A mil pies sobre el mar… en Chiriquí
Al norte de Chiriquí encontramos Cerro Punta, un pueblo encantador con un magnífico clima, hermosos paisajes, variados cultivos y los famosos caballos pura sangre.
Las tierras altas chiricanas son, realmente, la nueva ruta por descubrir. Su encanto radica en todo lo que ofrece esta pujante región, única en nuestro país.
Las tierras altas de Chiriquí se han convertido, para un pequeño grupo de panameños y extranjeros, en uno de los sitios favoritos para vacacionar y vivir. Un clima templado y agradable, pueblos pintorescos, gente amistosa y dos parques de renombre internacional son algunos de los atributos que hacen de estas tierras un sitio de notoriedad.
Y este “secreto” bien guardado de Panamá está dejando de ser tan oculto: cada vez son más quienes se deleitan en estas áreas del occidente panameño. Pueblos como Boquete, Cerro Punta, Bambito y Volcán poco a poco despiertan a los beneficios de un turismo interno y externo, pero aparentemente conscientes de la importancia de preservar sus costumbres y tradiciones.
De estos pueblitos, quizás el más conocido es Boquete, una comunidad de casi 20,000 habitantes de variadas nacionalidades y orígenes. Muchos dicen que esta diversidad es lo que hace a Boquete un lugar único: “chic” casual, con ambiente de pueblo y aire cosmopolita, donde se disfruta, en un espacio de pocos kilómetros, de restaurantes de primera categoría cerca de las mismas siembras de donde se recogen las frutas y legumbres frescas para cocinar.
Bambito no se queda atrás. Con una entrada mística, es parte de Cerro Punta, famoso por sus fresas y caballos pura sangre. ¿Suena interesante? Esto es sólo el comienzo. En las tierras altas –y en la provincia en general– hay de todo, para todos los gustos. Esto lo redescubren muchos compatriotas constantemente, como Mariana Núñez, una ávida turista y “creyente” de Chiriquí, convencida de que “todo panameño debe recorrer la provincia entera si es posible”, aunque destaca que “son las tierras altas donde la comunión con la naturaleza es más gratificante”.
Las flores, con toda razón, son uno de los mayores orgullos de la provincia. Existen muy buenas granjas que cumplen la importante tarea de cultivarlas para el deleite de panameños y extranjeros.
Los mejores jardines…
“Nada que envidiarle a los jardines de Babilonia”, dijo una vez un boqueteño al preguntarle cómo definía la vegetación y los jardines en las tierras altas chiricanas. No sabemos si es cierto, pero sí se puede asegurar que el orgullo de los chiricanos por sus flores es histórico.
¿Qué visitar? Quizás el jardín más popular es la granja de orquídeas Finca Drácula, del señor Andrew Maduro, cerca de Cerro Punta. Considerando que Panamá está entre los países de América Latina con una mayor riqueza de orquídeas, aquí percibirá una muestra de lo que nuestro suelo ofrece. “¿Por qué Drácula?”, preguntaba un niño antes de entrar, con un poco de recelo. No hay nada que temer: el nombre se debe a las orquídeas con este nombre y a las 124 especies de Dráculas que alberga el invernadero de la finca. Según diversos sitios web, estas orquídeas sólo se despiertan en la noche “levantando su cabeza con reminiscencias vampíricas”, de allí su nombre.
En Boquete, muy vistoso es “Mi jardín es tu jardín”, propiedad de la familia González, con más de 200 especies de flores. Cabe destacar que, en enero, allí se realiza la famosa Feria de las Flores y el Café, diez días de actividades que reúnen a miles de personas, quienes se deleitan con la variedad de flores y café que la región ofrece.
Aventuras de río y montaña
Tanto Mariana Núñez como Seibert Bonilla, de Ecoviajeros Panamá, coinciden en que escalar el volcán Barú, el punto más alto de la República, es algo que todos debemos hacer al menos una vez en la vida. En total, el Parque Nacional Volcán Barú cubre 14,000 hectáreas. Su topografía irregular y las variaciones climáticas son las responsables de que el parque albergue una gran multiplicidad de zonas de vida.
Para llegar a la cima del Barú hay dos opciones: la ruta “fácil”, por automóvil, o la más aventurera, caminando, ruta que dura entre nueve y diez horas y que, para disfrutar al máximo, debe iniciarse de madrugada. En este ascenso pasará por el “bosque de las brujas”, lugar popular para acampar, y por varios miradores, hasta llegar a la “gruta de la virgencita”, en su cima.
Llegar a la cima del Volcán Barú es una experiencia realmente impresionante, ya sea que el ascenso se haga en automóvil o caminando.
Otro lugar favorito para explorar en el área cercana son las lagunas del volcán, el sistema de lagos más elevado de Panamá, a unos 1,200 metros sobre el nivel del mar. Estas lagunas cubren unas 142 hectáreas, y son, a su vez, un sitio privilegiado para la observación de aves.
El Parque Nacional La Amistad (PILA), con 27,000 hectáreas, es otra joya de la naturaleza panameña. Abarca parte de la Cordillera de Talamanca, que une a Panamá con Centroamérica, y su gran fama se debe a sus diversos senderos y caminos que alberga. Notorios son el Mirador La Nevera, el sendero El Retoño y el sendero La Cascada, todos recorribles en un par de horas.
Si prefiere el agua, pocas emociones equiparan la del “rafting” en las tierras altas: los rápidos de los ríos chiricanos satisfacen las necesidades de hasta los más aventureros. Así, el río Chiriquí Viejo es el que requiere de mayor osadía, aunque hay otros ríos, como el Chiriquí, Gariche o Dolega, más apropiados para aficionados o hasta para niños mayores de seis años.
En busca del quetzal
“El paraíso de los observadores de aves” es como diversos libros describen a Panamá, que cuenta con casi 1,000 especies de aves. De éstas, más de la mitad se pueden avistar en Chiriquí.
¿Lugares conocidos por su amplia variedad? El Parque La Amistad se lleva el primer lugar. De renombre internacional es el Sendero los Quetzales. Más de 225 especies han sido vistas en este trecho de diez kilómetros de largo, que va de Cerro Punta a Boquete, cruzando el río Caldera. Otros expertos recomiendan la Finca Lérida, Cielito Sur y la región occidental de las tierras altas, en sitios como la Finca Hartman y la Finca Schaper.
Para los más aventureros, Boquete ofrece un canopy que permite deslizarse entre los árboles y disfrutar de la naturaleza en su máxima expresión.
En familia
¿Con niños en Chiriquí? Para muchas familias, esto es como el Disneylandia panameño, asegura Antonio Lema, quien viajó con sus hijos este verano para disfrutar una semana de vacaciones. Entrando a Bambito, sus hijos se fascinaron con el famoso “punto magnético” que reta la fuerza de gravedad. En el auto, colocaron la palanca de cambio en neutral y comenzaron a bajar la pendiente despacio… y luego el asombro llegó cuando, antes de llegar al final de la loma, el auto ¡empezó a subir la loma! Según los lugareños, esto se debe a un fenómeno magnético, aunque no faltan los que dicen que es una ilusión óptica.
Una vez en este pueblito, los niños se divierten con la pesca de truchas. Según Lema, la pesca fue la parte más divertida del viaje para sus hijos, “ya que todos lograron sacar del agua a más de un pececito y luego hicimos una fogata y los cocinamos”, cuenta.
Montar a caballo también entusiasma a los pequeños. En los pueblos de Boquete y Cerro Punta encontrará lugareños que le ofrecen un paseo a caballo –estos muy mansos, la mayoría de las veces–. O, si prefiere ver los caballos purasangre, no deje de visitar el Haras Cerro Punta.
¿Tarzán del siglo 21? Así definen el Boquete Tree Trek o Canopy, que permite deslizarse, mediante unos cables de acero y arneses, entre los árboles. Los niños de seis años en adelante pueden participar de esta aventura con sus padres. A los más grandecitos les puede interesar explorar el Sitio Barriles, en Volcán, un lugarcito arqueológico cuyos descubrimientos están ayudando a entender los misterios de las culturas que vivieron en esta área hace miles de años.
Otra opción para la familia es recorrer los pueblos en bicicleta. Hay giras ya organizadas, de diferentes intensidades, que se pueden hacer, y usualmente culminan con un “picnic”. Por otro lado, si les interesa ver cómo se produce el famoso café de altura, hay giras organizadas en varios cafetales, como el Kowota Coffee Tours, en Boquete, o las fincas de Café Ruiz y de Janson Coffee Estate.
Relajación y aguas termales
¿Cansado de escalar, hacer rafting y caminar en busca de aves? Nada como momentos de relajación en los “spas” de tierras altas. Un “spa” natural son los pozos de aguas termales de Caldera, que se encuentran dentro de una propiedad privada a unos 2.5 kilómetros de la calle principal. Es un grupo de cuatro pozos con aguas entre los 41 y 50 grados centígrados de temperatura. Para Mariana Núñez, esta agua es ¡uno de los secretos mejor guardados del área! Pero si prefiere la comodidad y privacidad de un resort, al menos cinco pequeños “spas” en tierras altas ofrecen masajes, terapias aromáticas y sauna.
Gracias a su altura, las tierras chiricanas son sumamente fértiles en su producción cafetalera de variedades como Arábigo, Typica, Bourbon, Pashe, Catuai y la ahora famosa Geisha.
Ya sabe: el fresco clima, el verdor de las tierras, un volcán con vistas espectaculares, gastronomía de altura, hoteles cómodos y dos parques naturales, hacen de las tierras altas chiricanas un destino ideal para todos los gustos, y un sitio del cual todos los panameños podemos sentirnos orgullosos.
Los mejores en Panamá |
Expertos recomiendan lo mejor de lo mejor en Chiriquí
· Escalar el “volcán Barú” y ver los dos océanos desde su cima. · Caminar por el Parque Internacional “La Amistad”, ya sea para ver aves o para disfrutar del paisaje. · Buscar y observar el legendario quetzal. · Pasar por el increíble “fenómeno magnético”. · Deleitarse con la cantidad de orquídeas, sobre todo en la “Finca Drácula”. · Pescar truchas. · Hacer “river rafting”. · Observar el café cuando es procesado, y luego disfrutar de su maravilloso aroma y sabor. · Darse un baño en los manantiales termales. |
Fotos: Alfredo Máiquez