Los medios: la cancha de juego de los deportes

Elías Cedeño |

24 diciembre, 2008

Hoy en día coexisten en una increíble simbiosis, los deportes y los medios de comunicación que los exhiben, donde el auge de cada uno es producto de la existencia del otro.

El mundo sin los medios
Es el año 108 D.C., un grupo de selectos hombres mayas en Yucatán practican el “juego de la pelota”; los capitanes de los equipos literalmente se juegan la vida, bajo la atenta mirada de la realeza y de las clases pudientes de la sociedad. Hoy, conocemos sobre sus hazañas y deportes gracias a las ruinas arqueológicas de su civilización y sus escritos en piedra.

En paralelo, pero al otro lado del mundo, dos gladiadores retan a la muerte, al enfrentarse en combate, rodeados de feroces leones en las arenas del Coliseo Romano. El emperador y otros aficionados del pueblo observan extasiados el enfrentamiento, que a pesar de su cruda violencia tiene semejanzas con los actuales encuentros deportivos de lucha, boxeo y artes marciales. Los plurales sucesos de los desafíos en esas arenas se conocen por las diversas documentaciones históricas de la Roma Imperial.

Para aquel público de la antigüedad, estos entretenimientos solamente ocurrían en directo y de forma presencial. ¡Qué distinto hubiese sido para ellos tener monitores con repeticiones de jugadas, encuentros en cámara lenta, ver datos estadísticos en el internet y contar con análisis por parte de los hoy tan habituales comentaristas expertos!

Hoy en día, la realidad es otra, cuando en el mismo momento en que ocurre el gol que define la Copa del Mundo, cuando se baja la bandera a cuadros para el ganador de un Grand Prix o cuando en la gimnasia artística el último de los jueces sentencia la medalla de oro para un atleta, los espectadores pueden ver por televisión o por internet, y en tiempo real, las incidencias de su deporte favorito.

En la unión está la fuerza
A partir de los años sesenta, los medios empezaron a ser casi un fanático más en los estadios, canchas, juegos olímpicos y demás sitios, para llevar en directo la acción hasta el hogar. Fue así como ayudaron a llevar al estrellato a los deportistas pero, a su vez, la presencia de estas nuevas luminarias ha contribuido a elevar la audiencia de canales especializados.

Esta relación de celebridades tipo “Hollywood”, del deporte y los medios, se puede constatar con la existencia de transmisores como ESPN, que le pertenece nada más y nada menos que a Walt Disney Company. Llevar eventos a la audiencia por nuevas rutas los inclinó a inaugurar, en el 2005, el sitio espn360.com, el cual transmite en directo deportes diversos para los usuarios del internet.

Existe un “triángulo virtuoso” que se presenta por los mutuos beneficios que se brindan los medios, el deporte y los patrocinadores. Para tener una idea, una pauta publicitaria de 30 segundos de duración, durante la transmisión del Superbowl de la final del fútbol americano, cuesta alrededor de dos millones de dólares, siendo un costo alrededor del 40% más de lo que sería para otro tipo de deportes. Con precios tan prohibitivos, la razón dictaría que no tiene sentido tal gasto, pero realmente hay que hacer cola para ser uno de los privilegiados. El canal que lleva dicha señal se ingresa cerca de 150 millones de dólares en publicidad. La creencia ampliamente compartida es que las empresas que allí se anuncian son las líderes en su segmento.

Pero para deporte rey, el fútbol tradicional. En la pasada Copa del Mundo FIFA del año 2006, la presencia de la televisión llegó a la cantidad récord de 376 canales alrededor del planeta llevando los partidos. Esto produjo que se diese la impresionante cantidad de 43,600 retransmisiones, cubriendo 73,072 horas en 214 países. Para llevar tal cantidad de señal, se requerirían ocho años de emisión. La audiencia acumulada de televidentes ascendió a la impresionante cifra de 26,290 millones en todo el certamen y más de 700 millones de personas vieron la final entre las selecciones italiana y francesa por televisión.

La gran mayoría de las historias de medios para el deporte son de éxito. Se tiene el caso de FoxSports, que le pertenece al empresario australiano Rupert Murdoch. Es un canal con señal por cable que le llega a más de cuatro millones de televidentes en los Estados Unidos y a cerca de diez millones en Latinoamérica.

A nivel individual, muchos deportistas no hubiesen alcanzado la fama de la que han gozado si no fuese por su exposición televisiva. Ejemplos sobran, tales como Denis Rodman, ex jugador profesional del basquetbol estadounidense en la NBA, que con sus tatuajes y demás excentricidades logró escalar hasta el cine y la cultura pop norteamericana en sus tiempos de gloria.

Cuando el piloto español de Fórmula 1, Fernando Alonso, estaba por coronar su primer campeonato del mundo en el año 2005, la “Alonsomanía” produjo que se adelantasen los partidos de fútbol de la Liga española, para que no chocasen en horario con la transmisión de la carrera de Brasil de ese año; resultando en una audiencia récord estimada en siete millones de telespectadores sólo para España.

Por otro lado, los periodistas deportivos, quienes producen la información, también han sido elevados a sitiales de celebridad, ya que al ser reconocidos en la calle, muchos fanáticos quieren tomarse fotos con ellos y hasta les piden autógrafos.

No hay duda del impacto sociocultural que la alianza entre deportistas, medios y público ha ocasionado, además del referido impacto en las economías. Otra característica de este mundo es la presencia de ritos, frases y hasta modismos al hablar. En nuestro país, shows televisivos de deportes, tales como Lo Mejor del Boxeo, han calado en el lenguaje “pop” del panameño, cuando se hizo común escuchar frases coloquiales de su líder, tales como “está maaal” y “tiene las piernas de trapo”. Otra de las frases famosas y que se ha impregnado en los entusiastas del béisbol es la del presentador dominicano Ernesto Jerez en la cadena ESPN, que cuando se batea un imparable, sentencia: “¡no… nono, nono, no…! ¡Dígale que no a esa pelota!».

Los ratings de las televisoras constituyen la medición aceptada de la industria y sus marcas se elevan en eventos deportivos especiales, tales como en los últimos Juegos Olímpicos, donde el nadador y flamante medallista, Michael Phelps, concentró millones de miradas. Alrededor del 22% de los hogares estadounidenses se “pegó” a la televisión en la cadena NBC para ver su victoria en la competencia final, lo que constituyó un aumento de audiencia de cerca del 10% en comparación a la anterior transmisión de los Juegos en Atenas. En nuestro país, la participación del panameño Irving Saladino y su triunfo de oro igualmente concentró las miradas en los medios locales, cuando prácticamente se paralizó todo el país para ver la histórica hazaña del atleta.

En otro espectro de la atención de los fanáticos durante transmisiones deportivas, el solo hecho de tener el último juego en el mítico estadio de los Yankees en el Bronx de la ciudad de Nueva York, antes de su demolición para albergar una nueva sede, atrajo la espectacular mirada, en promedio, de dos millones de entusiastas en la cadena ESPN, lo cual constituyó un triple en la atención usual para transmisiones en un domingo por la noche.

En los deportes favoritos o de masas, tales como el fútbol, donde hay una plural cantidad de transmisiones, el ganador indiscutible en audiencia lo constituye la Liga Española, que con sus jugadores convertidos en estrellas del deporte y sus dos clubes favoritos, que se han convertido en marcas e ídolos, Real Madrid y Barcelona FC, producen ratings envidiables para cualquier canal que logre hacerse con sus derechos de transmisión. Las cifras exactas de la inversión de un canal de televisión para obtener el permiso de pasar los juegos se desconoce por motivos de las estrategias en la negociación, pero se estima que ronda los 400 mil dólares anuales.

En definitiva, la relación de simbiosis que se ha creado entre los medios y el deporte se ha vuelto indisoluble, además de que ha creado todo un mundo comercial alrededor de la misma. En muchos casos, incluso ha producido una nueva cultura de reuniones familiares y de amigos para sentarse a disfrutar, en una barbacoa, del partido final de la Serie Mundial del Béisbol o de un encuentro clásico, en el fútbol argentino, entre River Plate y Boca Juniors. Porque donde hay deportes, siempre habrá fanáticos dispuestos a celebrar una victoria, vista en tiempo real y, mejor aún, con todos los pormenores incluidos… en la transmisión.

Fotos:
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