Edificaciones originales: reinventando con creatividad

Hildegard Vásquez |

25 junio, 2011

Transformar un espacio arquitectónico con creatividad, respetando sus características originales, nos permite el uso adecuado de interesantes edificaciones, a la vez que conservamos su gran valor histórico y cultural.

Una gigantesca estructura para mezclar cemento, al fondo, contrasta llamativamente con unas sillas artísticas dobles, en el interior de lo que una vez fue una fábrica de cemento y que actualmente funciona como vivienda y oficinas del famoso arquitecto español Ricardo Bofill. El exterior de esta magna estructura también llama la atención.

 

La ciudad es un aparato en constante cambio reflejo de su propio crecimiento. La tipología de los edificios y su relación con la ciudad está en un estado de flujo constante en donde muchas áreas urbanas han ido adquiriendo, a través del tiempo, usos nuevos y diferentes a medida que las ciudades se adaptan a nuevas realidades. En la mayoría de las metrópolis europeas existen palacios, fábricas o complejos de edificios cuyo uso ya no es el mismo que el proyectado inicialmente. Esto es una señal de la edad de la ciudad y su constante necesidad de renovarse y adaptarse, ya que el espacio se convierte en algo finito y necesario.

La arquitectura es el receptáculo de las actividades humanas y solo «sirve» mientras exista una actividad que le dé vida a la forma creada. Es ahí donde nace el concepto de reuso o reutilización creativa. Aquellos espacios que han perdido su actividad original y han quedado obsoletos o inútiles reciben una nueva funcionalidad que, en la adaptación arquitectónica, les inyecta una nueva vida urbana. Y es que el reuso creativo de un edificio o de un área urbana conlleva una influencia positiva sobre el entorno, las personas, la cultura y el concepto de modernidad que se tiene.

En Europa existen amplios proyectos arquitectónicos que se perfilan como reuso creativo de estos espacios abandonados por la ciudad. En 1973, el reconocido arquitecto español Ricardo Bofill encontró en Barcelona una fábrica de cemento de principio de siglo en desuso, más de 30 silos, galerías subterráneas, gigantescas salas de máquinas, y decidió transformarla en su vivienda personal, oficinas, laboratorio, archivos y un espacio conocido como La Catedral que sirve para exhibiciones, charlas o conciertos. La transformación, que duró dos años, comenzó con una demolición selectiva de la antigua estructura hasta dejar visibles sus formas ocultas. La fábrica, por aquel entonces abandonada, era una suma de elementos surrealistas: escaleras que subían a ninguna parte, potentes estructuras de hormigón armado que no sostenían nada, trozos de hierro suspendidos en el vacío, espacios desiertos llenos de magia. La difícil tarea de crear un entorno vegetal, donde antes sólo había cemento, era parte importante del proyecto de Bofill. Gracias a las plantaciones que realizó, la nueva fábrica, rodeada de eucaliptos, palmeras, olivos y cipreses se ha convertido, a lo largo de los años, en un verdadero oasis.

Adecuar un espacio en el que la demolición de la estructura original no es posible dificulta el proyecto pero, a la postre, permite conservar valiosas edificaciones con creatividad, como ha sido el caso del Taller de Arquitectura de Bofill y de muchas otras edificaciones en Europa.

Más al norte de Europa, en Berlín, una vieja estación de bombeo de agua se convierte, de la mano de los arquitectos alemanes Jan Wiese y Niels Wenk, en vivienda personal y estudio de una pareja de artistas con ideas contemporáneas. Al mantener la estructura original, que se erguía en un suburbio al oeste de Berlín, la creatividad necesaria para desarrollar este proyecto quedó de manifiesto en el respeto riguroso que tuvieron los arquitectos con la edificación existente. Las tuberías de ventilación, por ejemplo, fueron reacondicionadas como camas, chimenea o mesa. La vida cotidiana se fundió con el uso industrial original de la estructura recreando un nuevo concepto de vivienda urbana. Las dobles alturas y grandes ventanales acristalados de los cuartos de máquinas sirvieron de base para recrear habitaciones y áreas de relajación con una lógica y tipología completamente nueva.

Cabe señalar que el grado de dificultad de un proyecto de reuso creativo es muy diferente al de un proyecto nuevo, ya que la demolición de la estructura original no es una consideración. Por el contrario, el arquitecto busca a través de acciones puntuales cambiar la infraestructura y concepto de espacio para que se adapte a su nuevo uso, siempre buscando un balance entre lo existente y lo nuevo, respetando la mano que actuó inicialmente.

Foto superior: Puerto Madero, en Buenos Aires, logró reinventarse a sí misma y regenerarse, manteniendo su integridad.

Fotos inferiores: Tras ser abandonada, la antigua vía de tren aérea High Line, en New York, logró ser transformada en un parque urbano de 1.5 millas de largo, para beneficio de muchos residentes.

En América, aunque nuestras ciudades carezcan del aparente reciclaje urbano que define a Europa, hay ejemplos interesantes de cómo un cambio radical de uso puede atraer cambios culturales en una sociedad. Puerto Madero, en Buenos Aires, surgió como un desarrollo inmobiliario de un puerto, construido entre 1900 y 1905, que había quedado totalmente abandonado por la industria de la ciudad. Estos edificios, situados en la franja oeste de los diques, constituyen el principal patrimonio histórico arquitectónico y marca de identidad portuaria de la zona. Adaptándose a un uso nuevo y funcional para esa ciudad en constante flujo, este desarrollo ha cambiado el concepto de vida urbana en temas como relación al río, opciones de vivienda, oficinas o esparcimiento, reivindicando que entre los objetivos del acondicionamiento creativo está la regeneración de la ciudad manteniéndose su identidad. La memoria colectiva de una estructura de ciudad puede perderse sin estos procesos arquitectónicos y un plan urbano que proyecte únicamente construcciones nuevas.

En Nueva York, la antigua vía de tren aérea High Line, construida en la década de 1930 como parte de un proyecto de infraestructura llamada West Side Improvement, que levantó el tráfico de carga a 30 pies de altura para eliminar los trenes peligrosos de las calles del distrito más grande de la industria de Manhattan, es ahora un parque urbano de 1.5 millas de largo. La transformación se dio luego de que, en 1980, la ruta fuera clausurada, lo que en el año 2006 fue aprovechado por la comunidad y el equipo de diseño paisajístico James Corner Architects, quienes con los arquitectos Diller Scofidio + Renfro lograron rescatar un espacio ya abandonado para darle un área verde con una perspectiva totalmente nueva del entorno urbano. Con esta intervención, que incorporó todo lo que el paso del tiempo había hecho -incluyendo malas hierbas y arbustos-, el 9 de junio de 2009 el Meatpacking District estrenó una nueva cara y se convirtió en el sitio de moda para almorzar o comprar. Pasear por este parque urbano, que enmarca de una manera sencilla las vistas del vecindario, es una experiencia única donde el peatón adquiere una perspectiva suspendida de la ciudad por encima de todo tráfico y de edificios como el Standard Hotel, que se une con el nuevo paso para permitir una entrada a sus clientes desde el mismo High Line.

En Costa Rica, la primera casa de la familia Echandi fue reacondicionada y convertida en un moderno bufete de abogados.

En nuestro vecino Costa Rica, el reconocido arquitecto Jaime Rouillón reacondicionó la primera casa de la familia Echandi, en San José, cuya trascendencia histórica incluye un ex Presidente de la República (Mario Echandi Jiménez) convertida, con el paso del tiempo, en unos antiguos depósitos de cereales y hasta taller de autos, y los transformó en oficinas de abogados combinando elementos posmodernos con tradicionales y así logró recrear un uso totalmente nuevo para un área abandonada. Con una fachada visualmente impenetrable, el Bufete Oller incorpora modernas instalaciones interiores con una postura que deja una marca clara en la intervención, sacando a relucir interesantes elementos.

En Panamá, el edificio Benedetti Hermanos, construido en 1929 por Abraham José Benedetti utilizando el terreno de cuatro fincas contiguas que quedaban sobre el foso de la muralla de la ciudad, se construyó inicialmente como una botica en la planta baja y apartamentos para la familia en la parte superior. A través del tiempo, su propiedad y uso fueron cambiando entre fábrica de helados de la familia Ameglio y, posteriormente, como maquilas de la familia Ovadía, para luego ser abandonado completamente.

Al estar construida originalmente sobre el foso de la muralla contigua a la antigua Puerta de Tierra y sufrir innumerables cambios de uso, la edificación se había convertido en un edificio largo y oscuro sin ninguna ventilación natural. Buscando regenerarle vida, se sacrificó espacio construido para crear un área de patio que sirviese como bisagra entre lo que se convertiría en dos edificaciones unidas, cuyas fachadas fueron respetadas y realzadas. Abrir este espacio permitió incorporar un área social que incluye piscina, cuarto de meditación y área verde, además de permitir que las edificaciones colindantes se beneficien del nuevo vacío urbano.

En el Casco Antiguo de Panamá, el edificio Benedetti Hermanos, construido originalmente sobre el foso de la muralla contigua a la antigua Puerta de Tierra, hoy tiene espacios interiores muy modernos, con alturas y espacios abiertos muy llamativos. La vista y cercanía a la Iglesia de La Merced nos recuerda el carácter histórico de esta edificación.

Por otro lado, la relación del edificio con la Iglesia de La Merced cobró importancia directa, ya que se creó un nuevo vínculo lateral con esta. Dentro del proceso de reuso creativo, los interiores originales se estudiaron y la propuesta de diseño permitió incluir todas las infraestructuras de la vida moderna en un espacio nuevo y regenerado, respetándose las alturas y espacios abiertos típicos de una nave industrial con áreas sociales donde cocina, sala y comedor se convierten en un solo espacio de habitación. La escalera y foso de elevador original fueron restaurados con todos sus recovecos y complicidades, que son los elementos que le dan a la edificación su autenticidad y valor.

Al comenzar a cambiar la identidad y uso de espacios urbanos comenzamos a ser conscientes de nuestra propia identidad e historia. Valorando aquello que ha caído en desuso, en vez de proyectar solo construcciones nuevas, evitamos caer en la trampa de convertirnos en una ciudad que no se renueva a sí misma, sino que crece sin control.

Hildegard Vásquez es arquitecta, propietaria de Hacheuve, S.A., firma de
arquitectos especializada en restauraciones.
Fotos:
Página 69: © Julio Donoso / Sygma / Corbis (izquierda) y © Charles & Josette
Lenars / Corbis (derecha)
Página 70: © Julio Donoso / Sygma / Corbis
Página 72: © Jose Fuste Raga / Corbis (superior), © Wade Zimmerman / Arcaid /
Corbis (inferior izquierda), © Ashley Gilbertson / VII Network / Corbis (inferior derecha)
Página 74: Bufete Oller
Página 76: Silvia Grünhut / Space 67 (superior) / Cortesía de la autora (inferior)

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