Una vida llena de significados

Giselle de la Hoz |

1 marzo, 2014

La primera condición para vivir una vida sana es reconocer nuestra vulnerabilidad como seres humanos. Estamos condicionados a vivir diariamente experiencias de pérdidas y ganancias, algunas sutiles y otras significativas. Nuestra sociedad visualiza las pérdidas como fracasos, derrotas, castigos y vivimos en una fantasía de que las experiencias dolorosas solamente llegan por castigo.

Las pérdidas significativas, como perder el año escolar, un descalabro económico, la separación o divorcio, un despido laboral, un hijo en drogas o una infidelidad, entre otras, desembocan en lo que denominamos duelo, del latín dolus, que significa dolor.

En el pasado, cuando se hablaba de duelo se le usaba exclusivamente para la pérdida física de un ser querido. Actualmente, los especialistas lo plantean como la respuesta emotiva ante la pérdida de algo o alguien significativo; un camino en donde transita la ira, el miedo, la culpa, la tristeza, los resentimientos, los rencores, los odios, que nos llevan a cuestionar nuestra existencia y nuestros valores, ocasionando confusión y dolor.

El duelo es un proceso activo que hay que poner de nuestra parte para avanzar; tenemos que enfrentarlo y vivirlo para llegar a la aceptación de lo perdido o lo que ya no tenemos. El dolor no se evapora, no podemos evadirlo, no se puede reemplazar de forma mágica lo que se pierde, hay que mirarle la cara, pues no se puede voltear la página sin haber comprendido la anterior. El duelo trae consigo un aprendizaje, te obliga a cuestionar tus creencias, tus principios, la misma existencia de la vida.

Como lo plantea Victor Frankl, en su libro El hombre en busca de sentido último, “la responsabilidad es la esencia de la existencia humana”, y como seres procesuales que somos tenemos una responsabilidad de responder a nuestras experiencias dolorosas con respeto, honestidad y aceptación.

Los padres de un niño que pierde el año deben respetar su duelo y brindarle la oportunidad de aprender de los errores de forma proactiva. Además, deben asumir la responsabilidad de lo vivido, pues negar el dolor es negar la existencia de los sentimientos del niño. Finalmente, es esencial encontrarle un significado a la experiencia vivida.

La pareja que se separa o divorcia en incontables ocasiones se enfrasca en la ira, en el miedo y no hay espacio para aprender de los errores. Las personas repiten, por desconocimiento, el conocido refrán: “Un clavo saca a otro clavo”, lo cual agrava la situación. La separación y el divorcio es una pérdida dolorosa que implica el dolor de los padres y de los hijos, quienes muchas veces están navegando en un mar desconocido, sin darse el permiso de sentir y expresar el dolor.

Mencionar cada pérdida y entrar en consciencia del dolor que provoca cada una de ellas nos llevaría a la conclusión de que vivimos en una sociedad donde estamos evitando enfrentar los duelos, duelos que más adelante se enquistan, se congelan, se momifican y favorecen conductas destructivas como la adicción, la depresión y la violencia.

Una forma proactiva de ir cambiando esto es quitarnos las máscaras y reconocernos como lo que somos, seres frágiles y vulnerables que estamos expuestos a vivir pérdidas, que podemos cambiar nuestra forma de afrontarlas, descubrir dentro de nosotros mismos la valentía para expresar lo que duele y encontrar una vida llena de significados.

He aquí algunas sugerencias que nos permitirán abrirnos al dolor:

  • Evite el silencio: No se encierre en el dolor. Hay muchas personas ansiosas de apoyarle.
  • No se encierre en sí mismo: Acuda a sus familiares, amigos y seres queridos.
  • Permítase algún tiempo solo: Hay una diferencia entre sumirse en la soledad y tener un tiempo de privacidad.
  • No subestime el dolor de los menores: Si tiene niños o jóvenes a su alrededor, al verlo sufrir a usted ellos se permitirán expresar sus sentimientos.
  • Viva un día a la vez: Téngase paciencia, pues el duelo es un proceso con altas y bajas.
  • Busque ayuda especializada y/o espiritual: Hay personas con formación especializada que están dispuestas a ayudarle.

Atravesar una pérdida no es fácil, pero con paciencia y resignación su actitud puede ayudarle a que el proceso sea más llevadero.

Fundación Piero Rafael Martínez de la Hoz (<a title="Fundación Pierro Rafael Martínez de la Hoz" href="http://www.duelo.org" target="_blank" rel="noopener">www.duelo.org</a>)

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