veces indican experiencias traumáticas del pasado. Por otro lado, detrás de un insomnio o de los ronquidos persistentes puede estar la apnea del sueño, que sí es peligrosa. Quienes la sufren dejan de respirar por un lapso de cinco a veinte segundos, decenas o hasta cientos de veces durante la noche, y se sienten muy cansados al despertarse. Esta condición requiere de la evaluación de un médico especialista para poder ser corregida.

¿Por qué soñamos? Freud decía que los sueños eran una forma de manifestar deseos reprimidos que lograban salir del inconsciente cuando la persona no estaba en vigilia. Sin embargo, los expertos en neurociencia piensan ahora que los sueños pudieran servir al menos para tres funciones básicas:
1. Funcionan como una forma de reprocesar experiencias del diario vivir… Como un sistema de archivar los documentos que nos resultan interesantes, atractivos, o que son “material delicado”.
2. Son una forma de “entretenimiento” del cerebro que busca satisfacer algunos deseos y sentimientos que en la vigilia, por algún motivo, la persona no puede satisfacer.
3. Quizás sirven para acercarnos a información que ha pasado por nuestra conciencia, pero que de una u otra manera no hemos sabido “notar” por estar atendiendo muchas cosas a la vez.

Sean cuales sean las explicaciones de por qué soñamos, lo que sí sabemos es que una persona que no duerme bien puede amanecer desencajada, desganada, decaída o hasta malhumorada, y puede, a la larga, tornarse agresiva o hasta deprimirse. La realidad es que dormir bien, descansar y -si se quiere- soñar, es parte tan importante y normal de la naturaleza humana como tomar agua. Nos conviene asegurarnos un sueño reparador cada noche y, si no lo tenemos, debemos consultar a un médico.

Los sueños son algo que nuestra mente necesita para funcionar adecuadamente. Quizás debemos entender que hay tantas teorías sobre el origen y el significado de los sueños como soñadores existan y que, como en otras áreas de nuestra vida, la interpretación más válida que se pueda hacer de un sueño nuestro, es la que nosotros mismos hagamos.

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