¿Te hacen falta vitaminas?
Se inicia la temporada de lluvias y con ella muchos recurren a la famosa vitamina C para subir las defensas y mitigar cualquier posibilidad de caer con un resfrío. Otros, quizás un poco más exagerados, sucumben ante cualquier sintomatología y piensan que con los famosos “multivitamínicos” podrían contrarrestar los padecimientos y, por consiguiente, llevar una vida más sana. No podrían estar más equivocados.
Estudios médicos recientes señalan que el uso de suplementos vitamínicos es innecesario para el cuerpo humano, dado que una dieta equilibrada –que incluya todos los grupos alimentarios– es suficiente para mantener las dosis de nutrientes requeridos para una vida sana.
Un artículo publicado por CNN a mediados del 2011 advierte que estos fueron creados “para personas que no consumen comidas completas a diario o que comen menos de tres veces al día”. El reportaje también indica que un complejo vitamínico –o multivitaminas– contiene nutrientes que sobrepasan lo que el cuerpo humano promedio necesita y que “es necesario consultar previamente con un médico para conocer si realmente se requiere su consumo y cuál es el producto y dosis más conveniente”.
Con esta conclusión coincide la nutricionista Laura Turner, del Departamento de Nutrición de la Clínica Hospital San Fernando, quien recalca que en un estilo de vida saludable está la clave para obtener los nutrientes necesarios para estar sanos.
Actualmente, la industria de suplementos vitamínicos cuenta con productos diseñados para todo tipo de personas, padecimientos y hasta con fines estéticos. No obstante, conocer cuáles son los requisitos reales del cuerpo ayuda a que estos puedan ser asimilados adecuadamente por el organismo.
Según Turner, hay vitaminas que cuando se consumen en cantidades excesivas pueden producir los mismos síntomas de la deficiencia o malestares aleatorios. El oncólogo estadounidense David Agus –autor del libro The End of Illness– sostiene que la ingesta de “multivitamínicos” podría incrementar el riesgo de padecer cáncer a largo plazo. Y es que la controversial tesis de Agus recalca que estos no le hacen ningún favor al cuerpo, y en algunos casos interfieren con los procesos naturales de defensa del organismo.
En general, las vitaminas se pueden dividir en dos ramas: Las que son solubles en agua o hidrosolubles (B y C), de las cuales el organismo usa lo que necesita y elimina el excedente a través de la orina, y las liposolubles (A, D, E y K) que se almacenan en los tejidos grasos del cuerpo, subsisten por tiempo prolongado en el organismo y cuyo consumo excesivo puede producir toxicidad en el hígado. “No significa que tendrá molestias inmediatas, aunque a largo plazo se podrían desarrollar trastornos”, indica Turner.
Tomarse un frasco de vitamina C al momento de un resfrío de nada sirve. Lo ideal es nutrir el cuerpo con una dosis diaria de 60 miligramos que bien se pueden obtener de frutos comunes como la naranja (73 mg), el kiwi (98 mg) o la guayaba (280 mg).
Paralelamente, algunos casos específicos sí ameritan la ingesta de suplementos. Turner explica que la maternidad, la menopausia y el envejecimiento (tanto en hombres como en las mujeres) ameritan una ingesta más elevada en calcio. Añade que “por otro lado, los deportistas de nivel élite o de grados de competición también son susceptibles al uso de suplementos para reducir la producción de radicales libres responsables del envejecimiento del cuerpo”. Un individuo promedio puede ingerir dos vasos de leche o cuatro rebanadas de queso y obtener una dosis adecuada para el organismo. “Otra forma simple de fijar calcio en los huesos es haciendo ejercicios con complementos de pesas de poco peso, y da buenos resultados, sobre todo en las mujeres”, comenta la nutricionista.
En los niños, es esencial que los padres comprendan que los suplementos no garantizan su crecimiento y no se requieren vitamínicos artificiales si se ingiere una alimentación adecuada con suficientes vegetales y frutas. “A menos que el pediatra lo recete por alguna carencia o costumbres melindrosas”, dice Turner, y aunque se consuman con la esperanza de mejorar la calidad de vida, hay que evaluar si realmente se necesitan antes de tomarlos.