Cuando menos es más…

Vickie de Dahlgren |

23 marzo, 2007

Con una arquitectura de líneas rectas y un decorado interior que omite la ornamentación excesiva, esta singular residencia impresiona agradablemente cada uno de nuestros sentidos y captura la esencia de un estilo particular.

Diferente e interesante serían calificativos apropiados para describir la arquitectura de esta magnífica propiedad ubicada en uno de los barrios residenciales más novedosos y bien trazados de la ciudad de Panamá.

Para muchos, este estilo arquitectónico tan diferente al que nuestro medio ha estado expuesto, “moderno”, de líneas rectas, variedad de volúmenes, grandes ventanales, colores neutrales, asimetría en su estructura, cantilibres y materiales cuya textura son parte importante del éxito final de una obra, tiene un aire a la tendencia arquitectónica de los años 20 y 30, que se conoció como “Estilo Internacional” y que fue liderizada por arquitectos de la talla de Mies van der Rohe y Le Corbusier, cuya característica fue la utilización de figuras geométricas y materiales como el vidrio y el acero inoxidable, imprimiéndole austeridad por la falta de ornamentos.

De un acicalado jardín con palmeras y alguna que otra veranera brotando de maceteros ubicados a diferentes niveles, se yergue esta estructura de concreto. Chapas de mármol en tonos neutrales revisten el bloque central de la fachada, que atraviesa desenfrenadamente la techumbre de tejas de color parejo y se convierte en el elemento más atractivo del alzado frontal de la residencia, sin ensombrecer los volúmenes posteriores a los que se integra nítidamente logrando una fachada hermosa y tranquila.

“Nosotros conocíamos bien lo que ambicionábamos lograr en este proyecto tan disímil de nuestra casa anterior”, nos comenta su propietaria. Para desarrollar esta tarea, que tanta ilusión les producía, la pareja eligió al arquitecto Álvaro Cambefort, quien se encargó de interpretar sus deseos y necesidades obteniendo los resultados anhelados: una casa amplia, de grandes y luminosos ambientes, que todos en la familia disfrutan formidablemente.

Un portón doble de madera, tratada con un satinado barniz tono “wengue” y vidrios texturizados para guardar la privacidad familiar, nos dirigen al interior de la residencia. De golpe, nuestros sentidos se agudizan para observar cuidadosamente todo lo que percibimos. Desde el punto de acceso o foyer se aprecia, de manera general, el espacio que acoge esta gran habitación donde son los desniveles y volúmenes los que crean los diferentes ambientes.

Una reducida gama de colores fue utilizada en el decorado general, de manera que todos los elementos se entretejen sin que uno se destaque sobre el otro. Distinguimos el blanco, utilizado en el acabado de las paredes, el crema, en diferentes matices, y el tono oscuro del lustre de las puertas interiores. Los pisos fueron revestidos en tuscany light vein cut —piedra que posee una suave coloración en tonos crema la cual se integra muy suavemente al color blanco de las paredes—.

“Para la selección de los acabados de interiores y la decoración general contamos con la guía y el buen gusto de la decoradora Ivette Álvarez”, nos expresó la propietaria de esta casa. “A mí me encanta todo lo relacionado con la decoración, así que se nos hizo muy fácil trabajar juntas y logramos crear ambientes diferentes y muy de nuestro gusto”, reiteró.

La amplia sala está formada por dos grandes sofás tapizados en chainille color verde. Estos se realzan sobre la alfombra de fondo celeste con diseños geométricos en verdes y cafés. Esa combinación de matices la vemos repetida en los cojines que adornan de manera sobria los dos sillones. Elevado un par de gradas observamos el comedor. En esta sección nuevamente se mantiene el color blanco en los tapices de las sillas que rodean una muy oscura e interesante mesa de ebano, en cuyas cabeceras han sido colocados dos banquette que aportan un detalle divertido y diferente para acomodar a toda la familia. “Estos muebles fueron fabricados por un conocido diseñador argentino”, nos comenta ella,
mientras admiramos nuevamente el tono celeste de la alfombra empleado para ofrecer “ese” toque diferente.

Puertas de madera y vidrio nos dirigen al den, según la propietaria una de las áreas más utilizadas de la casa pues les encanta entretener y compartir con amigos. Aquí el colorido general se mantuvo, sólo se varió en el acabado de los pisos que en esta oportunidad se revistieron en madera aportando mayor calidez al aposento.

Un alto mesón todo revestido en granito, de fondo oscuro con vetas más claras creando como una especie de ondas, forma el bar. En la parte posterior se destacan nichos asimétricos, unos con fondo de vidrios iluminados para destacar el colorido de las botellas y otros revestidos en madera oscura, pero con iluminación indirecta para reflejar objetos de arte.

Muy interesantes resultan las paredes texturizadas que parecen flotar gracias a la luminosidad que se proyecta en su parte trasera. Los tapices de sillas y del seating central se mantuvieron en tonos neutrales. Una alfombra, también crema con círculos cafés y gris celeste, destaca las dos mesas de centro. Para romper con la neutralidad del área se utilizó un atrevido género de tonalidad naranja muy fuerte para tapizar los sofás esquineros. Este golpe de color crea un efecto muy especial.

Regresamos al salón y escuchamos el suave sonido que produce una fuente colocada bajo la escalera de suaves líneas curvas que nos dirige al área de las habitaciones. Una vez en el nivel superior observamos, desde la doble altura, cómo ese recinto de grandes proporciones mantiene un aspecto agradable y acogedor.

Una pequeña oficina sirve de antesala a la recámara principal. Sencillo pero muy bonito resulta este aposento acabado en tonos gris celestes muy tenues. El baño es realmente espectacular. Los lavamanos están colocados en muebles disímiles y las paredes de mármol fueron trabajadas en dos tonos diferentes creando un ambiente incomparable.

Una pared con grandes ventanales en forma de enormes cuadros, desde donde también podemos curiosear el gran salón, nos dirige a las habitaciones de los pequeños. Aquí también el decorado es simple y semejante, pero cada una de estas recámaras guarda su individualidad gracias al colorido
impreso en ellas.

Volvemos al recinto central para dirigirnos a la terraza. Esta acogedora sección tiene un especial encanto, ya que se integra con el verde del jardín que la rodea, al igual que con la piscina, la cual se inicia en una fuente lineal para terminar en una piscina de tipo horizonte.

Apropiados muebles de fibras naturales con mullidos cojines tapizados en telas de algodón en colores claros adornan la terraza. A través de ventanales vemos el área de juego de los niños, un desahogo para ellos. Aquí hacen sus deberes, se reúnen con amigos —muchas veces para “pottear” en el pequeño green que se preparó en el jardín ya que los pequeños son fanáticos del golf— y en las noches es el centro de reunión de toda la familia.

Tanto por su diseño exterior como por el decorado interior, esta interesante construcción refleja el renacimiento de esas tendencias donde los ornamentos excesivos son considerados vanos, ya que lo importante es que cada uno de los elementos involucrados en la obra mantenga una coherencia para lograr un “todo” agradable, al servicio de los que habitan la morada.

Este estilo arquitectónico “novedoso” en nuestro entorno nos recuerda aquella propuesta de los años 20 y 30 pero con un “twist” (variante de una tendencia) ya que para ambientarla a nuestro medio y servir nuestras necesidades tropicales fueron utilizados elementos y materiales muy diferentes a los originales. Podemos destacar el uso de techumbres de varias aguas y la teja con que fue revestido.

“Esta casa es para toda la familia, todos tenemos nuestros espacios pero, a la vez, nos sentimos integrados debido a la amplitud reinante, a los grandes ventanales utilizados por doquier, en fin, a la unidad de su diseño”.

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