El legado pervive: 25 años de Sus Buenos Vecinos

María Mercedes de Corró |

16 julio, 2021

Cada persona a quien la Fundación Sus Buenos Vecinos ha tocado a lo largo de estos años es razón suficiente para continuar trabajando.

La Fundación Sus Buenos Vecinos, brazo ejecutor de la labor social de Banco General, opera desde un ala discreta de la sucursal de Punta Paitilla. Se accede a ella por una entrada independiente que da paso a una escalera sin pretensiones que, a su vez, desemboca en un breve vestíbulo de pared rotulada:

“Se necesitan muchas… miles de ideas, programas y sobre todo vocación para afrontar con valentía el problema de la pobreza…”, mensaje de Federico Humbert.

Tras el vestíbulo se encuentran los cubículos del equipo que atiende, canaliza, da seguimiento y hace reportes sobre el trabajo de la Fundación. Y, un poco más allá, el sancto sanctorum del presidente fundador de esta ONG, un recinto de tres ambientes que tienen la impronta de amabilidad y sencillez del señor Humbert: uno con el escritorio desde el que despachó hasta que los problemas de salud le impidieron salir a trabajar cada mañana, como había sido su costumbre durante 50 años; otro con una salita de estar y, hacia la ventana, la mesa de directiva, la menos imponente que se haya visto.

En una pared cuelga un retrato enmarcado de la madre Teresa y alguna memorabilia de Notre Dame, la universidad en donde se formó y en la que se han graduado algunos de sus hijos y nietos. En las mesas yacen retratos de familia. En el aire se respira serenidad, pero también nostalgia. El legado pervive, pero el hombre ya no está.

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Federico Humbert concibió, discutió y presentó la Fundación allá por el año 1996, hace 25 años. El Banco estaba por inaugurar su nueva casa matriz, un imponente rascacielos ubicado en la calle Aquilino de la Guardia al que se trasladaría parte de la operación de la sede original de avenida Cuba. Lo esperado era una gran celebración, pero Humbert tenía otra idea: “En vez de una fiesta, hagamos una gran donación”.

Con el beneplácito de los accionistas, se creó la Fundación Sus Buenos Vecinos y se la dotó de medio millón de dólares, estableciéndose, además, que anualmente se le traspasaría un porcentaje de las ganancias del Banco.

Al principio, cuenta Vicky Alemán de Cordero, quien ha estado desde siempre a la cabeza o cerca de la cabeza de esta ONG, el enfoque era puramente filantrópico. A los directores les llegaban solicitudes de donaciones de parte de organizaciones sin fines de lucro y asociaciones humanitarias y estos, en conjunto con el señor Humbert y Michele de Hincapié, aprobaban o no.  Las ayudas se daban por amor al ser humano, sin esperar ni mucho menos medir el impacto que pudieran tener.

Vicky de Cordero (al micrófono) y Michele de Hincapié han estado en la Fundación desde sus inicios.

Con los años, el Banco creció y evolucionó y, de la mano de este, también la Fundación se fue profesionalizando y redirigiendo hacia el desarrollo social, que supone donar con el propósito de generar cambios, dar oportunidades, mejorar a las personas o el entorno…

Se introdujeron mejores prácticas para optimizar el impacto de las donaciones, se creó un comité de evaluación y se fijaron topes. Pensando en garantizar su viabilidad a largo plazo, se le traspasaron a la Fundación acciones de la holding, Empresa General de Inversiones.

En cuanto al enfoque, se decidió que las donaciones se canalizarían hacia cinco áreas donde las necesidades son apremiantes:

Alimentación fue la primera. “Somos uno de los principales donantes de Nutre Hogar y su Programa de la Galleta Nutritiva que diariamente entrega, desde hace más de 20 años, galletas con un alto contenido de proteínas a 3,000 niños de áreas apartadas para evitar la desnutrición. Y también de comedores escolares como el del Colegio Nuestra Señora de la Merced, en El Chorrillo”, afirma Vicky.  Luego se dieron cuenta de que la alimentación iba ligada a la educación. Desarrollaron un programa de becas y apoyaron la creación de una escuela modelo, San Pedro Nolasco, en Burunga. En términos de salud, han cultivado una relación de vieja data con Fundacáncer y también con la Asociación Nacional Contra el Cáncer Veraguas. Han dotado al Instituto Oncológico Nacional de equipos de detección temprana y construyeron y financiaron la Clínica de Cáncer de Piel, en Veraguas, para contribuir a descentralizar los diagnósticos. Esas tres áreas absorben la mayor cantidad de recursos.

Luego están las personas con discapacidad. A través de la Fundación Pro-Integración se han donado 10 mil sillas y 503 coches especialmente diseñados para niños con parálisis cerebral. “Cuando una persona sale de hospitales del Estado —explica Vicky de Cordero— no se les provee de este equipo indispensable para su movilidad”.  Sus Buenos Vecinos llenan ese vacío. La Fundación también apoya una quinta área relacionada a los adultos mayores.

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Aunque es una fundación de fundaciones, en el sentido de que canaliza ayudas a través de entes especializados y entroncados en diferentes áreas, la Fundación Sus Buenos Vecinos gestiona directamente dos de los proyectos antes mencionados, ambos relacionados con educación: el programa de Becas Sus Buenos Vecinos a la Excelencia y la Escuela San Pedro Nolasco.

El programa de becas se creó en 2010 y, desde entonces, ha beneficiado a más de 300 estudiantes. “Hemos graduado a 156 jóvenes que han continuado exitosamente sus estudios universitarios”, apunta Vicky con satisfacción. La beca inicia en el momento en que un joven es introducido al sistema de educación privada e incluye matrícula, uniformes, computadora, clases de afianzamiento, cursos de inglés por cinco años, acompañamiento psicoafectivo y acercamientos para, en su momento, facilitar el acceso a una universidad.

Ya cinco de los jóvenes egresados cuentan con un título, tres de ellos de universidades en Estados Unidos y dos de la Universidad Santa María La Antigua. El programa, cuyo impacto miden no solo a través de cifras y porcentajes sino viendo el discurrir de las vidas de los beneficiarios, es posiblemente el o uno de los más cercanos al corazón de la Fundación. “Realmente, les cambiamos la vida”, afirma Vicky emocionada.

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Tristemente, las limitaciones para ampliar su cobertura no tienen que ver tanto con los fondos, sino con la penosa realidad del sistema de educación pública: en el período anterior se recibieron 491 solicitudes, pero solo el 50% cumplía con los requisitos académicos necesarios para el concurso. Además, de los que pasaron, ninguno pudo ser matriculado directamente en una escuela totalmente bilingüe porque su nivel de inglés no lo permitía.

El segundo de los programas que prohíja directamente la Fundación, en conjunto con la orden de los mercedarios, la Asociación Pro Niñez Panameña, la Fundación Federico Humbert y el Ministerio de Educación, es la Escuela San Pedro Nolasco, que permite a niños desde maternal hasta primer ciclo formarse en un ambiente controlado y con las mejores condiciones posibles.

Escuela San Pedro Nolasco, centro educativo modelo ubicado en Burunga, Arraiján.

Formar parte de una fundación como Sus Buenos Vecinos brinda mucha satisfacción, pero a la vez te enfrenta a las necesidades más apremiantes del país y pone a personas como Vicky de Cordero o, en su momento, al señor Humbert, en contacto con las infinitas necesidades de la población. Para paliar la impotencia o la frustración de no poder resolverlo todo, Vicky busca inspiración en su antiguo jefe, que a su vez buscaba sabiduría en la misionera de hábito blanco y rostro curtido cuya foto le da sentido a la oficina. Ella decía: “A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara esa gota”. Una gota es importante.

Además de inspiración espiritual, Sus Buenos Vecinos tiene referentes, ya que es parte de RedeAmérica y da seguimiento a organizaciones de gran alcance para estar al día en nuevas tendencias. Los fondos donados, que en estos 25 años rondan los 77 millones de dólares, provienen principalmente de Banco General, pero ha habido donantes que buscan a Sus Buenos Vecinos para canalizar sus ayudas por la confianza que tienen en sus criterios y procesos.

Recientemente, en plena pandemia, la Fundación hizo puño con individuos que deseaban contribuir y dotó de reactivos y equipos al Instituto Conmemorativo Gorgas, por ejemplo. Esto les abrió los ojos en cuanto a la importancia del desarrollo de la ciencia en el país y condujo a que actualmente estén gestionando fellowships o becas para científicos del Gorgas.

Donación al Instituto Conmemorativo Gorgas de materiales e insumos para enfrentar la pandemia.

Esto último, el que la Fundación se convirtiera en un canal fiable que otros quieren utilizar para donar, también es un logro del señor Humbert y por supuesto, de su equipo. “Él quiso —explica Raúl Alemán, su sucesor en la presidencia del Banco— profesionalizar la Fundación. Llegó un momento en que sintió que el Banco marchaba y que él debía moverse hacia ese otro proyecto”. Alemán asegura que en el largo proceso de transición por medio del cual le fue traspasando sus responsabilidades, él percibía la ilusión que constituía para Freddy el hecho de ir a dedicarse de lleno al trabajo social a través de la Fundación. “Una vez lo hizo, se esforzó por estructurarla un poco a imagen y semejanza del Banco. El personal ejecutivo que lo acompañaba hizo el trabajo y, de paso, este fue transmitiendo, luego exigiendo gobiernos corporativos a las asociaciones a las que entregan fondos. El haber profesionalizado a tantas ONG que empezaban siendo feudos de personas bienintencionadas para convertirse en instituciones sostenibles, capaces de rendir cuentas, es un logro colateral de Sus Buenos Vecinos”, afirma Raúl Alemán, quien como presidente del Banco entiende y comunica a los accionistas que esas ganancias que van a la Fundación Sus Buenos Vecinos son parte del dividendo social que les dan sus acciones en Banco General.

Raúl Alemán, presidente de Banco General y de la Fundación Sus Buenos Vecinos.

Su compromiso es firme y, para demostrarlo, cuenta que, al inicio de la pandemia, ante un horizonte complicado, decidieron subir de 7 a 10 millones el aporte anual que haría Banco General a su brazo social. Y así es como en 2020 la Fundación manejó más recursos que en ninguno de los años anteriores. Además, lanzaron una campaña por Yappy ofreciendo poner un dólar por cada dólar que donaran los usuarios. Los aportes se acercaron al medido millón con lo que se donó cerca de un millón por esta vía, pero lo que llenó de optimismo a Raúl fue el gran número de personas que aportó, una demostración de calidad humana y también de confianza en Sus Buenos Vecinos.

Los 25 años de la Fundación se celebran en un momento en el que se estima que la región ha retrocedido 10 años en materia social.  Y, aunque el escenario resulta complejo, es esperanzador saber que Sus Buenos Vecinos continuará su labor con el renovado convencimiento de que, como individuos, familias y empresas, nos corresponde a todos asumir una corresponsabilidad. “Ofrecer —como decía Humbert— lo mejor de cada uno, tanto en ideas, como en acciones”.

 

Fotos:

Wellington Luck

Tito Herrera

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