Triunfar ante la adversidad

Jackie Souter |

9 noviembre, 2015

Entre las malas noticias que vemos a diario en los medios de comunicación, hay muchas historias positivas de gente que con trabajo, y el apoyo de organizaciones sin fines de lucro, logra superar situaciones de riesgo social y salir adelante.

Integridad, perseverancia y humildad. Estos son los valores que comparten tres personas que a pesar de venir de situaciones de riesgo social han salido adelante. Al contarnos su historia, todos hablan de aquellos valores que los ayudaron a superar la adversidad, y de las personas y organizaciones que los han apoyado. Estos tres casos son prueba viva de la capacidad del ser humano de progresar y de la importancia  de los programas sociales que muchos panameños impulsan y apoyan.

Leydis Caicedo, de Panamá a China

Leydis estudia Política Internacional en University of Jinan, que cuenta con un campus amplio y lleno de vegetación. Aunque al principio le costó adaptarse, ya se siente cómoda en su nuevo hogar y gracias a la tecnología habla con su familia todos los días.

A sus 20 años, Leydis es una joven madura, segura de sí misma, con metas claras a corto y mediano plazo, específicamente tener una carrera diplomática. Al momento de la entrevista, estaba por partir a China a realizar sus estudios universitarios. Sabe español, mandarín e inglés.  Nada mal para una joven del área de Curundú, egresada del Instituto Nacional y quien estuvo expuesta a múltiples riesgos sociales.

“A pesar de crecer en un ambiente de riesgo social, mi niñez fue muy buena, no tenía todo lo que quería, ni mis padres podían darme todo lo que deseaban. Pero mi hogar estaba lleno de calidez humana”, nos cuenta. “La educación de mis padres fue basada en valores y doy gracias que me los hayan inculcado, porque han sido mis mejores amigos durante toda mi vida”, añade.

Pero también otras organizaciones, mentores y amigos la ayudaron. Leydis y sus dos hermanas asistieron a Casa Esperanza después del colegio por muchos años, ya que su madre trabajaba largas horas para poder llevar el sustento diario. “Esta era una de las principales preocupaciones de mi madre, por nuestras edades y por ser niñas, el peligro que esto representaba si nos quedábamos solas en la casa, por lo que recurrió a Casa Esperanza”, nos cuenta. “En Casa Esperanza podíamos hacer nuestras tareas, allí encontrábamos todos los materiales que necesitábamos. Recibíamos talleres de  autoestima, prevención de embarazos precoces, metas, sueños y proyectos de vida, entre otros, que aportaron en la formación de nuestro carácter y toma de decisiones”, añade. Esto, sin contar la alimentación, apoyo con las tareas y útiles escolares, entre otros.

Además, Leydis se siente agradecida con FUPROIN, fundación formada por egresados del Instituto Nacional. “En octavo grado tuve la oportunidad de conocer a la profesora Anais Morán Robi, expresidenta de la Fundación y considero uno de mis modelos a seguir como aguilucha y mujer panameña”, nos cuenta.

Desde chica participaba en múltiples actividades extracurriculares. Fue diputada en la Asamblea Juvenil de Diputados, embajadora juvenil, participó en el Concurso Nacional de Oratoria, en la coral poética, y fue escogida para participar en el Modelo de la ONU en Panamá. Allí conoció a la directora de la academia diplomática, Elvia Martínez de Montañez, cuyos hijos estaban estudiando en China y quien le habló sobre las becas que se ofrecen en ese país.

El reto más grande para Leydis fue aprender mandarín, un idioma complejo. Sin embargo, ya lo habla y está estudiando en dicho idioma.

Leydis no estaba convencida, más le llamaba la atención estudiar en Estados Unidos, y aunque tuvo la oportunidad de ir a estudiar inglés a ese país, no se le había presentado una beca para estudiar allá. Así que tomó lo que se le presentó. “Valorar las oportunidades, es agradecer a Dios las bendiciones que Dios pone en nuestros caminos”, nos cuenta.

Aplicó y se ganó la beca para irse a China. “El proceso de aplicación es fácil en comparación con el aprendizaje del idioma, el cual me ha costado, pero siempre me digo a  mí misma, los grandes sueños requieren grandes esfuerzos”. La beca consta de estudios por cinco años, el primer año se aprende mandarín y los últimos cuatro la carrera. Leydis ya culminó el año de mandarín, volvió a Panamá de visita cuando le hicimos la entrevista y ahora está cursando el primer año de la carrera Política Internacional.

Para Leydis, estar lejos de su familia y adaptarse al estilo de vida, la comida y el idioma no ha sido fácil, pero está tan enfocada que ha logrado superar todos los retos. “A los muchachos que al igual que yo sienten grandes deseos de superación, les digo que nunca se den por vencidos, que luchen por cumplir sus sueños y sepan aprovechar las oportunidades que Dios les pone en su camino”. Leydis es el ejemplo claro de que sus palabras son ciertas.

José Garrido, la danza como enfoque

 A pesar de tener solo 15 años, José es un muchacho que se proyecta enfocado, agradecido y decidido. Reside en Santa Ana, un área roja, con su abuela. Incluso su manera de expresarse es encantadora, con pasión y humildad.

En 2010, vio un panfleto de la Fundación Calicanto en su escuela, colegio República de Estados Unidos, promoviendo audiciones de danza contemporánea como parte del programa Enlaces de esta Fundación. Le llamó la atención la iniciativa y le comentó a su abuela que quería probar. Asistió a la audición a sus 11 años y fue escogido para el programa.

“La danza me ayuda a alejarme de los problemas. Al bailar me siento libre. Las críticas no me van. Me siento en mi mundo, nadie me dice cómo hacerlo, uno hace lo que siente y te puedes expresar”, nos cuenta orgulloso José. Verlo ensayar, junto a sus compañeros todos en situaciones de riesgo social, es inspirador. Enfocados, entusiasmados, haciendo ejercicio y consumiendo energía, nos muestran el poder del arte para cambiar vidas. José asiste todos los días de la semana al programa Enlaces después del colegio, de 1:00 p.m. a 5:00 p.m. Escoge unas horas para hacer las tareas y el resto, baila.

En el Programa Enlaces, de la Fundación Calicanto, otros jóvenes como José aprenden danza contemporánea con renombrados profesores panameños e internacionales.

En 2014, recibió una medalla de oro en el concurso regional Danza Activa. Es uno de los muchachos más destacados de este programa y gracias al patrocinio de Calicanto y del maestro José Leonardo Amaya, el año pasado tuvo la oportunidad de cursar una semana de residencia intensiva en El Colegio del Cuerpo, una institución de danza en Cartagena, de mucho prestigio en Colombia y América Latina. “Fue una experiencia maravillosa. Bailé con los grandes y me sentí al nivel”, nos cuenta. Ha participado en múltiples producciones como Alicia en el País de las Maravillas, en 2011; Hansel y Gretel, en 2014; y este año en Romeo y Julieta. Además, fue finalista en el programa Pequeños Gigantes, de Telemetro, en 2012.

Pero además de la danza, José ha encontrado excelentes mentores dentro del programa, bailarines y profesionales que han influido en su vida. “Son como una guía. Nos llevan por buen camino y nos dan su testimonio. Cuentan que la danza es difícil como trabajo, pero con humildad y trabajo fuerte, se puede lograr”. José quiere estudiar Arquitectura en Francia y tiene muchas metas. Por ahora, se mantiene enfocado en sus estudios y en la danza.

“A los jóvenes les digo, no por vivir en un barrio de violencia hay que ser criminal. Trabajen por sus sueños y metas. Tengan valores y vayan con la mentalidad de que hay que trabajar”.

Patricia Garibaldi, un ejemplo en Banco General

Patricia lleva quince años trabajando en Banco General, es cajera y hoy día es mentora de nuevos colaboradores. Su sonrisa es pegajosa; su manera, profesional y respetuosa; conoce su trabajo perfectamente. A primera vista, nadie imaginaría las situaciones difíciles que ha enfrentado en su vida.

Paty, como la conocen cariñosamente, es una de cuatro hermanos que quedaron huérfanos de madre. Ella tenía 11 años cuando sucedió. Su padre trabajaba lejos y no había quién la cuidara así que fue enviada a vivir al Hogar San José de Malambo y sus dos hermanos pequeños a la Ciudad del Niño. Su hermana mayor ya tenía edad para vivir sola. Al año de lo sucedido, su padre murió.

A pesar de ello, Patricia se mantuvo fuerte y yendo al colegio. “A mí me gustaba Malambo. Una siempre se siente protegida; socializaba con las chiquillas, jugábamos bastante; pero también teníamos mucha responsabilidad, no te daba tiempo para hacer nada malo. Siempre era un patrón, una rutina”, nos cuenta. “Además, a mí me sacaban bastante, tenía muchas madrinas y los fines de semana casi nunca estaba en el hogar. La que más me sacaba era Ana María Bueno, ella es española, me llevaba a pasear, le gustaba hacer mucho turismo. Y Patricia Planells de Rengifo que siempre está pendiente de mí”, nos relata. Sus “madrinas”, como llaman las niñas a las personas que son “amigas” del Hogar y las sacan los fines de semana, fueron importantes para su desarrollo personal.

Patricia lleva una carrera de 14 años en Banco General y dedica una parte de su tiempo a entrenar a nuevos colaboradores en la organización.

Se graduó del Instituto Nacional con un Bachiller en Ciencias y luego ingresó al Instituto Bancario a aprender esta carrera. A los 18 años ingresó a Banco General y a sus 20 años se independizó. Tiene casa y auto propio. “Soy así. Entré aquí y a los 20 saqué casa de una vez. Me tracé una meta y así mismo lo hice”.

“En el banco me gusta lo que hago, siempre estoy dinámica, siempre estoy en caja de planilla”, nos añade. El día de la entrevista, por su vasta experiencia estaba entrenando a una nueva colaboradora.

Cuando le pregunto sobre cómo logró superar una situación tan difícil, es inspiradora su respuesta: “Todo el mundo tiene sus cosas difíciles, pero eso va en uno, en el espíritu de uno. Desde chiquita me dije: ‘si mi mamá murió me tengo que levantar porque mi hermanos están chicos, para ayudarlos’. No sé si es que yo era bien responsable, desde chica sabía las cosas bien”.  A los que pasan por una situación difícil les tiene un mensaje: “La mejor herramienta es estudiar. Si uno tiene las cosas difíciles, en algún momento se van a mejorar”.

Estas extraordinarias historias nos inspiran y nos muestran el importante trabajo que realizan muchas ONG panameñas, dando alternativas, oportunidades y apoyo a muchos que lo necesitan y a quienes les cambian la vida.

Conoce las ONG que han apoyado a estas personas en su camino

Casa Esperanza Organización sin fines de lucro con la misión de ofrecer oportunidades de desarrollo a los niños, niñas y adolescentes que viven en condiciones de pobreza, en especial a los que generan ingresos y sus familias. Tiene presencia en siete provincias y una comarca. Contacto: www.casaesperanza.org.pa

Fundación Calicanto Organización sin fines de lucro que busca salvaguardar el patrimonio histórico y humano del Casco Antiguo por medio de programas y acciones sociales, educativas, culturales y de conservación. Su programa Enlaces, creado por la reconocida bailarina panameña Analida Galindo, es un programa preventivo para niños y niños de 9 a 13 años de las comunidades de El Chorrillo, San Felipe y Santa Ana, que por medio de las artes escénicas busca desarrollar su potencial artístico y brindarles herramientas de autocuidado y habilidades sociales. El programa Enlaces les brinda un ambiente seguro en el que aprenden a respetarse mutuamente, a respetar sus cuerpos e ideas a través de la danza contemporánea. Contacto:  www.fundacioncalicanto.org

Hogar San José de Malambo / Amigas del Hogar San José de Malambo Es un hogar para niñas huérfanas o en riesgo social, ubicado en Arraiján. Cuenta, además, con una escuela. Las Amigas del Hogar San José de Malambo brindan su apoyo a las niñas y adolescentes, con fondos económicos y otras necesidades. Contacto: 259-9186

Fundación Sus Buenos Vecinos Es el brazo ejecutor de los aportes sociales de Banco General. Apoya a 170 ONG incluyendo a Casa Esperanza, Fundación Calicanto y Amigas del Hogar San José de Malambo. Contacto: fundaciónsusbuenosvecinos@bgeneral.com

Fotos:
© Tito Herrera

Cortesía de los entrevistados

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