Una hacienda colonial digna de ser visitada
Una sensación de tranquilidad y complacencia nos llena al descubrir cada uno de sus aposentos. Sus detalles, espacios abiertos y compenetración con el ambiente natural convierten a esta propiedad en algo realmente fascinante.
Balance, buen gusto, perseverancia y muchos detalles son una síntesis que sirve de guía para iniciar la descripción de una maravillosa casona de estilo colonial enclavada en un área montañosa ubicada muy cerca de Sorá. Para llegar a nuestro destino, la “Hacienda Loma Linda”, tomamos una carretera rural que brinda un paisaje diferente, donde enormes rocas se proyectan como gigantes entre la tupida vegetación tropical. Pero este panorama agreste se transforma rápidamente una vez nos adentramos en la propiedad. De manera casi mágica nos trasladamos a un ambiente donde reina la paz, la tranquilidad y el orden.
Este paraíso escondido es el producto de la determinación y el arduo trabajo de una familia que con el apoyo de los lugareños ha logrado desarrollar una exitosa e impresionante empresa para el cultivo de orquídeas. Muchos años han pasado desde que los propietarios llegaron a estos predios en busca de “ese” lugar perfecto para iniciar su proyecto. “En un principio llegábamos a caballo”, nos comentaron “ya que no había acceso al área donde se instalarían los viveros”. En realidad, tuvieron que construir toda la infraestructura necesaria para desarrollar su ambicioso plan. Es realmente interesante caminar y observar la forma tan organizada y científica en que se desarrollan estas plantaciones.
Una vez encaminado el proyecto original, los propietarios decidieron construir una casa cerca de las orquídeas. El nombre de la propiedad, “Hacienda Loma Linda”, motivó a la familia a elegir el estilo arquitectónico de un antiguo caserón colonial, tanto en el desarrollo de los planos, por el Arq. Alvaro Cambefort, como en la selección de los materiales empleados en la construcción y en la decoración de los interiores de la casa.
Dejamos los viveros y nos dirigimos a la casa familiar
Desde muy lejos se divisa la majestuosa casona de varios niveles, grandes ventanales, entretenido juego de techos y, probablemente lo más impactante, un atrevido color rojo que baña sus paredes. La casa fue colocada en la parte alta de un montículo, sobre un muro de piedra que parece retenerla. La vivienda está rodeada por un muy bien cuidado jardín que, junto a la vegetación natural del fondo, le crea un marco extraordinario.
Impactante nos parece la entrada principal, formada por dos grandes portones de madera rústica, un impresionante trabajo de herrería y amplios ventanales que nos permiten ir imaginando la maravilla que estamos por descubrir.
Muy orgullosa, y con razón, nos comenta la familia que todos los trabajos de ebanistería y de herrería que percibiríamos fueron fabricados en el sitio durante el periodo de la construcción, siguiendo los diseños que el dueño fue ideando. Eso incluye diseños de puertas, barandas, distribución de pisos, revestimientos de paredes y cielos. Tan pronto cruzamos el umbral de la puerta sentimos una sensación estupenda y debemos detenernos para comenzar a asimilar todo lo que, de golpe, percibimos.
En el patio central, típico de las construcciones de los tiempos de la conquista, convergen todas las estancias de la casona. Aquí se colocó un techo muy alto con grandes ventanales en la parte superior, con el fin de proteger al recinto de las fuertes lluvias propias de nuestra región, permitiendo a la vez la circulación del aire y el acceso de luz natural. Desde el perímetro de los miradores guindan magníficos helechos que, junto a otras plantas, fabulosas orquídeas y el relajante sonido que produce el correr del agua de la fuente, nos logran transportar a un sitio de fábula.
Los pisos del patio interno están revestidos en ladrillos, a algunos de los cuales les fueron astillados sus bordes y les fue aplicada una pátina para procurar la impresión de ser muy viejos. Grandes corredores soportados por columnas y arcos revestidos en piedras avejentadas y martelinadas nos dirigen a los diferentes aposentos.
Entretenidos nombres se les han adjudicado a cada una de las estancias del caserón dependiendo del colorido y de la decoración empleada en cada una de ellas. La recámara principal ha sido señalada como “El Cielo”. Desde allí se disfruta de una vista extraordinaria y la gama de colores empleada, tanto en los acabados de las paredes como en el rico cortinaje y cobertores, tiene como base el celeste variando en sus tonos. En la pared del fondo un interesante arco de ladrillos corona el respaldar de la cama.
El baño principal es como una joya cuajada de pinceladas que hacen de esta área un lugar increíblemente bello. Frondosas plantas interiores y grandes ventanales lo integran a la naturaleza. Una cúpula colocada en la parte superior del techo posee pequeñas ventanitas que permiten se filtren los rayos del sol. Revisten las paredes cerámicas picadas, también en tonos azules.
Otros apelativos conferidos a las habitaciones son “La Penitencia”, llamada así por los muchos colores de la sobrecama que la adorna, y “El Monasterio”, desde donde se escucha el relajante correr del agua de un pozo artesanal instalado muy cerca de la ventana. Santos y figuras religiosas decoran esta última habitación. En un desnivel inferior se encuentra “El Claustro”. En esta planta igualmente encontramos “El E-Den” que, a diferencia del corredor perimetral y todos los cuartos, tiene los pisos revestidos en una muy bien lustrada madera. Varias alfombras de vibrantes colores ofrecen un toque especial, mientras que cómodos sillones de cuero invitan a los visitantes a recostarse y disfrutar de la tranquilidad reinante mientras son deleitados con hermosa música.
Todas las recámaras cuentan con amplias salas de baño. Aquí se ha mantenido la uniformidad en cuanto a la distribución de las áreas; lo que las diferencia es el contraste de colores empleados en el revestimiento de las paredes, el cual sigue las tonalidades empleadas en el decorado de las habitaciones.
La amplia terraza está a continuación del “E-Den” y también permite apreciar una vista maravillosa que llega hasta el mar. En las noches el espectáculo de las luces es magnífico, nos comentan. Sumamente llamativas son las gruesas columnas de mangle verrugoso, por sus formas sinuosas y grandes protuberancias. Hamacas guatemaltecas de vivos colores naranja y amarillo alegran el ambiente. Como un gran espejo de agua podríamos definir la refrescante piscina que se aprecia desde la terraza.
“La Tentación” parece ser un nombre muy apropiado para definir a la cocina. Cabe resaltar que la anfitriona es una excelente cocinera y aquí se producen todas las delicias que tientan a los mortales que los visitan. En este recinto predominan los azules y los pisos están revestidos de cerámica.
Muy amplio y alto es el comedor gracias a la doble altura de los techos, desde donde cuelga una enorme lámpara de hierro. Además, grandes ventanales permiten disfrutar del encantador jardín que bordea la residencia. Las paredes, al igual que en otras áreas de la casa, tienen un acabado rústico como el que se lograba antiguamente con el “cal y canto”. Muy agradable calidez ofrece la madera que cubre este piso. Junto al comedor están “Los Angelitos”, un nombre muy descriptivo que alberga a los pequeños de la casa.
Una escalera revestida en cerámicas típicamente españolas nos lleva al piso alto. Desde la galería que nos recibe podemos extasiarnos con una vista al encantador patio interno. En este piso encontramos dos recámaras cuyos nombres también son divertidos: “El Paraíso” es de vibrantes colores amarillos y verdes, y “El Purgatorio”, acabado en tonos naranjas. Ambas estancias gozan de una maravillosa vista.
Al entrar en este caserón de tipo colonial nos sentimos hechizados y transportados a esa maravillosa época de descubrimientos y grandes conquistas para, finalmente, retornar de nuestro desplazamiento y darnos cuenta que esta magia es el logro de la pasión por la perfección y de un exquisito aprecio por todo lo hermoso, aprovechando todas las maravillas que la naturaleza nos ofrece.
*Vickie de Dahlgren es diseñadora de interiores
Fotos: Silvia Grunhut, Space 67.