La mágica alfombra persa
Quizás el producto de exportación iraní más conocido es la alfombra persa, por más que se desconozca de este imponente país en el Oriente próximo.
Cuando caminaba por la plaza de Naghsh-i Jahan en Isfahán no podía parar de pensar en cómo lucía ese sitio hace 400 años cuando era el epicentro de la Ruta de la Seda. Me imaginaba a los artesanos, las bailarinas, los mensajeros, guerreros y a la realeza conviviendo en ese mágico lugar. Cuando entré al Gran Bazar un iraní me vio a los ojos y dijo: “Entra aquí, que debes conocer la verdadera alfombra persa”. Me encontré con una taza de té entre cientos de hermosos tapices enrollados. Fue entonces cuando mi imaginación entró en turbo y descubrí la magia y trabajo que hay detrás de estas obras de arte.

La plaza Naghsh-i Jahan es uno de los sitios más importantes del país. En esta plaza se encuentra el Gran Bazar, uno de los bazares más grandes y antiguos en el Medio Oriente.
Persia es Irán. Por miles de años, el país se conoció internacionalmente como Persia. El Imperio persa existió desde el siglo 6 a.C. hasta el siglo XX, es decir, el pasado. Las dinastías sasánidas, safávidas y kayar dominaron el imperio que en un punto de la historia se extendía desde el este de Europa (incluyendo los Balcanes) hasta el valle del río Indo, en el noroeste de India. En 1935, diplomáticos persas piden a la comunidad internacional cambiar el nombre del país oficialmente a Irán, como se conoce localmente en su idioma, el persa o farsi. Los nombres Irán y Persia son intercambiables, pero el correcto hoy día es Irán.
Las alfombras persas adornan los suelos y paredes de millones de hogares, restaurantes, hoteles y templos alrededor del mundo, pero su origen es poco conocido. Por 2.500 años los iraníes han dominado el arte de crear estas complejas confecciones. Las alfombras persas a menudo llevan el nombre de la zona de Irán donde se fabrican, por ejemplo, Hamadan, Mashad, Kerman, Shiraz y Bidjar. También pueden llevar el nombre de grupos étnicos, como el ghashghais. Como el conocimiento es poder y el poder ayuda a regatear y conseguir mejor precio por una buena alfombra y evitar el engaño, estos aprendizajes son valiosos.
Nudos. Las alfombras persas tradicionales se tejen a mano en un telar, y una de las características más importantes es el conteo de nudos. Una alfombra de calidad tiene unos 120 nudos por pulgada. Los nudos se ven desde la parte inferior de la alfombra. Hay que voltearla y tocar para descubrir si es hecha a mano o a máquina. La de verdad, la que se teje a mano, no tendrá uniformidad en sus nudos, ya que unos serán más grandes que otros.
Material. Las alfombras persas tejidas a mano son típicamente de lana, seda o una mezcla de lana y seda. Las alfombras de seda 100 % puras son finas y tienen un acabado brillante. Hace falta acostarse en el suelo y ver su superficie, mirarla de un lado y del otro y moverla para apreciar su brillo. La lana, por otro lado, es más común. La calidad depende de las ovejas, el clima, los pastizales y el tiempo de esquila. Estos materiales aguantan fuego, mientras que una hecha a máquina es altamente inflamable y desprende pelusa.
Color. Las alfombras tradicionales están hechas de tintes naturales. Se deben buscar los colores que parecen provenir de la naturaleza: la cochinilla (insecto) para los rojos, la planta de índigo para los azules y la cáscara de granada para los tonos amarillos. Los tintes sintéticos tienden a penetrar la fibra de manera uniforme, mientras que los tintes naturales cubren la superficie. Al doblar la alfombra y aislar algunos hilos se debe ver un desnivel sutil: esos son los colores naturales.
Tipos. No todas las alfombras persas son iguales. La gelim es una alfombra tejida plana y la gabbeh es una alfombra de pelo tejida por nómadas. Ambas son hermosas, pero es importante conocer la diferencia y no confundir.
Patrones. ¿Floral, geométrico, cachemira, tradicional o tribal? Dependiendo de qué área de Irán provengan, los patrones de las alfombras serán diferentes. Hay un patrón para todos. Uno de los más buscados es la cachemira o Paisley, conocido también como el estampado de bacteria, almendra, gota o lágrima —es un diseño tradicional persa y símbolo de la dinastía sasánida.
Uso. Es clave saber dónde será colocada la alfombra y el uso que se le dará. Aunque son un artículo de lujo, las alfombras de seda son menos resistentes al uso y, por lo tanto, sirven para fines más decorativos, como colgarse en la pared. Las alfombras de lana son más prácticas, increíblemente duraderas y soportan pisadas durante décadas (incluso siglos) sin mostrar signos de desgaste.
Precios. Los precios de las alfombras persas varían por la variedad de motivos florales y geométricos. Las alfombras de seda están en el extremo caro del espectro, con un material más difícil de obtener y un mayor número de nudos. La lana es más fácil de conseguir, así que estas alfombras son más asequibles. Para presupuestos limitados están las alfombras tipo colcha o edredón hechas con cuadrados de alfombras viejas parcheadas.
Las alfombras persas son piezas de arte que conllevan muchísimo tiempo de elaboración a mano y aprendizaje de técnica. Como tal, su precio será elevado, hasta para un objeto que se colocará en el suelo y personas le caminarán por encima. La clave para conseguir un buen precio es estirarla en el suelo y ver si hay algún bulto. Mayor sea el bache, más probable que se quede, por lo que ayudará a regatear el precio.
Knut Larson, escritor sueco, dice en su libro sobre alfombras orientales: “Los persas conservan cuidadosamente su cultura de alfombras. Su arte de tejer alfombras es algo superior, es el mejor del mundo”.
Fotos: Getty Images y Ernesto Méndez Chiari