Acerca de los cónclaves…

Cardenal Oscar Rodríguez |

19 marzo, 2005

¿Cómo se escoge a un nuevo Papa, influyente líder mundial y guía espiritual de tantos fieles? El cardenal hondureño Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, uno de los 119 cardenales que escogerán al nuevo Pontífice de entre sus filas, nos explica claramente qué ocurre y cómo se realiza este trascendental proceso.
A medida que se deteriora de forma natural la salud del Papa, por su edad avanzada, surge un interés generalizado sobre la forma en que se elige el Romano Pontífice y quiénes son los candidatos a sucederlo. Entre las palabras claves que escuchamos con respecto a esta elección está la de “cónclave”.

La palabra “cónclave” viene del latín “cum-clavis” (con llave) y hace referencia a un lugar cerrado con llave. Este término tiene un origen histórico: los primeros Papas se elegían entre el clero que vivía cerca de Roma. Los reyes y gente con intereses en la elección hacían todo lo posible por influir en el resultado. Para acabar con todo aquello, para eliminar interferencias externas y apresurar el proceso electoral, el Papa Gregorio X en 1274 estableció que todo el proceso de la elección de un nuevo Pontífice debía realizarse a puertas cerradas.

En el curso de los siglos muchos Papas han considerado su deber regular con oportunas normas la elección del Sucesor de Pedro. Hasta 1996 estaba en vigor la Constitución Apostólica “Romano Pontifici Eligendo” del 1 de octubre de 1975. Bajo el imperio de esta Constitución Apostólica se ha procedido a la elección de Juan Pablo I y Juan Pablo II, en agosto y octubre de 1978 respectivamente.

Actualmente está en vigor la Constitución Apostólica “Universi Dominici Gregis”, sobre la vacante de la sede apostólica y la elección del Romano Pontífice, del 22 de febrero de 1996. Sus artículos están precedidos por la experiencia de muchos siglos, y bastantes de ellos proceden de las leyes anteriores sobre la elección del Romano Pontífice. Algunas de sus normas se remontan al siglo XI.

¿Qué pasa con la Iglesia tras la muerte de un Papa?
Tras la muerte de un Pontífice comienza un período que se llama de Sede Vacante. Durante este período rige el principio de nihil innovetur (que no se cambie nada). El gobierno de la Iglesia queda confiado al Colegio de los Cardenales, pero solamente para el despacho de los asuntos ordinarios o de los inaplazables y para la preparación de todo lo necesario para la elección del nuevo Pontífice (art. 2).

Durante la sede vacante el Colegio de Cardenales puede reunirse en dos tipos de reuniones: las Congregaciones Generales y las Congregaciones Particulares. A la Congregación General deben asistir todos los cardenales no impedidos legítimamente; pueden ausentarse los cardenales que no tienen derecho a participar en la elección del Papa (aquellos que ya han pasado de los 80 años de edad). En ella se deciden los asuntos de mayor importancia, y deben celebrarse a diario. Los asuntos se deciden por mayoría simple de votos. La Congregación Particular la forman el cardenal camarlengo (escogido por el Papa previamente para garantizar los derechos de la Sede Apostólica mientras dure la sede vacante) y otros tres cardenales elegidos por sorteo, llamados asistentes. En ella se deciden los asuntos de trámite y de menos importancia.

¿Cuándo comienza el cónclave?
Los cardenales se han de reunir en cónclave para proceder a la elección del nuevo Romano Pontífice. El artículo 37 establece que el cónclave comenzará 15 días después de la vacante de la sede apostólica, aunque el Colegio de Cardenales puede establecer otra fecha, que no puede retrasarse más de 20 días desde la vacante.

¿Qué ocurre en un cónclave?
El espíritu de la legislación en vigor establece que el cónclave haya de considerarse no un mero lugar de reunión de los cardenales con derecho a voto, sino más bien un ámbito de retiro sagrado en el que los cardenales electores invocan al Espíritu Santo para proceder a la elección del Romano Pontífice.

¿Quiénes tienen derecho a elegir al Papa?
El artículo 33 indica que “el derecho de elegir al Romano Pontífice corresponde únicamente a los cardenales de la Santa Iglesia Romana, con excepción de aquellos que, antes del día de la muerte del Sumo Pontífice o del día en el cual la Sede Apostólica quede vacante, hayan cumplido 80 años de edad”: por lo tanto, si un cardenal cumple 80 años después de producirse la vacante –antes incluso de que comience el cónclave– tiene derecho a elegir al Papa. La Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis reitera en su artículo 33 la exclusión del derecho de elección activa por parte de cualquier otra dignidad.

¿Quiénes son admitidos en el cónclave?
Para satisfacer las necesidades personales y de orden relacionadas con el desarrollo de la elección, han de entrar en las zonas reservadas a la habitación o a la elección el secretario del Colegio Cardenalicio, que actúa de secretario de la asamblea electiva; el maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias con dos ceremonieros y dos religiosos adscritos a la Sacristía Pontificia; un eclesiástico elegido por el cardenal decano, o por el cardenal que haga sus veces, para que lo asista en su cargo. También deberán estar disponibles algunos religiosos de varias lenguas para las confesiones, y también dos médicos para eventuales emergencias. Se deberá también proveer oportunamente para que estén disponibles un número suficiente de personas adscritas a los servicios de comedor y de limpieza. Además, si algún cardenal lo necesita, puede solicitar la presencia de un enfermero que le acompañe.

¿Dónde se celebra el cónclave?
El artículo 41 señala que “el cónclave para la elección del Sumo Pontífice se desarrollará dentro del territorio de la Ciudad del Vaticano, en lugares y edificios determinados, cerrados a los extraños, de modo que se garantice una conveniente acomodación y permanencia de los cardenales electores y de quienes, por título legítimo, están llamados a colaborar al normal desarrollo de la elección misma”.

Se debe señalar la novedad que supone este artículo: hasta el presente, nunca se había prescrito de modo taxativo el lugar de celebración del cónclave. La práctica indica la Capilla Sixtina, dentro del Vaticano, como lugar habitual del cónclave.

El artículo 41 de la Constitución Apostólica Romano Pontifici Eligendo prescribía que la elección del Papa se realice en el Palacio Vaticano o, por razones particulares, en otro lugar. La indeterminación de lugar se debía a una razón de prudencia, si en Roma no se garantizaba la libertad de los cardenales electores, tal como sucedió en marzo de 1800, cuando el cónclave en el cual fue elegido Pío VII se realizó en Venecia, ya que Roma estaba ocupada por las tropas napoleónicas.

¿Dónde se alojan los cardenales?
El artículo 42 de la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis introduce una novedad importante: “En el momento establecido para el comienzo del proceso de la elección del Sumo Pontífice, todos los cardenales electores deberán haber recibido y tomado una conveniente acomodación en la llamada Domus Sanctae Marthae, construida recientemente en la Ciudad del Vaticano”.

En efecto, este artículo constituye una novedad respecto a la práctica seguida hasta el momento. En los cónclaves romanos anteriores los cardenales electores y las demás personas que entraban en la clausura del cónclave eran acomodados en las habitaciones de los Palacios Apostólicos. La solución, aunque cuenta con el aval de los siglos, resultaba a todas luces mejorable. En el entorno de la Capilla Sixtina se delimitaba un recinto amplio donde pudieran alojarse tantas personas: quien haya visitado los Museos Vaticanos puede imaginarse lo incómodo que puede resultar para personas mayores, a veces ancianos, residir en unas habitaciones desprovistas hasta de las facilidades más elementales, aunque eso sí, decoradas por los más renombrados artistas que han visto los siglos.

Por eso Juan Pablo II, que participó en los dos cónclaves de 1978 y pudo observar estos inconvenientes, decidió buscar un acomodo mejor. La solución ha sido la Domus Sanctae Marthae: se trata de una residencia situada en el recinto del Vaticano, dedicada habitualmente a alojar al personal de la Curia Romana, e inaugurada en 1996 unos días antes de la promulgación de la Universi Dominici Gregis. De ese modo, además, se ofrece una solución estable de alojamiento a diversos altos cargos de la Curia Romana: los cuales, sin embargo, saben que si se convoca un cónclave deben desalojar sus habitaciones por unos días, pues durante el cónclave se dedicará ese espacio al alojamiento de los electores y demás personal.

¿El cónclave es un retiro?
Hasta la vigente Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, el cónclave tenía un carácter de retiro espiritual físico, una verdadera clausura. La Constitución Apostólica Romano Pontifici Eligendo, en su artículo 53 y 54, regulaba con detalle la clausura del cónclave. Actualmente, por el contrario, está previsto el traslado de los cardenales de la Domus Sanctae Marthae al Palacio Apostólico. Y los artículos 43 párrafo 2º y 45 de la vigente Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis dan normas para el caso de que un extraño al cónclave accidentalmente se cruce en su camino con los cardenales electores: algo impensable hasta ahora.

El cónclave sigue siendo un retiro, sin embargo. Y lo forman los cardenales electores, pero la diferencia es que ahora no se delimita por unas estancias cerradas al mundo exterior, sino por la actitud de los cardenales electores, que tienen prohibido el contacto con el mundo exterior. Desde luego, parece obsoleto regular el cónclave como un lugar físicamente cerrado en la era de los teléfonos móviles. La actual normativa atiende a la necesidad del retiro, adecuándose a las circunstancias actuales.

¿Cómo es la votación para elegir a un nuevo Pontífice?
El día fijado para el comienzo del cónclave, por la mañana, se reúnen los cardenales electores en la Basílica de San Pedro, y celebran la Misa votiva «Pro eligendo Pontifice». Esa misma tarde los cardenales acuden en procesión a la Capilla Sixtina. Al llegar emiten solemne juramento.

Es misión del cardenal camarlengo, ayudado desde el exterior por el sustituto de la Secretaría de Estado, de que la elección del Papa se desarrolle con la necesaria reserva y discreción. Para ello puede emplear los medios técnicos que estime conveniente, de modo que asegure que no se instalen medios audiovisuales de grabación y transmisión al exterior.

¿Cuáles son los modos de elección?
En este punto la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis introduce una modificación significativa. Hasta su promulgación, había tres modos de elección del Romano Pontífice: per acclamationem seu inspirationem (por aclamación o inspiración), per compromissum (por compromiso) y per scrutinium (por escrutinio). La Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis declara abolidos los modos de elección por aclamación y por compromiso, dejando únicamente el modo por escrutinio como válido.

La elección por escrutinio, el único modo actualmente válido, tiene lugar a través de la votación, individual y secreta, de los cardenales electores. Es importante señalar que en este proceso no se presentan candidaturas, es decir, que cada quien vota por el cardenal que le parece, aunque de antemano se hable de posibles sucesores. Es prohibido hacer campañas o compromisos.

Una vez que todos los cardenales electores hayan introducido su papeleta en la urna, el primer escrutador la mueve varias veces para mezclarlas e, inmediatamente después, el último escrutador procede a contarlas, extrayéndolas de manera visible una a una de la urna y colocándolas en otro recipiente vacío, ya preparado para ello. Concluido el escrutinio de las papeletas, los escrutadores suman los votos obtenidos por los varios nombres y los anotan en una hoja aparte. El último de los escrutadores, a medida que lee las papeletas las perfora con una aguja en el punto en que se encuentra la palabra “Elijo” y las inserta en un hilo, para que puedan ser conservadas con más seguridad. Al terminar la lectura de los nombres, se atan los extremos del hilo con un nudo y la papeletas así unidas se colocan en un recipiente o al lado de la mesa.

La Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis prescribe que se deben realizar dos votaciones cada día, además de una votación la tarde en que comienza el cónclave. Los escrutadores hacen la suma de todos los votos que cada uno ha obtenido, y si ninguno ha alcanzado los dos tercios de los votos en aquella votación, el Papa no ha sido elegido; en cambio, si resulta que alguno ha obtenido los dos tercios, se tiene por canónicamente válida la elección del Romano Pontífice.

El artículo 74 prevé que, si después de 30 escrutinios los cardenales no consiguen ponerse de acuerdo sobre el cardenal elegido, podrán decidir por mayoría absoluta (la mitad más uno de los votantes) el modo de proceder, pero nunca se deberá prescindir del requisito de exigir mayoría simple (el que saque más votos) para que sea válida la elección.

Después de cada elección se queman las papeletas. La tradición indica que los cardenales provoquen con paja húmeda o seca, respectivamente, que el humo sea negro, si no se ha elegido al Papa, o blanco si se ha elegido al nuevo Romano Pontífice: es la conocida “fumata” negra o “fumata “blanca, que suelen ver todos los congregados en la plaza de San Pedro.

Realizada la elección canónicamente, el último de los cardenales diáconos llama al aula de la elección al secretario del Colegio de los Cardenales y al maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias; después el cardenal decano, o el primero de los cardenales por orden y antigüedad, en nombre de todo el Colegio de los electores, pide el consentimiento del elegido con las siguientes palabras: ¿aceptas tu elección canónica para Sumo Pontífice? Y, una vez recibido el consentimiento, le pregunta: ¿Cómo quieres ser llamado? Entonces el maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, actuando como notario y teniendo como testigos a dos ceremonieros que serán llamados en aquel momento, levanta acta de la aceptación del nuevo Pontífice y del nombre que ha tomado.

Fotos:
Cortesía del Cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga S.D.B.
Cardenales entrando a la Capilla Sixtina e interior de la Capilla Sixtina: Luciano Mellace / CORBIS
Humo blanco: David Lees / Corbis

 

  • El Colegio de Cardenales cuenta actualmente con 183 Cardenales más uno creado “in pectore” (en secreto) = 184
  • 119 son electores
  • 64 tienen más de 80 años
  • Hay 97 Cardenales europeos, 31 latinoamericanos, 18 de Estados Unidos y Canadá, 15 de Africa, 16 de Asia y 6 de oceanía

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