Vivir la vida como un escritor de viajes
Leer y estudiar, vivir, recordar, escribir. Eso es, en síntesis, lo que hago cuando viajo.
Fue en una visita a México en 2005, antes de partir hacia la universidad, en la que abrí los ojos y me di cuenta de que, para mí, viajar no era un proceso incómodo y atiborrado de obstáculos. El ejercicio de enfrentarme a los matices complejos de distintas latitudes me hacía sentir verdaderamente vivo. La incertidumbre afanosa, pero apremiante, de mis recorridos me empujaba a estudiar más mis destinos y crear mejores itinerarios. La organización me vigorizaba y cada nueva travesía era una oportunidad de mejorar. De los lugares más apartados regresaba con el alma llena y el espíritu sacudido. Eso me inspiró a recorrer el mundo e invitar a personas a explorarlo tal como yo lo hacía. Hoy, viajar sigue siendo lo que me motiva a seguir viviendo con el brío que me caracteriza.

Ernesto en la Gran Muralla China
Al vivir las primeras experiencias de adolescente insolente con independencia asistida fuera de Panamá, me descubría feliz en aviones visitando a amigos por Estados Unidos. Durante la universidad, la historia y la política me absorbían y la gastronomía me maravillaba. Fue allí que tomé mis primeros pasos en el mundo del blogging. Recientemente, releí algunos de esos escritos de hace diez años y, honestamente, son basura, pero me atreví a hacerlos. En 2008 hice el viaje que me cambió la vida, a China, donde permanecí por un año estudiando la historia, cultura, idioma y literatura de ese país tan excitante y enigmático. Cada noche, escribía en un diario mis aventuras del día: “Comí pato rostizado en Wangfujing”, “me bajaron de un bus por no saber adónde iba”, “tomé de más en el Tíbet y la altura no ayudó”. Experiencias como esas me provocaban escribir más y más y contarle al mundo lo que experimentaba allá. Fue así como escribí mis primeros artículos de viaje, narrando anécdotas sobre las aguas turbias del Yangtzé y el terrible olor de la calle en Xinjiang.
Siempre fui un enamorado de la literatura y de la complejidad del idioma español, y componer artículos me permitía explorar mi lado creativo y curioso mientras narraba reseñas triviales. Quienes recibían mis crónicas parecían disfrutarlas. Seguí educándome por mi cuenta acerca de cómo ser escritor, aunque la lección más importante siempre era la misma: leer más. Un día, alguien que iba a visitar Panamá me pidió recomendaciones y creé mi primera lista. Como esa, comencé a hacer una de cada lugar que visitaba. Las iba coleccionando en una carpeta y luego, poco a poco, transformaba esas listas en reportajes que inspiraran a gente a viajar y que los hiciera sentir que caminaban conmigo por esas calles, playas y montañas de Europa, Asia o Sudamérica. Comencé a monetizar esos artículos a través de mi página El Brunch Blog y a utilizar los ingresos que generaba a través de otras actividades del blog para financiar mis viajes. Hoy, he visitado 66 países y escrito más de 130 crónicas para periódicos, revistas y blogs internacionales. Fue así como emprendí esta fase como escritor de viajes.
¿Y cómo lo hago? Pues, mis destinos los selecciono a base de eventos, recomendaciones, días y presupuesto. No importa cuál sea la circunstancia, mi curiosidad me obliga a estudiar a fondo el destino mucho antes de partir. Si estoy en Europa, trato de visitar ciudades secundarias o capitales pequeñas que me permitan maximizar mi estancia de 2 o 3 días. Praga, Lyon, Oporto y Liubliana son ciudades ideales para ir por un fin de semana o visitar durante un viaje corto por el continente.
Para preparar los viajes, comienzo por lo básico: la temporada, el clima, los puntos de interés, los eventos relevantes durante las fechas, las ciudades cercanas y, por supuesto, la historia y gastronomía del sitio. Una vez completo ese primer paso, procedo a elaborar una lista de contactos que tengo en el destino o conocidos que hayan visitado antes y hablo con ellos. Hago un listado de restaurantes y los agrupo en bloques con los puntos de interés para poder abarcar más áreas y disminuir desplazamientos y pérdida de tiempo en transporte. A esa lista le agrego bares, galerías, museos y tiendas, así creo mis itinerarios diarios. Paralelamente, reviso redes sociales como Pinterest e Instagram y apunto lugares clave para tomar fotos memorables.

Mónaco y Segovia

Yale y New Haven
Antes de partir a cada destino leo mucho sobre el país, la cultura y los lugares que uno no puede dejar de visitar. Algunas de mis fuentes más confiables son blogs como The Culture Trip, Roads & Kingdoms, Afar, y Travel + Leisure. Mi consejo es reducir la incertidumbre a través de buena organización. La logística es algo que genera estrés en cualquier viaje, por eso siempre reviso si necesito una visa de tránsito a donde vaya (o conecte), examino en cuál terminal aterrizaré y cuánto tiempo toma conectar entre gates, busco la mejor manera de ir del aeropuerto o estación al lugar donde me hospede (metro, Uber, taxi o contratar previamente), dejo claro con los dueños de Airbnb u hoteles pequeños mi hora de llegada (muchos no atienden 24 horas) y trato de tomar el último vuelo de regreso para aprovechar un día entero en cada ciudad. Hay destinos con vinos espectaculares como Georgia, con fiestas inolvidables como Brasil, con playas ocultas como Egipto y con montañas impresionantes como Montenegro. Con el tiempo he aprendido a ser menos ambicioso y a entender que no puedo ir a todos los lugares en cada sitio, por múltiples razones, incluyendo presupuesto, distancia y tiempo. A veces, por querer maximizar experiencias, se reduce la utilidad. Hacer la tarea previamente puede transformar un buen viaje en el mejor de todos.
Lo mío son los viajes divertidos, fabulosos, curiosos y deliciosos. Croacia, Irán, Hong Kong y España han sido mis destinos favoritos. Volvería a Portugal, Colombia y al Líbano, pero jamás regresaría a Mongolia. Me quedaría a vivir en Holanda, Suecia o México y sueño con ir a Islandia, Nueva Zelanda, India y Perú. Mi próximo viaje es a Filipinas. Me gusta vivir los destinos al máximo y escribir todo lo que hago. Comparto mis recomendaciones para que otros puedan disfrutar de esas experiencias ilusionantes que me cambian la manera de ver el mundo.

Irán y Croacia han sido unos de los destinos favoritos de Ernesto.
- Abandono la cafeína dos días antes de un viaje largo.
- Intento no tomar licor en el avión o aeropuertos.
- Cambio la hora en el aeropuerto y en el avión viajo según el horario del destino.
- Uso Evernote o Notes para tomar notas y luego hacer listas.
- Escribo cada noche en mi diario.
- Tomo fotos de absolutamente todo y hago álbumes en mi celular.
Fotos: Cortesía de Ernesto Méndez Chiari