Un lugar privilegiado

Vickie de Dahlgren |

12 abril, 2019

Enclavada en una punta que sobresale de la isla y con una vista ininterrumpida del océano Pacífico se encuentra esta magnífica residencia.

El archipiélago de las Perlas, ubicado en el golfo de Panamá y formado por múltiples islas e islotes de blancas arenas y aguas transparentes de color turquesa, ha guardado por siglos una espectacular joya, la isla Contadora.

Contadora fue llamada así por los colonizadores españoles al ser el centro de recolección y conteo de las perlas extraídas de las profundidades del mar por los esclavos africanos, para luego transportarlas a España, en donde las damas de la corte real lucían su maravillosa belleza. Curiosamente, entre estas perlas está la famosa Peregrina  ̶ una de las más valiosas por su gran tamaño, exótica forma y un cautivador brillo ̶, la cual a lo largo de la historia estuvo en manos de reyes, aristócratas y, finalmente, fue adquirida por el actor Richard Burton para su esposa, Elizabeth Taylor.

Redescubierta a fines de los años 60, Contadora se convirtió en el sitio elegido por algunas familias panameñas para construir sus casas de veraneo y esparcimiento, a la vez que se volvió en un centro de reunión de personajes como el shah de Irán y políticos de todo el mundo cuando se formó el llamado Grupo de Contadora, que tenía como objetivo trabajar por la estabilidad en Centroamérica.

Dentro de este contexto, la propiedad que en esta ocasión visitamos ha estado en la familia desde hace 45 años, habiéndosele comisionado hace una década al arquitecto Giancarlo Pezzoti, en colaboración con Lita Arias, el diseño de una nueva vivienda que cubriera las necesidades y gustos de sus dueños, quienes disfrutan de recibir amistades de la misma isla o invitados del extranjero en esta hermosa estructura de ocho habitaciones dispuestas en diferentes áreas de las dos casas que la componen.

Ubicada en un “cul de sac” que la esconde y aprovechando lo quebrado del terreno, esta propiedad se va descubriendo poco a poco, a medida en que nos acercamos por una amplia escalinata revestida en lajas de agradables tonos dorados y turquesa, cuyas formas irregulares fueron colocadas a manera de un enorme rompecabezas. La agradable tonalidad de la piedra parece enmarcar las dos edificaciones que la conforman y que, como nos comenta su propietaria, usualmente son llamadas “la casa grande y la casa chiquita”. El atractivo conjunto se compone de grandes ventanales, paredes pintadas en blanco tiza y poco ornamento para subrayar el moderno diseño arquitectónico de líneas limpias y grandes volúmenes, dándole movimiento a la fachada.

Desde la pequeña plazoleta en la parte anterior de la residencia divisamos en la vitrina del primer alto, la figura de un centinela, de tamaño natural, que guarda celosamente la residencia y da la bienvenida a los visitantes. Esta particular imagen nos recuerda a los conocidos “Guerreros de terracota” encontrados en Xi´an, en China.

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Dos antiguas puertas de tamaño monumental, “ambas traídas especialmente desde el Oriente”, mantienen su acabado original con remaches colocados de forma ordenada para unir las piezas de madera entre sí y brindan una interesante apariencia a la entrada principal, reflejando el estilo ecléctico que regirá en la decoración de los interiores.

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“El trabajo de la decoración estuvo a cargo de la diseñadora Mari Calvo, quien captó el gusto de manera excelente, logrando que el proyecto fuera de nuestro total agrado”, nos cuenta la dueña de esta residencia.

Al entrar a la residencia nos impresiona un amplio y luminoso salón, gracias a la transparencia ofrecida por los ventanales que rodean este extenso ambiente que alberga el área social  que permiten, desde cualquier punto, disfrutar de un espectáculo fascinante ofrecido por las infinitas aguas cristalinas.

Gracias a la frescura que ofrece la piedra natural, los pisos fueron nuevamente cubiertos en lajas, manteniendo el colorido propio del área, pero usando un formato donde se mezclan piezas rectangulares y cuadradas otorgando un merecido orden y toque de formalidad al interior.

Dos mesas cuadradas en madera, acabada en barniz con tono caramelo quemado, acogen dieciséis cómodas sillas tapizadas en cuero aqua encendido, que aportan un golpe de color al ambiente. Sobre cada una de las mesas cuelga una lámpara de estilo tradicional, pero con un innovador “twist” que las convierte en atractivas piezas, y en la noche regalan un atractivo y atenuado baño de luz a las reuniones que aquí se disfrutan.

Una atrayente sala, tipo den, sigue a continuación del comedor, bellamente amoblado, con piezas muy propias del trópico, usando el mimbre y telas tipo canvas en tonos claros que se complementan perfectamente con los detalles orientales de los coffee tables y las mesitas laterales. Una enorme alfombra de sisal, en acabado natural, termina de amarrar el agradable ambiente.

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Regresamos a la entrada principal y a un lado encontramos una escalera de madera y pasos sueltos con vidrios templados en sus laterales, para mantener la transparencia, que nos dirige al primer alto. De inmediato distinguimos al centinela, que parece acechar desde la vidriera frontal. En este nivel hallamos un puente traslúcido y ligero que, además de ofrecer proporción a la significativa altura del comedor, nos escolta a dos de las tres habitaciones que allí se albergan, todas bellamente amobladas, teniendo cada una de ellas una decoración diferente, haciéndolas especiales, además de que cada uno de estos aposentos es distinguido con un nombre particular y todas poseen una increíble vista.

 

Una gran terraza techada bordea el salón y permite distinguir en el exterior varias áreas de estar, dispuestas de acuerdo con la caída del terreno. En ocasiones, los jóvenes pueden estar en la punta “cuya localización es la más sobresaliente de la isla”, según nos cuenta el dueño de esta particular residencia, donde usualmente disfrutan de un día de sol esplendoroso. Y los mayores, por otra parte, pueden encontrarse observando algunas ballenas jorobadas que parecen ofrecer un espectáculo privado, ya que estos cetáceos se pasean entre las islas durante los meses de julio a octubre para tener sus crías en las costas del Pacífico. Esta danza cautivadora en muchas ocasiones es apreciada desde la encantadora piscina tipo infinito, de líneas suaves y seductor movimiento, que provoca la sensación de estar sobre el mar. “Aquí pasamos largas horas, ya que es un sitio particular y delicioso e invita a entretenidas tertulias”, nos comentan.

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Como queriendo pasar desapercibida, distinguimos el refugio de los dueños, “la casita”, una increíble morada de dos plantas diseñada para darles la potestad de estar completamente independientes, teniendo en ella todo lo necesario para poder pasar ratos a solas, disfrutando de cada momento juntos. La sala, formada por un seccional tapizado en género muy claro y dos chaise lounge en turquesa, es el sitio para leer o ver televisión. Allí, una pequeña mesa colocada para disfrutar del entorno que rodea esta área repite las sillas de tapiz aqua intenso usadas en el comedor principal. En la pequeña pero bien provista cava se guardan vinos para compartir y, a un lateral, un completo gimnasio con diversos equipos les permite ejercitarse y mantenerse en forma.

 

Bordeando el ventanal nos encaminamos a la planta alta, la sección reservada para la pareja donde cuentan con un ambiente tranquilo en el que predominan los tonos suaves. En estos aposentos los pisos han sido revestidos en anchas piezas de madera, de tono oscuro, lo que ofrece una agradable sensación y “coziness” a la habitación. Salimos a la terraza y lo que de inmediato atrae nuestra atención es el Whirlpool, que se proyecta hacia afuera de forma atrevida, pero integrándose al entorno que lo abraza.

Desde aquí divisamos la caprichosa escalera que baja desde una de las terrazas a una pequeñita pero mágica playita, la única playa privada en la isla, producto de la formación rocosa de esta propiedad.

Transparencia, lajas en tonos dorados y turquesa, grandes ventanales y blanco en los muros son elementos que se mantienen de la casa grande para guardar el orden, el balance y la armonía, haciendo de este conjunto un sitio extraordinario por la buena distribución de los espacios y la disposición de los ambientes, de manera que el exterior da la sensación de ser parte de los interiores.

 

Así como en la época de la colonia, esta isla era una de las preferidas por los conquistadores españoles, por las perlas que aquí eran recolectadas, y por los piratas ya que usaban esta y otras islas del archipiélago como refugio para estar al asecho de los navíos que provenían del sur cargados de oro y plata. Hoy día, Contadora es un paraíso con un encanto especial que hechiza a todos los que la visitan, por sus aguas cristalinas y blancas arenas que son un remanso de paz de incalculable belleza.

 

 

 Fotos: Francisco Málaga

Vickie de Dahlgren es diseñadora de interiores

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