Entre las montañas y el mar: una pasión hecha realidad
Escondida al sur de la península de Azuero se encuentra la pasión de un hombre que, junto con su familia, recorrió el mundo en busca de ese paraíso donde pudiera establecerse y retirarse, luego de una exitosa y agitada vida como diseñador y empresario.
Hace poco más de cinco años, Gilles Saint Gilles llegó a Panamá y junto con su esposa, Camille, y Gregorio, su hijo menor, visitó el área de Pedasí quedando inmediatamente enamorado del lugar. Fue la belleza natural del área, la tranquilidad que se percibe en el ambiente y la hermosura del paisaje, tanto en el suave movimiento de su topografía como en la fuerza del mar al reventar en la playa, lo que atrajo la atención de la familia. Decidieron que, finalmente, su búsqueda había terminado.
Comenzó Gilles entonces a realizar los trámites necesarios para adquirir una propiedad ubicada a unos metros de la playa, en un alto que le permitiera tener una vista maravillosa tanto del mar como de la vegetación que lo rodeaba. El área le recordaba mucho a Dorgoña, región de Francia donde Saint Gilles había construido años atrás, alrededor de un viejo torreón del siglo VIII, su casa de descanso, lugar predilecto para reuniones de familiares y amigos.
Gilles Saint Gilles, parisino de nacimiento, con una educación de la Ecole du Louvre (reconocido instituto consagrado a las artes), se dedicó por más de treinta y cinco años al diseño de interiores y tuvo entre sus importantes clientes a la familia real de Arabia Saudita. El constante viajar por diferentes regiones del mundo creó en Gilles un estilo muy particular donde se entremezclan géneros arquitectónicos totalmente diferentes, pero sumamente agradables a la percepción.
La “Casa Florentina”
La primera edificación construida en Azuero fue la llamada “Casa Florentina” por su estilo, propio de la región de la Toscana, en Italia. Esta obra fue solo el inicio de una pretensión que estaba totalmente fuera de sus planes originales: construir una casa y retirarse a descansar. Entonces comenzó lo que podríamos calificar como un proyecto activo, ya que el propósito inicial de las edificaciones fue cambiando a medida que la construcción de cada etapa estaba en su fase final.
La “Casa Camille”
Luego de la Casa Florentina se construyó la “Casa Camille”, cuyo objetivo original era, al igual que en Dorgoña, reunir a familiares y amigos. Con el correr del tiempo y a medida que los inmuebles crecían en número, también fueron aumentando las propiedades en el área. Sin prácticamente darse cuenta, la idea del retiro fue puesta a segunda orden. El es todavía un hombre joven, lleno de vida y cargado de sueños.
Los planes actuales son convertir la “Casa Camille” en un boutique hotel. Y es que el escenario es realmente maravilloso, la fabulosa maison pintada en un tono ocre de gran carácter y enormes ventanales cuenta con extensos y atractivos corredores, donde llaman la atención los encantadores diseños de los pisos, trabajados en variados materiales cuyos patrones van cambiando progresivamente. Las amplias estancias, regiamente decoradas, gozan de una relajante vista. Además, cuenta esta edificación con una majestuosa y cristalina piscina, flanqueada por grandes palmeras que suavemente se cimbran con la brisa que corre en esta pequeña colina, desde donde se aprecia una maravillosa espesura circundante y, como toque final, se observa al fondo el Océano Pacífico, pareciendo clausurar este perfecto panorama.
Gilles, con la activa cooperación de Fabio Colapinto, director general del proyecto y empresario milanés retirado que, luego de darle la vuelta al mundo en su velero en varias ocasiones, también parece haber sucumbido a los encantos de nuestro país, ya han seleccionado el sitio para la construcción de una cancha de golf y de un Spa.
El recodo familiar
En agosto de este año se terminó lo que la familia considera como su hogar. Esta “casa familiar” está ubicada, tal como la “Casa Camille”, en un alto lejos del mar, donde el conjunto de elementos que la rodean le dan ese charm propio de las creaciones de Gilles. El conjunto está formado por tres edificaciones. Las dos primeras, que guardan el salón de estar y la habitación de visitas, son de estilo japonés en su exterior, pero sus interiores son totalmente occidentales. Muy interesante es la piscina, de horizonte perdido y forma triangular frente al salón. En la parte central y rodeada por una galería perimetral se destaca la casa, que acoge las áreas privadas de la familia. En la sala de estar llama la atención una hermosa chimenea, que además de recordarle su querida Francia, ofrece un agradable espectáculo en esas noches donde la temperatura baja un poco.
Un tanto alejada del complejo residencial se levantó la casa de meditación. Esta pequeñísima construcción de tradicional estilo japonés consta de una sola estancia y cuenta con enormes ventanales circulares con una relajante vista que permite que fluya la energía positiva.
Los materiales que se manejaron en los acabados de esta obra fueron cuidadosamente seleccionados por Gilles y su esposa, Camilla. Por muchos años, ellos adquirieron antiguos pisos en diferentes partes de Francia para colocarlos en “esa” casa tan especial que habían planeado construir para el retiro. El revestimiento de la terraza, por ejemplo, proviene de viejas iglesias de la región de la Borgoña; el lime stone que cubre el piso del salón fue sacado, uno a uno, de una vieja construcción renacentista de Burdeos; y el material que fue utilizado en la cocina es de Provenza.
Detalles, detalles y más detalles…
Gilles es un hombre extremadamente detallista y creativo, por lo que cuando decidió iniciar las obras en Panamá trajo de Francia y Marruecos maestros especializados –ebanistas, pintores y albañiles– en aquellos acabados que él considera marcan la diferencia de sus obras. Su propósito fue entrenar a personas del área en estas técnicas, muchas de ellas muy antiguas, que se han venido utilizando en el Mediterráneo por siglos.
El trabajo de los pisos también se realizó de forma novedosa. Parece que a Gilles le gustara jugar un poco con estas pequeñas piedras, ya que en los pisos de todas las edificaciones existe una gran variedad de patrones diferentes de colocación, lo que produce un movimiento encantador logrado no solo por la forma en que las piedrecitas fueron cuidadosamente instaladas, sino también por el juego de los colores.
Prácticamente toda la madera empleada en la ebanistería de las diferentes edificaciones es local y fue elaborada por el equipo de artesanos especialmente entrenados. En los pisos se utilizó teca y níspero; los cielorrasos fueron cubiertos con madera de palma finamente acabada; y en las vigas que soportan el techo los clavos fueron reemplazados por tarugos de madera, a la usanza antigua. Las ventanas también son de teca y su estilo tipo shutters permite que, al estar cerradas, se filtre la luz.
La materia prima para la confección de las puertas sí fue traída de Europa, utilizando viejos toneles de vino que, por su avejentado acabado, imprimen ese look especial que se mantiene en todos los trabajos. “Estos trozos de maderas son gruesos y, a pesar de estar arqueada en los extremos, se logran sacar gruesas piezas de cerca de 1.75 mts”, comenta entusiasmado Gilles.
Llama la atención el espesor de las voluminosas paredes, de casi 30 cms de ancho, hechas de bloques de barro fabricados en el sitio y colocados dejando una separación entre los ladrillos, para crear una cámara que permite que la temperatura interior sea fresca y agradable. En el repello se utilizó una antigua técnica muy conocida en la parte sur de Europa y el norte de Africa que llaman “tadelak”. Este acabado es fabricado a base de cal viva y colocado en una capas muy espesas. El toque final de este curioso procedimiento se lo da la aplicación de cera de abejas para darle un terminado liso y semi brillante.
Lo que se inició como la realización de los sueños de una familia que buscaba refugio en un área que les proporcionara esa paz y tranquilidad difícil de hallar en las grandes ciudades –donde el tiempo y las obligaciones se convierten en una exigencia no fácil de dominar–, se ha transformado en una pasión en la que los protagonistas se encuentran envueltos por un entusiasmo indescriptible y los planes para el desarrollo del área son ilimitados.
Fotos: Silvia Grunhut, Space 67