Panamá fue su hogar, el aprendizaje su pasión

Gladys Navarro de Gerbaud |

23 septiembre, 2007

Luego de vivir por más de treinta años en nuestro país, despegó en el mundo académico y es hoy una autoridad en temas de desarrollo humano. Don Randel nos habla de su relación con Panamá, de filantropía y de educación.

Corría el año de 1944 y Panamá, como muchos otros países, esperaba que el mayor conflicto en la historia de la humanidad llegara a su fin. En aquellos días, los sueños de muchos norteamericanos, que decidían hacer de nuestro suelo tropical su hogar, se forjaban imparables.

Muchas vidas se hicieron aquí, muchos niños y jóvenes estadounidenses crecieron, estudiaron y cimentaron las bases de su futuro bajo nuestro mismo cielo. Esta hermosa tierra vio nacer al senador republicano John McCain y a la actual Miss USA, Rachel Smith, y fue testigo de las peripecias de Julianne Moore, reconocida artista de cine que vivió aquí durante sus primeros años de vida.

Don Michael Randel fue, también, parte de esa generación que disfrutó creciendo en las riberas del Canal. Arribó a nuestro país con sólo tres años de edad y vivió aquí por más de treinta, en una casa rodeada de palmeras que todavía hoy le evocan recuerdos perdurables compartidos junto a su padre –propietario de una agencia de seguros–, su madre y su hermana. ¡Qué orgullo saber que Panamá fue, es y seguirá siendo el hogar de Don Randel y de muchos otros extranjeros que, anónimamente, llevan el nombre de nuestro país en sus corazones!

Una trayectoria de peso
El caso de Don Randel es especial, admirable y motivador. Su trayectoria es, realmente, excepcional. Tras haberse graduado de las escuelas Ancon Elementary School y Balboa High School, ambas en la Zona del Canal, Don asistió a la Universidad de Princeton, catalogada como la mejor universidad de Estados Unidos según el último reporte de la revista U.S. News and World Report. Allí «esperaba estudiar leyes», pero pronto decidió convertirse en un académico para transmitir el conocimiento adquirido a los demás. Ya en sus venas corría el gusto por «retribuir» algo a sus semejantes. Luego de considerar dos campos, literatura española y musicología, optó por el segundo, con una especialización en música española. Crecer hablando español en nuestro país definitivamente lo había influido. En la Universidad de Princeton obtuvo su título universitario, de maestría y de doctorado.

Inició su exitosa carrera académica en la Universidad de Cornell, uno de los mejores centros de enseñanza superior de Estados Unidos. Allí sirvió por 32 años, como profesor, decano de la Facultad de Artes y Ciencias, y «provost» de la Universidad, el segundo en mando académico después del presidente.

En el año 2000, Don Randel fue nombrado el duodécimo presidente de la Universidad de Chicago, reconocida como una de las diez mejores universidades americanas y que cuenta con más de 70 premios Nobel entre sus profesores, estudiantes e investigadores. Allí, Don Randel dirigió esfuerzos para mejorar la educación y recursos de más de 13,500 estudiantes, 2,000 profesores y 12,400 empleados, aparte de llevar adelante una exitosa campaña de recolección de fondos, la mayor en la historia de la universidad, sobrepasando la increíble meta de dos mil millones de dólares.

En julio del año pasado, Don Randel aceptó la presidencia de una de las organizaciones filantrópicas de mayor reconocimiento e importancia a nivel mundial, The Andrew W. Mellon Foundation, la cual al año 2005 tenía activos por el orden de cinco mil seiscientos millones de dólares y fondos anuales para donar de $210 millones, ¡mucho más de lo que la mayoría de las organizaciones benéficas soñarían con disponer para ayudar a promover sus causas!

Adicionalmente, es miembro del  Comité Editorial de la Enciclopedia Británica y, entre otros, ha sido editor de la revista de la Sociedad Americana de Musicología y de dos ediciones del Diccionario Harvard de Música.
Además, Don Randel ha hecho tres publicaciones conocidas dentro del mundo de la musicología: Mozarabic chant, Arabic music theory y Panamanian folk music, esta última en clara referencia a la gran influencia que tuvo en él la música panameña.

De filantropía y educación…
Para Don Randel, el desarrollo humano es el mayor privilegio del que se puede gozar y la educación la manera más efectiva de lograrlo. Pero no siempre se cuenta con los recursos necesarios para hacer que un individuo, una sociedad, un país, logren desarrollarse plenamente, y es allí donde las organizaciones filantrópicas, como la que él actualmente dirige, juegan un papel esencial.

Como máxima autoridad al frente de The Andrew W. Mellon Foundation, Don Randel conjuga su vasta experiencia en temas de enseñanza superior con los objetivos de esta importante organización benéfica, la cual desde sus inicios ha concedido importantes fondos para promover el enriquecimiento cultural e intelectual de cientos de miles de seres humanos, brindándoles oportunidades para nutrirse, crecer y desarrollarse a plenitud.

Hoy, entre recuerdos que afloran de sus días en nuestro país y las múltiples responsabilidades que le ocupan, le pedimos al señor Randel que nos comente de temas, como la filantropía y la educación, que a diario maneja.

En Exclusiva: ¿Qué es, para Don Randel, la filantropía?
Don Randel: Es tratar de hacer el bien en el mundo por razones no egoístas.
E.E.: ¿Qué se necesita para que la filantropía llegue a formar parte de la cultura de un país, tal como sucede en Estados Unidos?
D.R.: La cultura de la filantropía en Estados Unidos es realmente única, incluso dentro del mundo desarrollado. Las razones para esto son algo complicadas y no bien entendidas, lo cual hace difícil decir cómo esa cultura podría ser desarrollada en otro lugar. En algunas naciones existe una cultura. Esto podría determinar la creación de incentivos fiscales para promover la filantropía. Pero esos incentivos únicamente trabajan en una cultura donde todo el mundo paga los impuestos que debe. Eso implica que la filantropía requiere creencia o convicción en el imperio del derecho y un corte a la corrupción. Puede, también, requerir una cultura en la que relativamente mucha gente haya triunfado por virtud de sus habilidades personales y energía y, por consiguiente, sienta alguna obligación de crear instituciones que les permitan a otros triunfar por el mismo método, en vez de por herencia e influencia.
E.E.: La filantropía puede enfocarse en innumerables causas, desde combatir el hambre y las enfermedades, hasta enriquecer la vida y abrir un mundo de oportunidades a través del desarrollo humano. ¿Por qué es importante promover esto último?
D.R.: Porque, aunque actividades como las humanidades y el arte podrían no ser noticias de primera plana, su profundo y perdurable valor podría hacer del mundo un lugar mejor e, indirectamente, cambiar el carácter de las noticias que a diario vemos. Claro que debemos preocuparnos por problemas que existen en todos lados –hasta en las naciones más ricas– pero algunos de nosotros debemos promover lo que realmente hace que valga la pena vivir, lo que hace que la vida tenga sentido, una vez que se han resuelto las deficiencias básicas.
E.E.: Así como la filantropía juega un papel fundamental en el desarrollo de las naciones, la educación de sus ciudadanos es esencial. ¿Qué deben hacer las universidades en los próximos años, en términos educativos?
D.R.: Sin duda, las universidades son las instituciones más importantes para garantizar una mejor vida, tanto intelectual como materialmente. La educación que en ellas se brinda debe estar enfocada a desarrollar aquellas cualidades de la mente que permitan a los individuos mantenerse flexibles y capaces de sobrellevar todos los cambios impredecibles que inevitablemente llegarán. Siempre, al adquirir una buena educación, será importante aprender a usar el lenguaje efectivamente, adquirir destrezas cuantitativas, y saber y apreciar gente de culturas diferentes a las nuestras. Las destrezas profesionales deben fundamentarse en estos principios, o se volverán obsoletas en el mundo moderno.

Volviendo a nuestro país… su «patria emocional»
No es común encontrar un individuo tan exitoso y a la vez tan sencillo como Don Randel, con un inigualable aprecio hacia nuestra tierra. Durante su última visita a nuestro país, a principios de este año, encontró cambios realmente impresionantes. «Ahora Panamá tiene muchas características de un centro internacional de negocios, con gran cantidad de altos edificios. Es bueno ver a Panamá a cargo de su propio destino y también saber que permanece extraordinariamente hermosa». Este respetado académico paseó orgulloso con nuestro sombrero típico por las diferentes instalaciones del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, receptor de ayuda de The Andrew W. Mellon Foundation en varios proyectos e investigaciones de botánica.

Quiso sembrar un árbol, visitar lugares de interés histórico y académico, y recorrer las calles que por tantos años lo llevaron a su hermosa casa, «el único hogar que conocí hasta mis treinta y tantos años, cuando mi madre y mi padre se retiraron y regresaron a los Estados Unidos, y yo inicié mi propia carrera académica allá», nos comentó Don mientras concluía: «Aunque los Estados Unidos es mi patria legal, la patria de mis padres, y el país en el que he desarrollado mi vida profesional, Panamá es mi patria emocional en un sentido muy profundo. Por lo tanto, agradezco esta oportunidad de comunicarme otra vez con un pueblo al que quiero tanto».

Este valioso «compatriota», quien jamás imaginó, y ciertamente no planeó, una carrera administrativa en algunas de las más prestigiosas instituciones universitarias o en una fundación de tanto renombre internacional, recuerda y valora nuestro país con un cariño especial. «El recuerdo más precioso que tengo de Panamá se resume en la gente que conocí aquí; mis maestros panameños de música y los amigos que hice todavía hoy mantienen una influencia en mí. Pero también debo mencionar la música, la comida y el maravilloso paisaje de Panamá. Eso siempre lo llevaré conmigo».

The Andrew W. Mellon Foundation…
• Fue creada en 1969 por los hijos de Andrew W. Mellon, un exitoso empresario norteamericano comprometido con la filantropía quien, entre varias otras iniciativas, donó su colección de arte y $10 millones para la construcción del National Gallery of Art, en Estados Unidos, en 1937.
• Dedica más recursos que ninguna otra fundación o, incluso, el gobierno federal de Estados Unidos, a las humanidades y las artes, apoyando a las universidades y a las organizaciones culturales con la creencia de que estas instituciones son esenciales para el mejoramiento de ricos y pobres por igual. Aunque en menor escala, también apoya a la conservación y el ambiente.

 

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