Al ritmo de un corazón libre y sincronizado
Un médico panameño radicado en Miami trabaja para que las personas que necesitan llevar un marcapasos artificial junto a su corazón, puedan llevar una vida libre de interferencias eléctricas.
En su laboratorio del Centro Cardiovascular del Hospital Monte Sinaí (Miami Heart Institute) Roger Carrillo somete a prueba todo aparato o sistema electromagnético recién creado que se sospeche pueda interferir con el funcionamiento de marcapasos artificiales. Su veredicto es determinante: de él depende que las nuevas tecnologías no interfieran en la vida de personas cuyo corazón necesita ayuda artificial para continuar latiendo.
Aunque él se llama a sí mismo “un humilde panameño” que trabaja por la salud de las personas afectadas del corazón, Roger Carrillo tiene suficientes motivos para estar satisfecho. Nacido en Santa Ana, ciudad de Panamá, en 1958, a la hora de escoger profesión se decidió por la medicina e hizo su carrera en la Universidad de Panamá. Al terminar viajó a Estados Unidos para hacer su posgrado en cirugía general y vascular en la Universidad de Miami; además realizó estudios en cirugía de corazón y pulmón. Todo parece indicar que para entonces ya se perfilaba como un cirujano prominente porque ganó una beca al mérito para estudiar una subespecialidad en cirugía de corazón en la Universidad de París (Sorbona). De allí volvió a Estados Unidos y fue contratado para trabajar en el Centro Cardiovascular del Hospital Monte Sinaí en Miami, donde empezó como cirujano de corazón. Hoy, y desde hace dos años, Carrillo es el director de la sección de Cirugía de Arritmias Cardíacas en el mismo centro.
También es profesor en la Universidad de Miami, en la Universidad de Barry, en Nova University y en el Community College Miami-Dade, si bien el 80% de su tiempo lo dedica a atender pacientes.
Como cirujano de corazón, la vida de Roger Carrillo tomó un rumbo muy definido a principios de la década de 1990. Para entonces, los celulares estaban haciendo su gran aparición en el mercado y un paciente le preguntó si su nuevo teléfono afectaría el funcionamiento del marcapasos que llevaba instalado en su pecho. En esos momentos Carrillo no tenía una respuesta, pero prometió buscarla. Al no encontrar ningún estudio que se hubiera hecho al respecto, decidió hacerlo él. Reunió a un grupo de médicos e ingenieros y durante varios años hicieron las pruebas necesarias. En 1994 llegaron a la conclusión de que efectivamente los celulares que utilizaban tecnología digital interferían, en determinadas circunstancias, en el funcionamiento de los marcapasos.
Con el resultado de su investigación, Carrillo y su equipo del Miami Heart Institute confirmaron las sospechas que habían hecho públicas investigadores de Italia y Suiza en cuanto al efecto negativo que tenían los celulares digitales en los marcapasos artificiales. Sin embargo, no bastaba con confirmar y explicar en qué consistía el problema. Había que encontrar una solución.
El ritmo del corazón
El corazón es un órgano vulnerable. Si bien es el motor de nuestro cuerpo, el músculo que bombea sangre al resto del organismo, su eficiencia está condicionada por nuestra herencia genética y por el tipo de vida que llevemos. Además, como le ocurre a todo motor, se desgasta con los años, por lo que a veces necesita ayuda para seguir funcionando.
El corazón está formado por cuatro cavidades (aurículas y ventrículos). Las paredes musculares de cada cavidad se contraen con una precisión casi perfecta y en cada latido expulsan una gran cantidad de sangre. Las contracciones de las fibras musculares del corazón están controladas por una descarga eléctrica que recorre el órgano siguiendo distintas trayectorias y a una velocidad determinada. Esa descarga rítmica que da inicio a cada latido se origina en el marcapasos natural del corazón, que está ubicado en la aurícula derecha. El funcionamiento del marcapasos es controlado a su vez por impulsos nerviosos y ciertas hormonas.
La velocidad a la que late el corazón depende de la condición y la actividad física o de las emociones que experimente cada persona en un momento dado, por lo que es normal que la frecuencia cardíaca varíe. Sin embargo, se considera anormal (arritmia) un ritmo inadecuadamente rápido (taquicardia) o inusitadamente lento (bradicardia). Es en esta última situación cuando los médicos recurren con mayor frecuencia al uso de un marcapasos artificial, dispositivo electrónico que actúa en lugar del marcapasos natural y que está programado para imitar la secuencia normal del corazón. Mediante cirugía, los marcapasos se instalan debajo de la piel del pecho y están conectados al corazón por unos cables pequeños y flexibles.
Debido a la naturaleza de su funcionamiento (a base de descargas de impulsos eléctricos), siempre ha sido una preocupación para los médicos que otros aparatos electrónicos o aquellos que emitan ondas electromagnéticas interfieran en el funcionamiento del marcapasos artificial. Hoy en día, las empresas que fabrican estos aparatos los han mejorado de tal manera que personas con marcapasos artificiales pueden estar cerca de radares, hornos microondas y detectores de seguridad en los aeropuertos sin correr ningún riesgo.
Sin embargo, la tecnología avanza, cada vez son más los aparatos electrónicos que se lanzan al mercado, y la industria de los marcapasos artificiales también se ve obligada a seguir la pista de las innovaciones para mejorar sus propios productos.
Esto fue precisamente lo que ocurrió hace diez años con los teléfonos celulares. Cuando Roger Carrillo y su equipo iniciaron el estudio para descubrir qué nivel de interferencia causaban los teléfonos móviles en los marcapasos, descubrieron que éstos perdían el ritmo cuando el teléfono se colocaba cerca, debajo de la clavícula. Sin embargo, nada anormal ocurría cuando el teléfono se alejaba o era utilizado para hablar.
Durante el estudio, Carrillo y su equipo también descubrieron que ciertos modelos de marcapasos eran inmunes a los celulares. “Con metodología científica demostramos que uno de los componentes de estos marcapasos, un filtro electrónico que elimina las ondas de alta frecuencia y que es utilizado en aeronáutica y en la fabricación de armas, permitía la inmunidad”, cuenta Carrillo, quien fue entrevistado telefónicamente en Miami. “Finalmente logramos probar que si se añadía este filtro a todos los marcapasos que carecían de él, éstos se volvían resistentes a los efectos nocivos de los celulares. Hoy en día nos enorgullece saber que todos los marcapasos del mundo se fabrican con este componente. Estas mejoras le han costado a la industria de marcapasos 60 millones de dólares, pero el beneficio para los pacientes es incalculable”.
Solucionado el problema, Carrillo continúa realizando investigaciones en el área de marcapasos, exponiendo éstos a otros aparatos electromagnéticos. Le ha tocado probar tecnología relacionada con redes de computadoras y actualmente está probando el efecto que tiene sobre los marcapasos un nuevo sistema de seguridad que la cadena estadounidense Wal Mart desea instalar en sus tiendas. Por otra parte, las compañías que fabrican marcapasos artificiales también envían sus nuevos modelos a Carrillo para que sean puestos a prueba.
Gracias al resultado de sus investigaciones, el cirujano fue elegido como miembro votante del Comité Internacional de Marcapasos en representación de Estados Unidos. Según explica, el comité se reúne dos veces al año y tiene como función desarrollar las pruebas eléctricas y decidir los niveles técnicos que un marcapasos requiere antes de que sea autorizada su producción. “De esta manera podemos asegurarnos que estos aparatos implantables sean completamente inmunes a posibles fuentes eléctricas o magnéticas externas”, dice el médico.
Pero allí no queda todo. El trabajo de investigación que Carrillo realiza en el Centro Cardiovascular del Hospital Monte Sinaí abarca otros campos. “Nuestra investigación clínica también incluye el área de válvulas del corazón, cirugía de puentes aortocoronarios y la aplicación de rayos láser en cirugía cardíaca. A través de nuevos conocimientos científicos, puedo servir mejor a los pacientes como médico y mejorar mi propia formación como docente”.
El trabajo de prevención
Médico, investigador y docente, a Roger Carrillo aún le queda tiempo para difundir la cultura panameña entre los compatriotas que, como él, viven y trabajan en Miami. Hace diez años se formó en esa ciudad una asociación benéfica con el propósito de enseñarle bailes folclóricos a hijos de panameños de forma gratuita. Carrillo se toma muy en serio su tarea de venir todos los años a la Feria de Artesanías de Panamá para comprar equipo y contactar a músicos y folcloristas.
Confiesa que echa de menos Panamá y que por eso procura transmitir las tradiciones del país a las nuevas generaciones de panameños que viven en Miami. Sin embargo, Roger Carrillo no olvida que, al haber logrado llegar tan lejos en su campo profesional, tiene un compromiso con la ciencia y con sus pacientes. Y así como promueve con entusiasmo su cultura de origen, también trabaja para prevenir las enfermedades cardíacas.
“No sabemos por qué el corazón es tan vulnerable. Tenemos algo en nuestros genes que no nos permite reparar bien el músculo cardíaco después de tanto uso. Y aunque contamos con la tecnología para aminorar esa vulnerabilidad, las personas pueden mejorar su estilo de vida a favor de un corazón saludable al evitar el cigarrillo, hacer una dieta correcta y practicar ejercicios físicos diariamente”, dice el médico. “Con estas recomendaciones preventivas, nos mantendremos alejados de la cirugía de corazón”.
Fotos cortesía del Dr. Carrillo