Y después del boom, ¿qué?
La obra de escritores latinoamericanos como Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes o Julio Cortázar tiene la acogida que tiene, hoy en día, debido a que la mayoría de los lectores contemporáneos pertenece a la segunda mitad del siglo XX, cuando estos narradores alcanzaron reconocimiento mundial, como parte del fenómeno conocido como el boom de la novela latinoamericana. En 2007, al conmemorarse el cuarenta aniversario de dos hechos fundamentales para la consolidación de dicho auge, a saber, el otorgamiento del Premio Nobel de Literatura al guatemalteco Miguel Ángel Asturias, primer novelista latinoamericano en recibir esta presea; y la publicación de Cien años de soledad, del colombiano García Márquez, que se convirtió en un best seller mundial, vale la pena dar un vistazo a la escena de las letras. Preguntarse qué está pasando o, más bien, quiénes están bregando hoy en el ámbito de la narrativa latinoamericana.
![]() El boom, que se consolidó en la década de los sesenta, se caracterizó por la utilización de elementos que, siendo parte de la cultura latinoamericana, resultaban exóticos para los lectores del primer mundo. Esta forma de ficción terminó siendo bautizada como realismo mágico, del que se consideran referentes, además de García Márquez, Alejo Carpentier y Juan Rulfo, entre otros. Llegados los años 70, las circunstancias políticas del “subcontinente”, específicamente el enquistamiento de las dictaduras militares y el desvanecimiento de la burbuja castrista, hacen que muchos escritores del boom vuelvan la mirada hacia la figura del dictador. De allí surgen, Yo, El Supremo (1974) de Augusto Roa Bastos y El otoño del patriarca (1975), de García Márquez. En los años 80, la producción de estos maestros sigue ganado reconocimiento, mientras que cobran popularidad escritoras latinoamericanas como la mexicana Laura Esquivel; las chilenas Isabel Allende y Marcela Serrano; Laura Restrepo, en Colombia; Rosario Ferré, en Puerto Rico, y Nélida Piñón, en Brasil. A partir de los noventa, sin embargo, la escena de las letras ha estado dispersa, lo que no significa que falten figuras valiosas. Prueba de ello es el hecho de que, finalizado el 2006, nueve críticos de EL PAÍS escogieron, entre las mejores obras de narrativa en español del año que terminaba, las de dos narradores latinoamericanos: Damas Chinas, del mexicanoperuano Mario Bellatín; y Todos se van, de la cubana Wendy Guerra. Ese mismo año, la novela Abril rojo, de Santiago Roncagliolo, ganó el Premio Alfaguara 2006, con lo que el peruano de 31 años se convirtió en el escritor más joven en obtener dicho reconocimiento. Por otra parte, habría que mencionar que los cuentos de una estadounidense-panameña, Cristina Henríquez, fueron publicados por la revista The New Yorker y, posteriormente, recogidos en un libro, Stay Together, fall Apart. |
![]() Es sin duda uno de los escritores jóvenes más sobresalientes y prometedores de la lengua española, en la actualidad. Bellatín, que es de familia peruana, estudió Teología dos años y luego Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Lima; sin embargo, ha vivido buena parte de su vida en México y se siente parte del mundo literario de esta ciudad en la que reside actualmente. Su trayectoria en el mundo de las letras es larga y se inicia con Mujeres de sal (Lluvia, 1986), se consolida con Canon Perpetuo (1993) y Salón de Belleza (1994). En 2000 fue finalista del Premio Medicis a la mejor novela extranjera publicada en Francia y ha recibido el Premio Xavier Villaurrutia por su novela Flores. Su obra ha sido traducida al alemán, inglés y francés y ha aparecido en varias antologías. La crítica de EL PAÍS, Nora Catelli habla elogiosamente de Damas Chinas, señalando que “esta novela se inscribe en la gran serie latinoamericana que en los últimos veinte años ha pulverizado los lugares comunes de esas mastodónticas narraciones sobre dictadores que |
![]() Wendy Guerra Su primera novela, Todos se van, ha sido muy elogiada por la crítica y obtuvo en 2006 el Premio Bruguera en su primera edición. En entrevista publicada en el portal de literatura cubana, Guerra dice que Todos se van es “el diario inconstante de una niña criada en apartamentos, rodeada de libros adultos, secretos adultos…”. Antes de esta novela, Guerra era conocida en el mundo literario como una de las mejores poetisas cubanas de su generación. De su paso a la prosa dice que: “Escribo diarios porque por ahora es la única prosa posible de manejar por mí. Allí soy libre y me comporto como quiero. Le dedico mucho tiempo al relato personal, que es un monólogo interminable”. Sobre susmétodos, expresa que: “Suelo dejar las cosas sin terminar porque le pongo tanto fuego que me quemo las manos y las suelto asustada. Luego viene un corrector, que soy yo misma, me llama a contar, me lee la cartilla y hasta me regaña. A veces lo veo reírse o llorar, entonces siento que eso es lo que no puedo tocar, aunque me ruegue que lo pode”. Si seguirá por el camino de la novela o retomará el de la poesía, Guerra informa que: “Depende de mí, de lo que tenga que decir. Depende de lo que pueda decir y cómo lo diga. Ahí está la entrada, al menos me han dado las llaves y ya no tengo que entrarle a golpes a una puerta (cubaliteraria.com) |
![]() Santiago Roncagliolo Abril rojo es una novela policial en la que Santiago Roncagliolo muestra al Perú violento y sórdido de los días de Sendero Luminoso a través de una historia que mantiene el tono y la tensión desde la primera hasta la última línea. El personaje central, un tipo extraordinariamente cuadrado y bastante insulso, ofrece un perfecto contraste entre la inocencia y la maldad, la rutina y la demencia. Su humanidad aporta una nota de humor a esta novela de horror y de suspenso. Del autor Roncagliolo habría que destacar su rápido ascenso y su versatilidad. Ha trabajado como guionista de televisión, periodista, traductor y autor de discursos políticos. Es autor de los libros infantiles Rugor, el dragón enamorado (Alfaguara, 1999), que se tradujo a varias lenguas; La guerra de Mostark (Santillana, 2000) y Matías y los imposibles (Siruela, 2006). Su primera novela fue El príncipe de los caimanes (Ediciones del Bronce, 2002) y el libro de cuentos Crecer es un oficio triste (Ediciones del Bronce, 2003), que le mereció el premio Nuevo Talento por la cadena de librerías FNAC en ese año. Para tener un anticipo de lo que es la escritura de Roncagliolo, se pueden leer sus columnas en el blog literario www.elboomeran.com. Santiago Roncagliolo |
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![]() (Riverhead Books), Cristina Henríquez La autora hizo su debut el año pasado con Come Together, Fall Apart, que reúne ocho cuentos cortos y una novela, que le da el título a la publicación. Henríquez estudió en la prestigiosa universidad de Northwestern y luego hizo estudios de maestría en el Taller de Escritores de Iowa. Actualmente reside en Dallas, Estados Unidos. Aunque escribe en inglés, tiene una temática absolutamente panameña que se aleja de ese realismo social provinciano que caracterizó la |