Panamá, el reto de consolidar su desarrollo

Carlos Garcimartín |

19 julio, 2019

Panamá se ha posicionado de manera realmente favorable respecto a otros países y así lo demuestran las cifras económicas de crecimiento sostenido que ha alcanzado. Ahora el reto es mantenerse allí.

Al margen de factores coyunturales, cuando se ve con perspectiva y se compara con otros países, la economía panameña se encuentra en muy buena posición. A lo largo de los últimos años, se ha mostrado como una de las más dinámicas del mundo. Entre 2006 y 2017 el crecimiento promedio anual fue del 7,2 % frente al 2,9 % de América Latina y el Caribe y el 1,8 % de los países de la OCDE. A consecuencia de ello, Panamá se ha convertido, junto con Chile, en el país de mayor ingreso per cápita de América Latina en paridad de poder adquisitivo y ha alcanzado la categoría de país de altos ingresos. Durante este tiempo, ha logrado, además, consolidar su marco macroeconómico. La inflación se ha mantenido entre las más bajas de la región, el déficit del sector público no financiero muestra niveles moderados, pese a su reciente repunte, y la relación deuda/PIB ha disminuido desde cerca del 80 % a menos de la mitad. Todo ello ha hecho posible que Panamá tenga grado de inversión desde 2010.

El elemento catalizador del fuerte crecimiento económico fue la expansión del Canal de Panamá, no solo por su impacto directo sino, más aún, por su efecto indirecto a través de la inversión privada, que aumentó de manera sustancial a partir del anuncio de la ampliación del Canal. Además, el crecimiento de la inversión se ha financiado en muy buena medida con un aumento paralelo del ahorro. Actualmente, Panamá tiene una de las tasas de inversión y ahorro más altas del mundo, prácticamente el doble que la de la OCDE.

Es importante poner en valor todos estos éxitos, pues, a diferencia de la mayoría de las naciones latinoamericanas y del mundo, Panamá ha conseguido alcanzar la categoría de país de altos ingresos. No obstante, es importante también continuar el esfuerzo, ya que el gran reto de Panamá en los próximos años es mantener dicha categoría y hacerlo, además, de un modo más inclusivo del logrado hasta el momento. Prueba de la dificultad de este reto es que pocos países en el mundo han sido capaces de transitar con éxito desde la condición de ingreso medio a la de ingreso alto. Si dejamos a un lado los grandes productores de petróleo y algunas naciones de muy poca población, desde mediados de los años ochenta del siglo pasado solo doce países en el mundo lo han logrado. Además, nueve de ellos pertenecen a la Unión Europea, lo que les ha facilitado alcanzar dicho estatus, ya que se han beneficiado del libre acceso a uno de los mercados más grandes del mundo, de ayudas del resto de países de la Unión y de su institucionalidad. En otras palabras, desde mediados de los años 80 solo tres naciones fuera de la Unión Europea han logrado transitar con éxito a la categoría de países de altos ingresos: Corea del Sur, Chile y Uruguay; lo que indica más claramente aún el notable reto que tiene por delante Panamá al haber ingresado ahora a esta categoría.

Con el fin de identificar cuáles son las principales claves para superarlo con éxito, en el BID hemos venido realizando un profundo análisis al respecto desde hace ya más de un año y creemos que es importante compartir con la sociedad panameña sus principales conclusiones. Para ello, entre otras actividades, hemos elaborado una versión más amigable de dicho estudio, que puede consultarse en https://publications.iadb.org/es/bideconomics-panama-desafios-para-consolidar-su-desarrollo.

La principal conclusión obtenida es que el país debe abordar cuatro desafíos fundamentales. En primer lugar, aumentar la competitividad y lograr una transformación productiva para que otros sectores acompañen a aquellos que hasta ahora han protagonizado la expansión económica, como podría ser el turismo o la economía digital. Panamá ha mejorado su competitividad en los últimos años, pero se encuentra aún lejos de los países que consiguieron consolidarse como de altos ingresos. Incluso, en el Índice Global de Competitividad 2018, del Foro Económico Mundial, Panamá tenía peores resultados que Colombia, México, Perú y Uruguay, además de Costa Rica y Chile, que ya antes aventajaban a Panamá.

Proyecto de BID Lab y la Universidad Tecnológica de Panamá. Un proyecto sobre robótica al servicio de la innovación.

El segundo de los desafíos es mejorar la calidad del sistema educativo. En la última prueba del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA) donde participó (2009), Panamá obtuvo una puntuación inferior incluso al promedio de América Latina en las tres categorías contempladas: lectura, matemáticas y ciencias. Este resultado se confirmó en la prueba Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo (TERCE) 2014. Este rezago educativo tiene a su vez implicaciones en el mercado laboral, pues los trabajadores panameños enfrentan dificultades para acceder a empleos de calidad, mientras que a las empresas les cuesta encontrar personal con las habilidades que necesitan.

El tercer desafío importante es mejorar la calidad de las instituciones; pues, según los indicadores disponibles, Panamá se halla lejos de la que corresponde a un país con su nivel de ingresos. Una adecuada rendición de cuentas y transparencia, así como una burocracia y marcos regulatorios eficientes, entre otros factores, son imprescindibles para consolidar a Panamá como país de altos ingresos. Chile y Uruguay, los dos países latinoamericanos que han alcanzado de forma sostenida dicha categoría, muestran resultados muy superiores a Panamá.

Por último, es necesario lograr una mayor cohesión social y territorial. Se han registrado avances en este terreno, pero menos de lo que cabría esperar ante los logros económicos alcanzados. Panamá sigue siendo uno de los países más desiguales de América Latina y parte de su elevada desigualdad obedece a las grandes diferencias que existen entre los territorios que componen el país, no solo de las comarcas respeto a las provincias, sino también entre estas últimas.

Intervención del programa Cuidarte en la comarca Ngäbe Buglé

De forma transversal a estos cuatro desafíos, es crucial la buena gestión de los recursos hídricos, clave para el funcionamiento del Canal y, en consecuencia, para el conjunto de la economía. Se debe alcanzar, además, el acceso universal al agua y saneamiento, reducir la brecha urbana–rural y garantizar la oferta de calidad adecuada para potenciar el turismo. También es importante aumentar la cobertura de los sistemas de drenaje urbano y mejorar el manejo de los residuos sólidos, así como fortalecer la protección y recuperación del capital natural vinculado a la resiliencia climática

 A nuestro juicio, estos desafíos deben enfrentarse de forma equilibrada, pues todos ellos guardan una estrecha relación entre sí. Es difícil lograr avances en competitividad sin una mejora paralela de la calidad educativa, que, a su vez, también condiciona la movilidad social y, por tanto, la cohesión del país. Del mismo modo, no resultará sencillo mejorar ninguna de las otras tres áreas sin profundos avances institucionales, ni tampoco lograr estos sin una mayor cohesión social.

En suma, Panamá ha registrado avances muy importantes en los últimos años, pero debe continuar el esfuerzo para lograr consolidarse como un país de altos ingresos y de forma más inclusiva. En el documento citado, recogemos una serie de oportunidades que tiene Panamá para enfrentar con éxito cada uno de estos desafíos. Además, el país cuenta con varios activos importantes que, sin duda, pueden contribuir a ello, como su conglomerado logístico, su estabilidad macroeconómica, su capacidad financiera o su conectividad. Panamá puede ser el tercer país de América Latina en lograr consolidarse como una nación de altos ingresos y sería, además, la primera fuera del Cono Sur.

 

Fotos: Cortesía del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)

 

Quizás te puede interesar