Rompiendo el molde

Vickie de Dahlgren |

17 diciembre, 2002

Hay quienes disfrutan vivir “a su manera”, plasmando su identidad en cada detalle de lo que les rodea.  Tal es el caso de dos jóvenes, con una relación fraterna excelente, quienes desde que estudiaban en el extranjero tomaron la determinación de que, una vez regresaran a Panamá, querían mantener la independencia de sus padres a la que se  habían acostumbrado durante sus años de universidad.

Por eso, el proyecto de restauración de dos casas adosadas en El Casco Viejo que sus padres venían planeando desde hacía varios años resultó perfecto.  Los padres ocuparían la parte superior del edificio, haciéndole los cambios necesarios según sus necesidades y gustos, y los jóvenes hermanos reformarían su apartamento de acuerdo a su estilo y forma de vida proyectando, en cada una de las viviendas, dos géneros totalmente diferentes, pero igual de atractivos.

Siguiendo las regulaciones de la Dirección Nacional de Patrimonio Histórico, la restauración del edificio de tres plantas y balcones perimetrales “típicos del área” se mantuvo sin cambios de fachada exterior, exceptuando la pintura color blanco que engalana las paredes.  Las transformaciones en el interior de la edificación, por otra parte,  fueron significativas, una labor de más de dos años a cargo del arquitecto Sebastián Paniza Paredes.

El “loft” de los jóvenes
Para iniciar el planeamiento de los interiores del apartamento, que queda en el primer piso del edificio, la joven se puso en contacto con Andrew Fage, un talentoso arquitecto de su misma edad que, al igual que ella, es un enamorado del área del Casco Viejo.  “Ella fue el alma del proyecto, pero siempre contó con el apoyo de su hermano, a quien se le consultaban todas las decisiones de los diseños”, nos cuenta Andy.

El concepto fue crear una especie de “loft”, un área de espacios abiertos, sin divisiones, donde la sala, el comedor y la cocina fueran una sola estancia, reservando la privacidad sólo para las habitaciones.

Al iniciarse las obras, todo el interior fue demolido manteniendo únicamente la estructura del edificio.  El espacio existente era limitado y se quería lograr, además de un área social muy ventilada y de gran altura, dos cómodas habitaciones.  Los arquitectos Paniza y Fage tuvieron que hacer maravillas con los espacios.  Para conseguir su objetivo, bajaron la losa inferior o piso del apartamento por debajo del nivel del balcón perimetral, ganando la altura deseada en la sección central del salón.  A su vez, se creó una especie de altillo donde se ubicó la recámara y el baño de ella, específicamente sobre la cocina.  El cuarto de su hermano fue instalado al lado opuesto del área social y también hubo que subirlo del nivel central.  No ocurrió lo mismo con su baño, el cual se tuvo que ubicar unas gradas más abajo del nivel de la sala, tomando espacio de la planta baja de la edificación.  Por otra parte, se implementó un pequeño patio interno que, junto con los ventanales del balcón perimetral, proporciona una agradable ventilación e iluminación al  “loft”.

Una vez definidos los espacios se inició la fase de acabados y decoración.  Los pisos fueron revestidos con madera en algunas áreas y en otras se mantuvo el concreto pulido.  “Las paredes quedaron repelladas, pero se decidió dejar a la vista la piedra original en el muro del fondo de la sala para que éste fuera protagónico”, comenta Andy.  Un parejo baño de luz sobre dicha pared logra ofrecer mayor dramatismo a la misma.

La decoración interior es de corte minimalista, donde los muebles son todos de líneas muy sencillas y limpias siguiendo el estilo oriental, decoración predilecta por la dueña.  El arquitecto Fage, también jugó un papel importante en el diseño y construcción de los muebles, ya que, además de diseñar los mismos, se vio obligado a supervisar muy de cerca el desarrollo de su fabricación, puesto que la construcción de éstos fue realizada por artesanos locales con poco conocimiento de ebanistería.

Un apartamento más tradicional… el de los padres
Dejando atrás el apartamento de los jóvenes, un pequeño e interesante ascensor, revestido en madera y vitrales en tonos ámbar y azul, permite al visitante subir al apartamento de los padres.

Además de comisionar la restauración de la fachada de ambos edificios, el arquitecto Sebastián Paniza se encargó de la distribución interior del apartamento de los padres, confeccionó los planos correspondientes y supervisó la construcción del mismo.  Su asesoramiento en la decoración de interiores del apartamento fue de gran ayuda para sus propietarios.

Como se había mencionado anteriormente, el estilo de los interiores y de la decoración del apartamento de los padres es de tipo tradicional, totalmente diferente al de los jóvenes.  Sin embargo, existe una similitud en la repartición de los espacios, principalmente siguiendo el concepto de que el área social es totalmente abierta y la privacidad se reserva para las áreas de vivienda.

Tan pronto se entra al vestíbulo, hay una agradable sensación de amplitud gracias a la gran altura de los techos y a las puertas – ventanas que dan a los balcones perimetrales que rodean la estancia, proporcionando una agradable ventilación e iluminación natural.  Una vez en el balcón, se puede disfrutar de una increíble vista del Arco Chato.

Las paredes, como los techos, están pintados en blanco y el punto focal es la pared del fondo del comedor que está revestida con ladrillos artesanales similares a los usados en la época colonial, dotándola de un atractivo “look”.  Muy interesante, por romper con el estilo general de la decoración, es el baño de visitas que está revestido con pequeñísimas cerámicas vidriadas en variados tonos de azul, y luce un modernísimo lavamanos de acero inoxidable y una lámpara de estilo marroquí que proyecta una misteriosa iluminación.

A través de un pequeño pasillo se llega al área de vivienda, donde un cambio de los niveles existentes en el piso revela el punto donde antiguamente estaban adosados los dos edificios.

A mano derecha se encuentra la habitación de invitados y, luego, el estudio, centro de reunión familiar.

Para dirigirse a la recámara principal, se tiene que subir por una entretenida escalera constituida por pasos sueltos de madera arrimados a la pared.  Esta es una habitación verdaderamente encantadora, donde, al igual que en el resto de la casa, se juega con los materiales logrando una decoración sobria y atractiva.  Pero lo que verdaderamente deja abstraído a todo el que visita el recinto es la maravillosa vista del área de Amador que se aprecia desde el ventanal.

Una pequeña terraza permite apreciar la fascinante vista panorámica que cubre la playa de Santo Domingo, la Plaza de Francia, así como también los atractivos techos del Casco Antiguo, que a pesar de estar algunos algo deteriorados, no dejan de ofrecer un encantador paisaje.

“Modernismo” en el Casco Viejo: se puede
Antes de visitar el apartamento de este par de jóvenes quienes, a pesar de haber terminado sus estudios hace muy poco ya se desempeñan exitosamente, ella como diseñadora gráfica iniciadora de su propia empresa, “EJE Artes Gráficas”, y él, financista de profesión, quien trabaja como corredor de bolsa, hubiera sido difícil imaginar un estilo tan moderno y refrescante enmarcado en un sitio histórico y muy tradicional como el Casco Viejo.

Pero parece que ésta no va a ser una excepción, pues aunque el Casco Viejo desde su fundación, en 1673, ha pasado por períodos de prosperidad y decadencia, todo indica que actualmente está tomando auge, sobre todo entre la juventud.  “Podríamos casi asegurar que el resurgimiento del centro histórico… ¡no lo para nadie!  Cada día más jóvenes se están mudando al área, pues se sienten identificados con esta forma de vida muy cercana a lo que los rodea”, nos dicen con seguridad estos innovadores muchachos, para quienes la independencia logró crear lo que siempre ambos soñaron: un espacio agradable que auténticamente refleja sus gustos y preferencias.

*Diseñadora de Interiores.

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