Una visita a Hiroshima, 60 años después…

Rosa María Duboy de Motta |

19 septiembre, 2005

A las 8:15 a.m. del 6 de agosto de 1945 la humanidad sufrió una de sus tragedias de guerra más grandes y recordadas. La primera bomba nuclear detonaba sobre la ciudad de Hiroshima…

Al pensar en Hiroshima, ciudad ubicada en la isla más grande de Japón, lo primero que nos viene a la mente son imágenes de algo para lo que nadie estaba preparado. ¿Cómo era en ese entonces, antes de que todo se convirtiera en cenizas, esa ciudad cuya tragedia suscitó el final de la Segunda Guerra Mundial? ¿Por qué ocurrió allí? ¿Cómo es Hiroshima hoy, 60 años después de que el reloj de sus habitantes se paralizara sorpresivamente?

Remontémonos a 1945, cuando solo 7 millas de la ciudad estaban completamente pobladas, sin separación entre las diversas zonas comerciales, industriales y residenciales. Hiroshima era una ciudad de gran importancia militar. Tenía el segundo cuartel de la armada japonesa, que dirigía la defensa de la parte sur de Japón, y era el centro de comunicaciones, punto de almacenamiento y área de agrupamiento para las tropas militares. La población de Hiroshima había alcanzado su pico de 380,000 habitantes a principios de la guerra, pero para agosto de 1945, antes del ataque, su población se estimaba en 255,000 personas, ya que muchos de sus habitantes habían sido redistribuidos por el gobierno japonés.

Aún sin conocer dónde sería usada, la decisión de lanzar la primera bomba atómica había sido tomada por los Estados Unidos desde 1939. La fecha probable para tenerla lista era el verano de 1945. Para determinar la fecha y el blanco del lanzamiento, matemáticos, físicos, meteorólogos y otros diversos especialistas asistieron a las fuerzas armadas estadounidenses. Algunos de los factores más importantes que considerar en la selección del lugar que se bombardearía fueron: un blanco que causara gran impacto militar en la población japonesa para acortar la guerra lo más posible; una ciudad que tuviera gran cantidad de casas o estructuras construidas muy cerca unas de otras; una ciudad con una densidad de población alta en un radio de 1 milla y, finalmente, un blanco que tuviera valor estratégico militar. De esta manera, se escogió a la ciudad de Hiroshima como uno de los dos blancos para lanzar la primera bomba nuclear, siendo Nagasaki la segunda ciudad.

La primera bomba nuclear, conocida como “Little Boy”, detonó en el aire a 600 metros sobre la ciudad de Hiroshima. Al realizar la explosión en el aire, se aseguraba un fuerte impacto sobre una vasta extensión de tierra, ya que se reducía a nada el efecto protector que una estructura podría producir a otra. Un radio de dos millas (4 millas cuadradas) de extensión quedó totalmente incinerado y destruido. Solo unas cuantas edificaciones de concreto y acero quedaron en pie, pero totalmente quemadas por dentro. Aproximadamente 66,000 personas: hombres, mujeres, ancianos y niños, murieron instantáneamente a causa de los efectos de una sola bomba y 69,000 quedaron heridos. Muchos de estos heridos murieron en las horas, días y semanas siguientes.

En nuestra visita a Hiroshima pudimos comprender, a través del conmovedor testimonio de un sobreviviente, lo que en ese momento se vivió. “Una luz muy brillante pasó frente a mis ojos, mi cuerpo se elevó del suelo donde estaba y caí desmayado por unos minutos”, nos relató el señor Nakamishi, que en 1945 tenía 15 años. Al momento de la explosión, se encontraba a 2,700 metros del punto cero, detrás de una de las pocas edificaciones rígidas de acero y concreto que sobrevivió la onda expansiva. Cuando se despertó, no se podía ver nada. Se encontraba debajo de una inmensa nube de humo. Corrían en su dirección mujeres, niños, amigos y desconocidos, todos suplicando por ayuda. “Les untábamos aceite en sus quemaduras, les vendábamos las heridas más graves, pero uno a uno todos iban muriendo”.

Después de conocer el pasado de dolor y destrucción de este pueblo, es impresionante y a la vez cautivador caminar por una ciudad que se levanta en el mismo sitio que, hace apenas 60 años, no era más que cenizas y desolación. Actualmente, más de un millón de personas habitan esta nueva y moderna ciudad. Sus amplias avenidas, modernos edificios y centros comerciales, extensas áreas pobladas de residencias y comercios, parques y jardines, hacen de la Hiroshima de hoy una ciudad hermosa y actualizada, en donde se encuentra una mezcla de comodidad urbana en un ambiente natural.

Además de moderna, Hiroshima es también una ciudad industrial en donde se realiza parte de la producción de automóviles y barcos de Japón. Corporaciones como la Mazda tienen sus fábricas en esta ciudad. Las industrias manufacturera, farmacéutica y agrícola también han encontrado en Hiroshima una ciudad apropiada para crecer y desarrollarse.

Quizás parte del éxito comercial de Hiroshima, además de su gente y su ubicación, se deba a que posee un sistema de transporte muy eficiente y avanzado. Autopistas, aeropuertos, puertos marítimos y un buen sistema ferroviario permiten que esta ciudad sea un centro de distribución doméstico e internacional en Japón.

Por otro lado, Hiroshima es una ciudad muy divertida para visitar, de día y de noche. Ofrece gran variedad de teatros, salas de música, restaurantes, bares y clubes nocturnos. Culturalmente, los museos están a la orden del día. Los hay de arte moderno y contemporáneo, de historia, ciencias, artes tradicionales japonesas y mucho más.

Para los deportistas, en Hiroshima hay mucho que descubrir, pues existen modernos complejos para practicar el esquí en nieve, novedosas facilidades para practicar deportes marinos y, por supuesto, grandes y hermosas canchas de golf.

Los habitantes de Hiroshima viven con todas las comodidades de la vida moderna y trabajan arduamente en el desarrollo de nuevas y avanzadas tecnologías para el futuro, en áreas como biotecnología, nanotecnología, informática, telecomunicaciones y manufactura.

Pero lo más conmovedor y trascendental de la visita a esta ciudad es su gente. Pese a lo que cualquiera pensaría, Hiroshima posee una de las poblaciones japonesas más cálidas y acogedoras. Las personas están orgullosas de lo que son y de lo que tienen, y han logrado superar con creces lo que los marcó. Los niños en las calles, los adultos en sus pláticas, los monumentos en los parques, todos recuerdan constantemente la importancia y la búsqueda incansable de la paz.

Una visita a la Hiroshima de hoy no estaría completa sin una mirada a lo que quedó del pasado. En esta ciudad, en donde conviven armoniosamente el pasado, el presente y el futuro, se mantienen monumentos conmemorativos de la destrucción y se celebran ceremonias anuales para recordar a la humanidad esta fecha.

Visitar el Parque Conmemorativo de la Paz, construido en memoria de todas las personas que murieron a causa de la bomba atómica, es una experiencia triste pero enriquecedora. Allí, niños, adolescentes, adultos, japoneses, norteamericanos y extranjeros a diario recuerdan, con dolor y esperanza, el horrible efecto del uso de las armas nucleares y la constante lucha por su eliminación de la faz de la tierra.

Cada uno de los monumentos pertenecientes al Parque tiene un mensaje profundo de paz y solidaridad. El Domo de la Bomba Atómica es el edificio de concreto y acero más cercano al punto cero que quedó parcialmente en pie. Se mantiene igual que como quedó después de la explosión, como recuerdo al mundo de esta tragedia. El Monumento de la Niñez por la Paz, erigido en memoria de una estudiante deportista de escuela secundaria que murió de leucemia como consecuencia de la bomba atómica, hoy día es símbolo de la niñez a favor de la paz. El Cenotafio Conmemorativo es una escultura arqueada que debajo contiene un cofre con un registro actualizado de los nombres de las personas que han muerto a causa de los efectos de la bomba atómica. Todos los años se abre y agregan nuevos nombres a los 181,000 ya existentes. La Llama de la Paz se mantiene encendida hasta el día en que el mundo entero esté libre de las armas nucleares. El Museo Conmemorativo de la Paz de Hiroshima contiene un registro completo de todo el acontecimiento. Allí se pueden apreciar fotografías, maquetas y exhibiciones de artículos rescatados de los escombros.

En la mente de muchos de nosotros el nombre Hiroshima quedó permanentemente relacionado con la bomba atómica y la destrucción masiva. Sin embargo, luego de visitar esta interesante ciudad, se muestra como lo que es: ejemplo de un pueblo que, frente a una tragedia como ninguna otra, encontró la unión y la fuerza para salir adelante. Hiroshima es sinónimo de gente que perdona y que lucha constantemente por la paz mundial. Es una ciudad moderna y acogedora cuya visita, además de satisfacción, proporciona grandes enseñanzas.

Recomendaciones

  • Camine y aprecie la belleza de los jardines japoneses con sus pequeños caminos, lagunas y variedades de flores.
  • Disfrute comida típica japonesa cenando en el Pueblo de Midori, una pequeña aldea en donde podrá apreciar la tradicional danza Kagura.
  • Coma Okonomiyaki o “pizza japonesa”, cuya versión de Hiroshima incluye fideos. ¡Una experiencia diferente y original!
  • Si tiene que viajar entre ciudades, utilice el Shinkansen o tren bala, uno de los más rápidos del mundo.

 

Fotos:
  • Destrucción de Hiroshima: Bettmann / CORBIS
  • Tráfico en Hiroshima: Tom Wagner / CORBIS
  • Otras: cortesía de la autora.

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